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madi

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  1. DÍA 3: VIENA

     

    Una vez amanece en Viena, nos dirigimos al cercano albergue Westend (***). Nos cuesta 17.50 € en habitación de 12 personas con desayuno (buffet libre, más detalle en la crónica del día 4) y ropa de cama incluidos, así como baño propio. Antes del viaje, el baño propio nos pareció algo positivo que intentamos conseguir en cada albergue (a un precio razonable); pero al final hemos terminado pensando que es más incómodo (la demanda para usar el baño es mucho mayor). El albergue no tiene cocina, pero en el comedor ofrecen menús a 7.50 €. Como depósito por cada llave exigen dejar un pasaporte (lo que me parece una medida abusiva, casi totalitaria); estas mismas llaves sirven para las taquillas de la habitación, por lo que seguramente es conveniente solicitar más de una. El check-out es hasta las 10 horas; pero hasta las 13 no dejan acceder a la habitación, así que dejamos las mochilas en la sala de equipaje y nos vamos a conocer la ciudad. En general, el albergue está bien; lo mejor de todo es su ubicación junto a la Westbahnhof y, aunque puede parece un poco caro, incluye un copioso desayuno.

     

    Viena es una ciudad preciosa, aunque tanto imperio y tanto Mozart llegan a cansar. ¿Se puede visitar Viena en un día? Lógicamente, no; pero tampoco Múnich, Copenhague o ni siquiera Innsbruck. Para lo que estamos acostumbrados en un InterRail, en un día puedes hacerte una idea muy buena de lo que hay en la ciudad; siempre que se vaya con rapidez y se utilice el transporte público: nosotros compramos una tarjeta de transporte válida durante 24 horas (24 Stunden Karte) que permitía utilizar metro, tranvía y autobuses por sólo 5 €, y vaya si la amortizamos.

     

    Desayunamos un apfestrüdel (una tarta de queso que nada tenía que ver con la tarta de manzana berlinesa que yo me esperaba y que comentaré en días posteriores) y un zumo de naranja (servido directamente de un tetra-brik); una señora mayor (cliente) nos echa una bronca de mil demonios por ocupar dos mesas en la cafetería. Mientras, Kililo sale a explorar un supermercado y vuelve con un cartón de leche extraño que no fue capaz de terminar.

     

    Comenzamos visitando el Palacio de Schönbrunn (tranvía 58 desde la Westbahnhof), con unos jardines muy bonitos pero un interior sobrevalorado a causa del fetichismo con la emperatriz Sisí. Hay tres posibles tours y cogimos el más barato (Tour Imperial, 8.90 €); los otros no merecen la pena (incluso es cuestionable que éste la valga), aunque eso sí, el precio incluye audioguía en español. Hay descuento de 1 euro para estudiantes (al igual que en todos los sitios en los que entramos; sirven el carné ISIC, el Euro < 26 e incluso el carné de la Universidad de Granada). La visita a los jardines es gratuita, pasad junto a las taquillas (sin hacer cola) como si nada; más adelante controlan la entrada al palacio, pero a los jardines se accede libremente. Este palacio, al igual que el casco antiguo de la ciudad, es Patrimonio de la Humanidad.

     

    Seguidamente fuimos (metro U4) a Karlsplatz para ver la entrada modernista de la estación de metro, la iglesia de San Carlos y la cercana ópera. Desde allí tomamos el tranvía D hasta el palacio Belvedere (más bonito por fuera que Schönbrunn, aunque las fuentes de los jardines no funcionaban). En uno de estos viajes, nos encontramos por la calle al primer famoso: el político Pío Cabanillas.

     

    De vuelta a la ópera, compramos una exquisita salchicha vienesa (rellena de queso) acompañada de demasiada salsa (digamos que no es una comida para una primera cita) en un puesto callejero junto a la Albertinerplatz (hay bastantes puestos por la zona), nos la comimos de pie refugiados bajo un toldo. Después decidimos parar en un café para sentarnos un rato, ir al servicio y esperar a que escampara. El café seleccionado estaba junto al Hofburg, de aspecto no demasiado elegante. Probamos la deliciosa tarta Sacher (Sachertote) de chocolate acompañada de un capuccino italiano (quizá lo suyo hubiera sido un café vienés, pero prefiero la leche batida a la nata); la tarta es muy cara pero merece bastante la pena. Por cierto que pedimos cuatro porciones pero sólo quedaban tres (estamos hablando de las dos y media de la tarde) y hubimos de compartir.

     

    Con el descanso y el estómago lleno encontramos las fuerzas necesarias para continuar la visita por el Hofburg (palacio de invierno), el Burgarten (con la estatua de Mozart), la plaza de María Teresa (con dos edificios gemelos que albergan dos museos), la catedral de San Esteban (con la torre en obras), el ayuntamiento... En el Burgarten nos dimos cuenta de que habíamos olvidado el paraguas en la cafetería; para ahorrar tiempo y energías se quedaron los demás allí sentados y yo volví a recuperarlo.

     

    Después decidimos hacer un alto para ir a un supermercado antes de que cerraran y dejar la compra en el albergue. Encontramos un Zielpunkt a unos minutos del albergue (a la vuelta descubrimos que hay otro justo al lado) y compramos la cena para la noche (algo que no requería cocina porque el albergue no la tiene) y para dos días después (que tendríamos por fin un albergue con cocina). Al entrar en la habitación (alrededor de las 6 de la tarde) ya hay cuatro tíos durmiendo.

     

    En la última etapa de nuestra visita estuvimos en la modernista Hundertwaßerhaus (con ciertos problemas para encontrarla) y en el Prater (para ver la célebre noria de “El tercer hombre”). Para desplazarnos del primer punto al segundo, hay que coger un tranvía sólo una parada (y muy corta) y luego otro hasta el fin de trayecto: los pasajeros se quedaron sorprendidos cuando nos vieron correr media calle para que no se nos escapara el tranvía y bajarnos un minuto después en la siguiente parada (sí, podíamos haber ido andando pero un español jamás desperdicia algo que ya ha pagado).

     

    Llegamos al albergue después de las 10, hora a partir de la cual en los albergues se supone que no está permitido hacer ruido y además todos nuestros compañeros intentaban dormir; pero allí estábamos los españoles duchándonos e impidiendo el descanso ajeno (así tenemos esa fama de escandalosos). Pasamos bastante vergüenza (y algo de miedo por las miradas asesinas) que se vio agravada porque Kililo, que estaba en otra habitación, decidió ducharse en la nuestra y además sin ninguna prisa (creo que incluso lavó el pantalón). Afortunadamente descubrimos que en esa planta también hay un baño en el pasillo y pudimos aligerar un poco la cosa. Para colmo de males, a la mañana siguiente fuimos los más madrugadores y volvimos a despertar a todos.

     

    Gastos

    • Albergue Viena (1 noche): 17.50 €
    • Desayuno: 2.50 €
    • Abono transporte 24h: 5 €
    • Salchicha: 2.80 €
    • Entrada Schönbrunn: 7.90 € (8.90 para los no estudiantes)
    • Capuccino + Tarta Sacher: 5.80 €
    • Compra supermercado (cenas días 3 y 5): 3.50 €

    Total: 45 €


  2. VIAREGGIO

     

    Este viaje no es en absoluto imprescindible; pero después de marcharme de Cinque Terre sin bañarme, el cuerpo me pedía ir a la playa (por primera vez en el verano). Salí de Pisa Centrale con destino a Torre del Lago Puccini en el tren de las 10:08 que, como no podía ser de otra manera, llegó con cinco minutos de retraso. No me fiaba de las taquilleras y compré el billete en las máquinas automáticas (1.70 €). Once minutos después estaba en mi destino.

     

    Torre del Lago Puccini es un barrio de Viareggio (pertenece a su ayuntamiento) situado a 4 km y en cuya estación no paran todos los trenes que unen Pisa y Viareggio, así que hay que tener cuidado con los horarios. Es célebre porque allí vivió (y está enterrado) el compositor toscano Puccini, en una casa junto al lago di Massaciuccoli. Por supuesto, también hay una pequeña torre que es la que da nombre a la zona. El paisaje del lago es precioso, luego uno se acerca, ve el color entre verde y marrón del agua y ya pierde un poco; nada que ver con el azul de los lagos suizos. Aún así, es bonito visitarlo. Lo que no es tan sencillo es encontrarlo porque en la estación no hay nadie a quien preguntar. Al salir de la estación, utilizad el paso subterráneo para cruzar al lado contrario y seguid recto por la primera calle a la derecha; al final se llega al lago. Hay un buen paseo hasta el lago, no desesperéis. Para mayor tranquilidad, en uno de los primeros cruces junto a una placita hay un cartel que anuncia la dirección del lago.

     

    Después de disfrutar del lago, fui a Viareggio propiamente dicho, para lo que hay tres opciones: autobús, tren (1.10 € y dura 6 minutos, pasan con poca frecuencia) o andando, que fue lo que hice yo. Desde el lago, hay que regresar por la calle que hemos venido, al llegar a la estación seguir recto (hay que cruzar por el paso subterráneo) hasta que se acaban las casas (el paseo es el doble del anterior, que ya es decir). En ese punto la calle continúa hasta al mar y hay un cruce a la derecha; en la esquina hay un punto de información turística donde equiparse con mapas. Hay que seguir por la calle de la derecha (Viale dei Tegli), una pequeña carretera de dos carriles en cuyos lados hay unos amplios caminos que utilizan peatones y bicicletas. El paseo (recuerdo que de 4 km.) transcurre entre árboles, por lo que es muy agradable y (casi siempre) sombrío. A la izquierda hay caminos que se adentran en un parque regional al final del cual se llega al mar; hay mucha gente que se mete allí (casi todos hablando alemán) y muchísimos coches aparcados. También hay una fuente y algunos bancos para sentarse. El paseo no es por ahorrar dinero, lo recomiendan mi guía y el señor de información turística, que tendría no menos de doscientos años pero decía que era fácil de andar y, bueno, es totalmente llano pero, después de ir y volver del lago, cansa.

     

    En Viareggio no hay mucho que ver: la playa y el paseo marítimo. Es el principal destino veraniego de la Toscana, opino que injustificadamente porque la mayor parte de la playa es privada (establecimientos de pago) y para el pueblo sólo quedan unos pequeños pasillos que están saturados de gente, si vas solo como yo puedes conseguir sitio cerca del agua, pero si vas en grupo necesitarás catalejo para poder ver el mar. Además, en el pasillo de la playa pública que yo encontré (no sé si habrá más) el agua estaba sucia (y estaba justo al lado de un sitio privado, así que pagar no garantiza limpieza del agua). Eso sí, estaba calentita y podías andar 50 metros sin hacer pie (personalmente, me gusta :D).

     

    Después fui a pasear por el paseo marítimo; el antiguo paseo era de madera, se incendió y fue reconstruido en los años 20 en estilo art-decó. Hay algunos edificios muy bonitos como el Caffè Margherita, el Bar Balena, el Hotel Royal (no el Manzanares) el Excelsior... En cualquier caso los edificios interesantes son una inmensa minoría, que nadie espere un museo al aire libre. También hay muchas tiendas (abiertas en domingo) de ropa (sobre todo interior) y muchas cosas más; así como cafés y heladerías, pero no lo recomiendo porque yo estuve en una y me clavaron (eso sí, me tomé una Coppa Macedonia salvaje). Además, no es un paseo marítimo estrictamente hablando porque desde él no se ve el mar.

     

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    Finalmente, fui a la estación para regresar a Pisa (2.20 €). La estación está a diez minutos del centro del paseo marítimo, en dirección perpendicular. No funcionan las máquinas de billetes electrónicas ni algunas máquinas para validar el billete comprado y las taquillas parece que tampoco porque los carteles con el precio están en liras. También hay un cartel que ofrece el billete kilométrico italiano (¿cuánto hace que dejo de existir?); la estación necesita una reforma pero ya. Y como es habitual en el extranjero, los servicios son de pago.


  3. DÍA 2: TOP OF ZÚRICH, CATARATAS DEL RIN, SCHAFFHAUSEN Y STEIN AM RHEIN

     

    Aunque el título asusta, este día no sólo es factible, sino que da tiempo para dar una vuelta rápida por Zúrich. Amanece lluvioso en Zúrich, desayunamos y nos vamos a ver mundo. Hacemos el check-out, pero dejamos las mochilas en el albergue para caminar con más calma.

     

    Zürich Hauptbahnhof – Uetliberg (S10)

     

    TOP OF ZÚRICH

     

    Compramos unas manzanas en un supermercado (valoradas como las mejores que hemos probado nunca) y cogemos el S-Bahn (tren de cercanías) S10 hacia Uetliberg, fin de trayecto. El camino es muy bonito y el tren supera una gran diferencia de altura, pero no me pareció tan impresionante como el trayecto a bordo de un verdadero tren de cremallera (algo que había leído no sé dónde). Allí, hay un camino no muy bien señalizado, al final del cual se llega a un hotel junto al que se encuentra una gran torre metálica; ante una bifurcación de caminos seguid el camino hacia el hotel o aquel con mayor pendiente. En Uetliberg hay una niebla increíble que nos impide ver más allá de nuestras narices, así que nos perdemos la vista desde la torre (si está lluvioso en Zúrich, ya sabéis lo que os puede tocar allí arriba). De todos modos, el camino hasta la torre es muy bonito, y la niebla concede un toque tan romántico como terrorífico. José Luis tiene un chubasquero excelente (5 € en Decathlon, impermeable de verdad; el mismo que usa Kililo) pero nos cachondeamos de él porque con la niebla y la capucha parece el asesino de “Sé lo que hicisteis el último verano”. Antes de llegar al hotel también unas farolas decoradas a modo de tótems que parecen sacados de “Indiana Jones y el templo maldito”. Un rato después ponemos rumbo a las cataratas del Rin.

     

    Uetliberg - Zürich Hauptbahnhof (S10)

    Zürich Hauptbahnhof – Winterthur (S12)

    Winterthur - Schloß Laufen am Rheinfall (S33)

     

    CATARATAS DEL RIN

     

    La estación de las cataratas es Schloß Laufen am Rheinfall, el camino más corto es en S-Bahn vía Winterthur (hay varios hasta Winterthur, pero el S12 es el que minimiza el tiempo de transbordo; luego el S33). Desde la estación hay un camino que tampoco está señalizado, pero es bastante intuitivo y, además, probablemente no lo recorreréis solos. El precio en taquilla es de 1 CHF o 0.70 €, el horario es de 10 a 18 horas según la página web. Esto da derecho a entrar en una zona donde las cataratas casi se pueden tocar con las manos, el ruido es ensordecedor. Las cataratas no tienen gran altura, pero aún así impresionan su tamaño y virulencia. Un barquito permite llegar hasta un islote central, donde se puede ascender hasta la cúspide, coronada con una bandera suiza. Después de las fotos de rigor (o mejor de los vídeos para captar el sonido), no os vayáis tan rápido; hay un camino para subir un poco y gozar de diferentes vistas. La mejor vista está justo al atravesar una pequeña cueva. Al final subimos al palacio (Schloß Laufen) que está sobre el cerro (donde hay un albergue de la HI) y desde allí bajamos a la estación; si la memoria no me falla no pasamos por ninguna taquilla, quizá si se hace el camino en sentido contrario la visita sale gratis. Hay muchos españoles por allí, llueve bastante y los impermeables lo son sólo en el nombre; JJ se cambia de camiseta en la estación mientras otros fingimos cubrirlo para que no lo vea una niña pequeña; por allí hay un suizo que se parte de risa. Sólo hay una vía para los trenes en los dos sentidos, el viaje hasta Schaffhausen dura sólo 7 minutos y se puede ir paseando, pero no disponíamos del tiempo adecuado, en ninguna de las dos acepciones de la palabra.

     

    Schloß Laufen am Rheinfall – Schaffhausen SBB (S33), 13:07 – 13:14

     

    SCHAFFHAUSEN

     

     

    Schaffhausen es una pequeña ciudad coquetuela; no es imprescindible pero su reducido tamaño lo hace apropiada para dar una vuelta mientras se hace tiempo para el tren a Stein am Rhein. En su historia figura el triste hecho de haber sido bombardeada por error en la Segunda Guerra Mundial por los americanos. Taquillas en Schaffhausen: 6/4 CHF. También aprovechamos para comer allí en un pequeño restaurante, donde nos sirvieron un menú a base de ensalada con una salsa de mostaza (lógicamente allí todas las ensaladas se aliñan sin aceite de oliva) y musaka o espaguetis. La bebida va aparte y te clavan (además algunos pedimos agua y nos la dieron con gas), así que echadle morro, no pidáis bebidas y cuando nadie mire echad un trago de vuestra botellita de agua de la mochila. A partir de entonces lo hicimos nosotros siempre que tuviéramos especial interés en alguna cerveza. El pan (Brot) también lo cobraron aparte pero esto sí que merece la pena, era de una estupenda calidad y las rebanadas eran de diferentes tipos, con nueces, almendras y otros frutos secos. Las camareras eran muy simpáticas, eficientes y guapas :P Nos entendimos bien en alemán pero con algunas problemas con las diferencias del alemán suizo (nos ofrecieron queso para la pasta y no lo pronunciaron Käse, sino algo así como Häse).

     

    ¿Qué ver en Schaffhausen? Fronwagplatz con dos bonitas fuentes, Kirchhofplatz con la Kirche St Johann, Münster (no encontramos la entrada de la catedral pero vimos el claustro, con la Schillerglocke, campana gigante que inspiró al poeta Schiller en "La canción de la campana"), Haus zum Ritter (bonita casa con frescos en su fachada), puertas Obertor y Schwabentor de entrada a la ciudad... En la plaza Herrenacker hay un punto de información turística.

     

    Schaffhausen SBB – Stein am Rhein, 15:31 – 15:56

     

    STEIN AM RHEIN

     

    El trayecto se hace en regional (no hay S-Bahn). La estación tiene servicios gratis (son de pago en casi todas las estaciones de la zona C, con algunas excepciones como Stein am Rhein y los urinarios de Innsbruck) y las taquillas cuestan 3 CHF. Una vez allí, para llegar al casco histórico, seguid las indicaciones hacia el puente del Rin (Rheinbrücke) y cruzarlo.

     

    ¿Qué ver? Stein am Rhein es un pueblecito medieval muy bien conservado y una de las cosas más bonitas del viaje, destacan el Rathaus (ayuntamiento) y las preciosas casitas colindantes (con frescos en las paredes), la iglesia Stadtkirche, la puertas de entrada Untertor (también destruida en 1945 por los americanos) y Obertor; las vistas desde el puente (de las islas, la fortaleza y las torres de la iglesia y el ayuntamiento)..

     

    Stein am Rhein – Winterthur (S29)

    Winterthur – Zürich Hauptbahnhof (S12)

     

    ZÚRICH

     

    Volvemos a Zúrich en S-Bahn con cambio en Winterthur. Nos dio tiempo a descansar junto al lago, antes de comprar en el super cosas para la cena, recoger las mochilas del albergue y encaminarnos a la estación con tiempo; con la idea de montarnos temprano en el tren nocturno a Viena, y así poder pillar un buen sitio en este popular nocturno que no exige reserva obligatoria. Después de cenar unos bocadillos y mientras esperábamos, nos vimos obligados a usar los servicios de la estación. Esa gran estafa denominada McClean cobra 1 CHF por urinario y 2 CHF por retrete normal. Andábamos mal de francos y quisimos pagar en euros y nos ofrecían un cambio de 1 € = 1 CHF (en un banco es de 1 € = 1.5 CHF). También vimos sentado en el suelo a Kililo, Selem lo reconoció por las fotos de las kedadas, nos dio fatiga que nuestras primeras palabras fueran para pedirle dinero; así que claudicamos y pagamos en francos; nos presentamos a Kililo y nos acompañaría los dos días siguientes. También me cargué uno de las cremalleras de la mochila y perdí uno de los dos compartimentos laterales.

     

    Al subir al nocturno, como novatos que éramos, cometimos el error de no comprobar los papelitos con la reserva; nos subimos a un compartimento vacío y poco después nos echaron de allí cuando todos los demás mochileros habían okupado los compartimentos vacíos. A pesar de haber llegado a la estación muy temprano; subimos al tren con poca antelación y no cogimos buen sitio; tuvimos que quedarnos en un vagón normal en la zona de fumadores; la mayoría no pegaron ojo. Otros no tuvimos tantos problemas: Lidia se tumbó en dos asientos metiendo la cabeza bajo el reposabrazos. JJ llevaba dos días muy ilusionado con lo de dormir en el tren nocturno y repitiéndonoslo muy a menudo, así que me hizo gracia escuchar sus primer palabras de buenos días: “el nocturno ha sido un infierno”. Kililo le dio un golpe al cenicero y se echó toda la ceniza encima; todavía no comprendo cómo sucedió. En fin, descansados o no, todos nos alegramos bastante cuando alrededor de las 8 el tren se detuvo en la estación del oeste de Viena (Wien Westbahnhof). Eso sí, estad despiertos porque el tren continúa su trayecto hacia Budapest.

     

    Zürich Hauptbahnhof – Wien Westbahnhof, 22:40 – 8:03

     

    Gastos

    • Entrada a las Cataratas del Rin: 1 CHF
    • Comida restaurante: 19.48 CHF
    • Compra supermercado (pan, fruta, agua sin gas y algunas chocolatinas): 2.78 CHF
    • Servicios estación: 0.80 CHF (media del total)

    Total: 24.06 CHF


  4. Cinque Terre

     

    ¿Alguien dijo que los trenes italianos eran buenos? Después de mi primera experiencia con ellos, me atrevo afirmar que son una auténtica y genuina bazofia con todas sus letras.

     

    El pasado domingo fui a mi primera excursión en tierras italianas: Cinque Terre. Para el que no lo sepa, Cinque Terre son cinco pueblecitos pintorescos situados en la región de Liguria, en una costa muy abrupta. No existe una carretera que una estos cinco pueblos (de norte a sur, Monterosso al Mare, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore), por lo que las comunicaciones se reducen al barco, el tren y un intrincado y conocido sendero. Los pueblecitos son preciosos, así como el paseo en sendero y el Parque Natural que lo rodea; toda la zona es Patrimonio de la Humanidad. Además del célebre sendero que une Monterosso y Riomaggionare, existen bastantes senderos más; en las oficinas de información turística proporcionan mapas con la dificultad, distancia y tiempo aproximado. El trayecto habitual en sendero (también venden bonos de trenes ilimitados para desplazarse entre los pueblos) es el siguiente:

    • Riomaggiore – Manarola, 1 km, 0:30 h, Dificultad Fácil
    • Manarola – Corniglia, 1 km, 1 h, Ligera
    • Corniglia – Vernazza, 4 km, 1:30 h, Ligera
    • Vernazza – Monterosso, 3 km, 2 h, Media

    Llegué a la estación Pisa Centrale a las 8:45 de la mañana; para ser un domingo madrugué tanto como un día laborable. Compré un billete para el tren a Riomaggiore (un tren de tipo D o Diretto, nombre que comprendo porque realiza infinitas paradas intermedias pero que no requiere trasbordo) y la señora de taquilla me comunica que sale a las 8:51 en el andén (Binario) 3. No me fío mucho y decido comprobarlo en el panel de salidas, pero no aparece. Voy al andén a esperar y escucho cómo anuncian por megafonía la salida y llegada de otros muchos trenes, pero no el mío. Diez minutos después, vuelvo a la taquilla para preguntar por qué se retrasa el tren y me contestan que el tren ha pasado a su hora; pregunto el andén y resultó ser el 6. Así que apuntemos: el tren no aparece en el panel automático de salidas, no lo anuncian por megafonía y en taquilla informan incorrectamente del andén.

     

    Lamentablemente, ya había validado el billete en el andén debe hacerse antes de subir al tren, pero aconsejo que lo hagáis inmediatamente antes: una vez validado sólo sirve durante 6 horas, en caso contrario me hubiera servido para otro día. Decidí esperar al siguiente tren, a las 10:50 con llegada esperada a Riomaggiore a las 12:30. Habría perdido toda la mañana, pero al menos aprovecharía el billete. El tren (4.23 €) sale de Pisa y gracias a eso pude conseguir asiento, porque a lo largo de las siguientes paradas se llena de gente; quiero decir que la gente tiene que sacar la cabeza por la ventana para poder respirar; nada que envidiar a los traslados de presos a los campos de concentración.

     

    En la estación de La Spezia el tren permanece parado durante más de diez minutos. Finalmente prosigue la marcha, pero poco después se detiene en un punto en el que muere la vía. La gente en el tren empieza a preguntarse qué sucede; por supuesto nadie anuncia nada por megafonía. El tren regresa a La Spezia y súbitamente la gente empieza a bajarse del tren y a buscar otro en el cual montarse. Algunos son italianos, otros son turistas que tienen pinta de ir a Cinque Terre, el caso es que no debíamos hacer transbordos y todos se bajan del tren, no sé de dónde les vino la inspiración o si es algo que sucede a menudo (no me sorprendería en absoluto). El caso es que nos montamos en otro (no me explico cómo acertamos porque nadie dio ninguna información) y finalmente llegamos a Riomaggiore, que es la siguiente estación. Al final llegamos a las 13:15, con 45 minutos de retraso.

     

    Pido un mapa en la oficina de información y decido comenzar el paseo sin visitar ese pueblo por los problemas de tiempo. Había decidido hacer la ruta de Sur a Norte por varias razones: 1) es el trayecto que comenta la oficina de información, así que supuse que sería más fácil, 2) comienzo viendo el trayecto Riomaggiore – Vernazza o Via dell’Amore, que según las guías turísticas sería lo más bonito, 3) finalizo en Monterosso, que tiene buenas playas y así, después del esfuerzo, me refresco en el mar. Todas estas razones se desvanecieron al final del día porque 1) yo diría que el trayecto Vernazza – Riomaggiore es algo más fácil que el Riomaggiore – Vernazza (sobre todo por la escalinata de Corniglia), 2) la Via dell’Amore es lo más turístico pero no lo más bonito, 3) finalmente no me dio tiempo a llegar a Monterosso y lógicamente no pude bañarme en sus playas, pero además todos los demás pueblos también tienen lugares donde bañarse (la mayoría son zonas de rocas pero también incluso calas de arena).

     

    El viaje comienza sacando una entrada de 3 €, además hay varios puntos de control a lo largo del sendero para que empieces donde empieces te toque pagar. Lo primero es la Via dell’Amore un paseo muy corto, muy llano y con un sendero muy bien pavimentado; es una delicia pasear por él, pero las vistas no son las mejores del viaje. En algunos puntos, hay unas pequeñas bifurcaciones para bajar a zonas de baño; así como merenderos habilitados para comer y algún bar-restaurante.

     

    Media hora después se llega a Manarola, que personalmente fue el pueblo que más me gustó de los tres. Busco los servicios públicos pero están ocupados y con cola. También hay unas rocas desde las que la gente se tira al agua de cabeza, parece una idea peligrosa. A continuación el sendero se hace un poco más difícil y para llegar a Corniglia, hay más subidas que bajadas. El trayecto está señalizado en las bifurcaciones entre diferentes senderos; si no hay carteles acabados en flechas puede haber alguna pintada con un rectángulo con la mitad superior rojo y la inferior blanca (o puede que al revés). En esos momento recibo un toke de mi primo, lo que quiero decir que España ha ganado el mundial de Baloncesto (no pude verlo porque mi TV no sintoniza la cadena que ofreció la final, Radio Tre). No te olvides de mirar hacia atrás, porque las vistas de Manarola son preciosas (desde el sendero a Corniglia, no desde la Via dell’Amore). En septiembre todavía hace muchísimo calor; todos los turistas están en bañador y las turistas con la parte de arriba del bikini y un pantaloncito corto; yo iba con una camiseta y un pantalón vaquero largo asándome de calor.

     

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    Al llegar a Corniglia, un cartel anuncia cómo ir a la estación, una pintada como ir a la playa y otro cartel dónde está la escalinata que sube al pueblo. No he visto tantas escaleras en mi vida, es realmente agotador; así que si sube al pueblo sólo si no piensas bajar después a la playa o coger un tren. Almuerzo un sandwich y un plátano que llevo de casa, me bebo la botella de medio litro de agua de un trago; afortunadamente en el pueblo hay una fuente donde reponerla. Un turista ha sufrido algún problema y está tumbado en el suelo, poco después viene una ambulancia que realiza los primeros auxilios y un helicóptero que lo recoge (como los pueblos están aislados es la única alternativa). Para no tener ningún problema yo también, me quito la camiseta y los pantalones (prosigo la ruta sólo con el bañador que llevaba debajo). Busco los servicios públicos pero están cerrados con llave. El pueblo es bonito, pero en mi opinión menos que Vernazza y Manarola.

     

    El camino a Vernazza es bastante más duro, aunque oficialmente llamen ligera a la dificultad. No tengo mucha experiencia en el senderismo, pero estoy acostumbrado a andar. En la primera mitad del viaje hay que subir casi todo el rato, afortunadamente la segunda parte es cuesta abajo (los que vienen de frente van con la lengua fuera, debe ser realmente extenuante. Vernazza también es un pueblo precioso, con una concurridísima calle central que une el mar y la estación; recomiendo salirse de los cauces habituales y callejear un poco, vale la pena. También tiene una pequeña calita de arena donde bañarse.

     

    Estoy bastante cansado y la dificultad de llegar a Monterosso se suponía que todavía era superior, así que decido pasar el resto del tiempo en Vernazza y regresar a casa en un tren desde aquí (también 4.23 €, sin embargo desde Monterosso a Pisa ya son 4.65 €; en Italia el precio de los trenes regionales se establece en intervalos de diez kilómetros). Como no hay dos trenes desastrosos sin tres, éste llega con más de 30 minutos de retraso. Hay tantísimas personas en el andén, que rebosan la línea amarilla que se supone que no se debe pisar. Por megafonía anuncian continuamente que se aleje la gente de la línea, pero es imposible. Finalmente llega el tren y todas esas personas van para adentro; algunos espabilados como yo nos vamos corriendo a los últimos vagones del tren (como la estación es muy pequeña, los últimos vagones quedan fuera del andén) pero incluso allí es imposible evitar estar apretujado como en el metro en hora punta. Un joven se marea y tienen que dejarle que saque la cabeza por la ventana y que se sienta. Las siguientes estaciones en Cinque Terre son horribles porque una gran cantidad de gente quiere subir; finalmente lo consiguen, pero el tren está parado un buen rato hasta que todos encuentran sitio. En esas circunstancias seguimos hasta La Spezia, donde casi todos los viajeros se bajan y por fin me puedo sentar y continuar felizmente el trayecto hasta Pisa. La única anécdota reseñable es que en Viareggio suben unos sudamericanos, creo que mochileros, preguntando en italiano si el tren va a Firenze. Yo les contesto en Español que no, que va a Pisa. Me insisten si después de Pisa va a Firenze (no, ellos no la llamaron Florencia) y repito que no. No contentos con la respuesta, preguntan si es que antes de llegar a Pisa hace parada en Firenze y niego por tercera vez. Enfrente de mí hay un italiano que está entendiendo el grueso de la conversación y se parte de risa; finalmente los sudamericanos se bajan del tren. Me preguntó si llegarían con éxito a Firenze.


  5. El día 20 va un poco apretado, yo hice más o menos eso (cambiando la visita a Zúrich por Schaffhausen) pero amanecí en Zúrich; si además tienes que añadir el viaje desde Lugano lo veo demasiado. Lo de subir al Top of Zúrich de noche tampoco me convence, el caminillo está un poco perdido, tiene alguna bifurcación no señalizada... Asegúrate de que está iluminado el acceso. Aparte, personalmente creo que de día se disfrutaría más la vista.

     

    Con las dos tardes en Múnich creo que es suficiente. Núremberg me gustó bastante, pero no dejaría fuera Rotenburgo; para mí fue de lo mejor del viaje. En cambio, Lübeck no nos gustó demasiado; no está mal pero al lado de lo demás nos supo a poco.

     

    Yo cogí un IC nocturno y sólo tenía asientos, pero a cambio era gratis, la reserva no era obligatoria. El trayecto era más o menos Passau - Ratisbona - Núremberg - Wurzburgo - Francfort - Aeropuerto de Francfort - Maguncia - Coblenza - Bonn - Colonia - Dúseldorf - Aeropuerto de Dúseldorf - Bremen - Hamburgo.


  6. DÍA 0: GRANADA Y MÁLAGA

     

    Antes de empezar, las presentaciones. Los protagonistas de esta aventura somos la forera Selem, José Luis, JJ, Lidia y un servidor. Algunos días se nos unió KililoQey, como él mismo ha comentado en su diario.

     

    Cargados con nuestras mochilas, partimos en autobús hacia Málaga. Todo lo que llevo, ya sea encima o en la mochila, es lo siguiente:

    • Mochila de 45 litros, el tamaño es suficiente.
    • Mochila más pequeña para llevar lo imprescindible encima.
    • Bolsillo interior para esconder los documentos y el dinero.
    • DNI.
    • Pasaporte.
    • Billete de InterRail.
    • Documento sustitutivo de la Tarjeta Sanitaria Europea (que no quisieron hacerme).
    • Carné ISIC (no llegamos a amortizar su coste).
    • Tarjeta de crédito.
    • Dinero en euros, francos suizos y coronas danesas.
    • Ropa: 6 camisetas (una de ellas como pijama), 8 calzoncillos y pares de calcetines, 2 pantalones largos, 1 pantalón corto, 1 bañador (también pijama), 1 sudadera, 1 impermeable.
    • Calzado: 1 par de zapatillas y 1 par de chanclas.
    • Toalla de baño fina.
    • Aseo: desodorante, pastilla de jabón, gel, champú, cepillo y pasta de dientes.
    • Saco de dormir muy finito.
    • Candado para las taquillas.
    • Cascabeles para seguridad (inútil).
    • Móvil.
    • Cámara de fotos, y varios juegos de pilas recargables y cargador.
    • Navaja suiza multiusos (cuidado, se debe facturar).
    • Bolsas de plástico para la ropa sucia.
    • Botella de agua de 0.5 litros (para rellenarla a lo largo del viaje).
    • Información: Horarios de trenes, mapas de ciudades, direcciones de albergues, direcciones de amigos a los que envío postales...
    • Libreta y papel para escribir mi diario.

    También llevamos algunas cosas comunes:

    • Papel higiénico.
    • Botiquín: Aspirinas, tiritas, antidiarreico...
    • Cargadores del móvil.
    • Comida para los primeros días: embutidos, latas, sopas de sobre...
    • Baraja de cartas.
    • Kit de costura.
    • Los útiles de aseo los compartieron los demás, pero yo no porque tenía botecitos pequeños de mi reciente estancia en un hotel :)

    El peso de las mochilas oscila entre 7.5 y 9 kilos.

     

    En Málaga nos espera nuestra amiga Celia, que siempre patrocina mis viajes dejándonos pernoctar en su casa en Málaga (al menos esta vez tuvimos el detalle de comprarle un regalo). Compramos en el super algo para desayunar la mañana siguiente y nos vamos a cenar a un restaurante típico, “Las Garrafas” (calle Méndez Núñez) con tapas tradicionales como porra (algo así como salmorejo malagueño), pescaíto frito, berenjenas con miel y buen vino (no podía faltar el Málaga dulce); todo a buen precio, aunque a un granadino tener que pagar las tapas le siento como una patada en el trasero. También pedimos una de calamares que no nos sirvieron pero seguro que sí nos cobraron. Nos acompañan algunos amigos malagueños a las que llamamos para la ocasión, Lydia, Carmen Natalia y Carlos. Después nos tomamos un helado en la heladería más famosa de la ciudad (“Casa Mira”, calle Marques de Larios). Al final nos dan las tantas entre unas cosas y otras, pero qué demonios, no hay nada como la noche española. Esa noche dormimos 8 personas y un perro en un piso de 50 metros cuadrados, la ministra contenta.

     

    GASTOS (por persona)

    • Bus Granada – Málaga: 8.87 €
    • Cena: 8.57 €
    • Helado: 1.40 €

    Total: 18,84 €

     

     

    DÍA 1: BASILEA Y ZÚRICH

     

    Nos levantamos a las 6, pero a pesar de todo, tenemos varios problemas con el tren de cercanías que nos llevaría hasta el aeropuerto. Tardamos bastante en desayunar y desperezarnos (hemos dormido sólo 4 horas) y llegamos muy justos de tiempo a la estación de Málaga Renfe (ojo, la estación está en obras y la entrada al cercanías Málaga – Fuengirola está un poco escondida), y una vez que sacamos nuestros billetes en la máquina automática (a esas horas por supuesto no hay nadie en taquilla) tenemos un problema con el de JJ: después de picarlo, no se abre el torno. Yo he picado mi billete en otro torno, pero no paso hasta comprobar que pasa con el suyo y finalmente tampoco me permite pasar (¿debe existir algún límite de tiempo?); terminamos los dos saltándolo con la tranquilidad de tener un ticket validado en la mano. El resultado final es que perdemos el tren y tenemos que esperar media hora al siguiente. Cuando llega, somos los únicos que nos montamos en él, permaneciendo sentado el resto del andén, lo que nos sorprende bastante pero no nos impide subirnos a él. Pronto descubrimos la razón: en el mismo andén pasan los trenes en los dos sentidos (Málaga centro y Fuengirola) y nos hemos montado en el sentido incorrecto. La jugada nos salió bien, porque al llegar a Málaga centro se bajaron todos y pudimos sentarnos en un buen sitio y no perdimos tiempo porque fue ese mismo tren el que pasó poco después por la estación de Málaga Renfe con sentido hacia el aeropuerto. Durante el viaje (unos 12 minutos) hacemos un ejercicio de reflexión: empezamos el InterRail perdiendo un tren y equivocándonos en el sentido del siguiente, a pesar de habernos levantado con tiempo suficiente, y decidimos que esto no puede volver a pasar. Y de hecho, con gran ayuda del destino, no pasaría.

     

    Bajamos del tren (estación Aeropuerto, no confundir con Aeropuerto terminal de carga), entramos en el aeropuerto de Málaga y procedimos a facturar. EasyJet factura por niveles: los 30 primeros pasajeros en facturar pertenecen al nivel A, los siguientes al B y así sucesivamente; el embarque lo hacen primero los pasajeros con menor nivel y tienen prioridad para elegir sitio en el avión. A pesar del retraso, facturamos con nivel C y cogimos un sitio aceptable. La anécdota del vuelo la puso una azafata que, mientras explicaba las medidas de seguridad, empezó (casi) literalmente a morirse de risa por alguna misteriosa razón, hasta el punto de tener que retirarse sin finalizar la labor.

     

    BASILEA

     

    Llegamos al Euro Airport, aeropuerto compartido por Basilea (Suiza), Mulhouse (Francia) y Friburgo (Alemania). Posee un punto de información turística con mapas gratuitos de (al menos) Basilea y Friburgo. Junto a él, una máquina de cambio de billetes suizos. Siguiendo las indicaciones del aeropuerto, salimos a la calle y nos situamos en la parada del autobús urbano 50, que lleva a la estación de tren de Basilea. El billete se compra en unas máquinas que sólo están en alemán; para quienes desconozcan esta lengua lo mejor es empezar a pulsar botones hasta que el precio del billete sea 3.80 CHF (el precio para un billete de dos zonas). Algunas máquinas sólo aceptan tarjeta de crédito, otras sólo monedas; si vas con billetes como nosotros, tendrás que utilizar la máquina de cambio anteriormente citada. El autobús tiene una especie de remolque donde el conductor introduce el equipaje y, una vez llegado a la estación central de Basilea (Basel SBB), lo devuelve.

     

    En la estación, dejamos las mochilas en una taquilla. El precio es de 7 CHF las taquillas grandes y 4 las pequeñas. A lo largo del diario, en una taquilla grande, mientras no se diga lo contrario (que se dirá, por ejemplo en Heidelberg), entran muy justos 4 mochilas de 60 litros, una de 45 y una o dos bolsas de plástico con comida, etc. Junto a las taquillas hay una máquina de cambio; si no funciona, el cercano McClean (servicio de pago) tiene otra; así de paso hacemos un poco la puñeta a esa tremenda trápala comercial. Al igual que en todas las grandes ciudades de Suiza, la estación cuenta con un punto de información turística.

     

    Por fin, salimos de la estación (muy bonita por fuera), cruzamos la plaza (no es peatonal, cuidado con los tranvías), luego un parquecito y llegamos al centro para hacer un poco de turismo y buscar una panadería, ya que llevamos desde España algo de comida por los primeros días. Preguntamos (encontramos varias personas que no hablan inglés, una constante en nuestro viaje) y encontramos un supermercado muy cercano a una de las plazas más famosas de la ciudad (Barfüßerplatz), donde nos sentamos en unas escaleras y comimos un bocadillo de jamón serrano con queso, rodeados de avispas y pensando cuándo pillaríamos otro de esos. José Luis se pasó el viaje comprando botellas de agua mineral para evitar problemas con el cambio de aguas; los demás bebimos del grifo sin problemas. Suiza está llena de fuentes y es fácil rellenar la botella, en los demás países hubimos de utilizar albergues y servicios (recuerdo que en los servicios de los trenes el agua es no potable). Por allí lo normal es consumir agua mineral con gas, así que cuidado al comprar; nosotros nos equivocamos dos veces a pesar de que las botellas decían que el agua era natural, lo mejor es preguntar en caja si la botella es sin gas (“ohne Gas?”).

     

    ¿Qué visitar en Basilea? Además de la estación, hicimos el siguiente recorrido turístico. Vimos una bonita iglesia en Elisabethstraße (no sale en las guías turísticas), fuente Tinguely (junto al museo Kunsthaus, con aparatos de hierro en su interior), casitas de la Barfüßerplatz (con la antigua iglesia franciscana que hoy es Museo de Historia), la catedral (Münster), la pintoresca callecita Augustinergasse, la plaza del mercado (Marktplatz) con el bellísimo ayuntamiento rojo (Rathaus), el principal puente de la ciudad sobre el Rin (Mittlere Brücke), Fischmarkt (plaza con una bella fuente), Petersplatz con la universidad más antigua de Suiza y la antigua puerta de la ciudad Spalentor (que conserva el mecanismo para bajarla). Desde allí nos encaminamos hacia la estación (hay un rato andando) y por fin hicimos uso del billete de InterRail, cogiendo un tren hacia Zúrich. Nos fue muy útil llevar desde España el andén (la página de la Deutsche Bahn acertó absolutamente todos los que suministró) y el destino final de cada tren. En definitiva, Basilea es bonita, pero no imprescindible.

     

    Basel SBB – Zürich Hauptbahnhof, 16:07 – 16:57

     

    ZÚRICH

     

    El tren llega a Zúrich con diez minutos de retraso, algo bastante extraordinario en Suiza (pero no en Alemania, a juzgar por nuestra experiencia). A modo informativo, los precios de las taquillas de Zúrich son 8 CHF y 5 CHF.

     

    Lo primero que hacemos es dirigirnos al albergue, Hotel Biber / Backpacker hostel (****). Nos costó 31 CHF en habitación para 6 personas; sin incluir ropa de cama aunque se permiten sacos de dormir. La recepción está en la tercera planta y no hay ascensor, así que toca subir bastantes escaleras cargado con la mochila (pero no es tan duro como he leído en alguna crítica del albergue por Internet). La recepción no funciona las 24 horas, el trato es excelente, el check-in es hasta las 22h y el check-out hasta las 23h. La limpieza es buena, en las habitaciones hay taquillas que requieren candado, a cambio de cada llave se exige un depósito (pasaporte, DNI o 20 CHF), en cada planta hay baños, duchas y cocinas (no muy bien equipadas, si falta algún utensilio prueba en otra planta) con zona donde la gente deposita la comida sobrante para que otras la utilicen gratuitamente. Es preferible reservar porque los dos días que pasamos por allí se agotaron todas las camas. Por cierto, llevad preparado el dinero porque (en todos los albergues en los que estuvimos) hay que pagar el hacer check-in, y no todos admiten tarjeta de crédito.

     

    Después de hacer una vuelta de reconocimiento por el albergue, salimos a dar una vuelta por la ciudad. La ciudad nos sorprende muy positivamente; teníamos muy malas referencias pero nos gusta bastante a todos; tiene un casco histórico muy agradable, un lago precioso y muy buen ambiente; No en vano, ha sido varias veces elegida la ciudad con una mayor calidad de vida. También está muy animada por la noche, de hecho la ciudad está llena de “locales de noche”, por llamarlos de alguna manera.

     

    Itinerario: Niederhof (barrio de callejuelas junto a Niederhofstraße, bonita calle peatonal donde está el albergue), Limmatquai (avenida con casas gremiales junto al río), ayuntamiento (colgando sobre el agua), Großmünster (catedral con dos torres gemelas), lago Zürichsee (cerca de Bellevue Platzs hay cisnes), iglesias Waßerkirche, Frauenkirche, Augustinerkirche y Peterskirche (en una placita muy tranquila y cuya torre alberga la mayor esfera de reloj del mundo), preciosas patios como Zentralhof, calle comercial Bahnhofstraße, fachada de la estación... La ciudad se ve en una hora y no son palabras mías, sino de los folletos de la oficina de información y turismo (naturalmente, yo recomendaría una visita más calmada).

     

    Finalmente volvemos al albergue a cenar una reconfortante sopita caliente y conocemos a nuestro compañero de habitación (un alemán de Friburgo muy simpático que se esmeraba en darnos conversación) e intentamos recuperar el sueño perdido. Elvira y JJ tardaron un poco más porque estuvieron intentando jugar a las cartas, una escoba a 100 puntos que como era previsible no pudieron acabar. Dormimos con la ventana abierta porque nadie se atrevió a cerrarla y yo, con la ventana abierta y un saco de 10 euros, la verdad es que pasé un poco de frío.

     

    GASTOS

    • Tren cercanías, una zona: 1.10 € (los días festivos cuesta 1.20 €)
    • Bus aeropuerto Basilea – Málaga: 3.80 CHF
    • Taquilla estación de Basilea: 1.40 CHF
    • Supermercado (3 baguettes y una botella de agua): 8.10 CHF
    • Albergue Zúrich (1 noche): 31 CHF

    Total: 1.10 € y 44.3 CHF


  7. InterRail Zona C, Agosto 2006

     

    Día 1. Vuelo Málaga – Basilea con EasyJet (llegamos a las 12:15). Vemos BASILEA y ZURICH. Noche en albergue de Zúrich.

    Día 2. Por la mañana TOP OF ZÚRICH y CATARATAS DEL RIN. Por la tarde SCHAFFHAUSEN y STEIN AM RHEIN. Nocturno gratuito de Zúrich a Viena.

    Día 3. VIENA. Noche en albergue en Viena.

    Día 4. HALLSTATT. Noche en albergue de Salzburgo.

    Día 5. Por la mañana SALZBURGO, por la tarde INNSBRUCK. Noche en albergue de Múnich.

    Día 6. Excursión a FÜSSEN. Noche en albergue de Múnich.

    Día 7. Por la mañana vemos el campo de concentración de DACHAU y por la tarde vemos MÚNICH. Noche en albergue de Múnich.

    Día 8. Por la mañana ROTEMBURGO. Por la tarde NÚREMBERG. Nocturno gratuito a Bremen.

    Día 9. Por la mañana BREMEN (llegamos antes de las 6), por la tarde LÜBECK. Noche en albergue de Hamburgo y visita del Barrio Rojo.

    Día 10. Por la mañana HAMBURGO, por la tarde BERLÍN. Noche en albergue de Berlín.

    Día 11. Excursión a DRESDE. Noche en albergue de Berlín.

    Día 12. Más BERLÍN. Nocturno a Malmö.

    Día 13. COPENHAGUE en 10 horas. Nocturno a Colonia.

    Día 14. COLONIA (sólo catedral), FRANCFORT y HEIDELBERG. Noche en albergue de Friburgo.

    Día 15. Por la mañana excursión a TRIBERG, pueblecito en la Selva Negra al que se llega en el Tren de la Selva Negra. Por la tarde FRIBURGO. Noche en albergue de Friburgo.

    Día 16. Por la mañana BERNA, por la tarde LUCERNA. Noche en Aeropuerto de Basilea.

     

    Diario de viaje

     

    Un Destino Tras Los Raíles


  8. Uno vez cumplido uno de nuestros sueños, aquí comienza el diario que escribiremos Selem y yo acerca de nuestro InterRail por la zona C, desarrollado en agosto de 2006. Antes de empezar la semana que viene con la crónica de cada uno de los días, algunas generalidades.

     

    El itinerario que teníamos planeado se cumplió a la perfección y vimos casi casi todo lo que queríamos ver:

    • Día 0. Bus Granada - Málaga. Noche en casa de una amiga.
       
    • Día 1. Vuelo Málaga – Basilea con EasyJet (llegamos a las 12:15). Vemos BASILEA y ZURICH. Noche en albergue de Zúrich.
       
    • Día 2. Por la mañana TOP OF ZÚRICH y CATARATAS DEL RIN. Por la tarde SCHAFFHAUSEN y STEIN AM RHEIN. Nocturno gratuito de Zúrich a Viena.
       
    • Día 3. VIENA. Noche en albergue en Viena.
       
    • Día 4. HALLSTATT. Noche en albergue de Salzburgo.
       
    • Día 5. Por la mañana SALZBURGO, por la tarde INNSBRUCK. Noche en albergue de Múnich.
       
    • Día 6. Excursión a FÜSSEN. Noche en albergue de Múnich.
       
    • Día 7. Por la mañana vemos el campo de concentración de DACHAU y por la tarde vemos MÚNICH. Noche en albergue de Múnich.
       
    • Día 8. Por la mañana ROTEMBURGO. Por la tarde NÚREMBERG. Nocturno gratuito a Bremen.
       
    • Día 9. Por la mañana BREMEN (llegamos antes de las 6), por la tarde LÜBECK. Noche en albergue de Hamburgo y visita del Barrio Rojo.
       
    • Día 10. Por la mañana HAMBURGO, por la tarde BERLÍN. Noche en albergue de Berlín.
       
    • Día 11. Excursión a DRESDE. Noche en albergue de Berlín.
       
    • Día 12. Más BERLÍN. Nocturno a Malmö.
       
    • Día 13. COPENHAGUE en 10 horas. Nocturno a Colonia.
       
    • Día 14. COLONIA (sólo catedral), FRANCFORT y HEIDELBERG. Noche en albergue de Friburgo.
       
    • Día 15. Por la mañana excursión a TRIBERG, pueblecito en la Selva Negra al que se llega en el Tren de la Selva Negra. Por la tarde FRIBURGO. Noche en albergue de Friburgo.
       
    • Día 16. Por la mañana BERNA, por la tarde LUCERNA. Noche en Aeropuerto de Basilea.
       
    • Día 16+1. Vuelo Basilea - Málaga con EasyJet. Día en la feria de Málaga y bus a Granada.

    En general, recomiendo todo lo que vimos excepto Lübeck (la gran decepción junto a Salzburgo, pero esta sí que debe verse). De Hamburgo, sólo el barrio rojo y de Colonia, sólo la catedral. En caso de necesitar más tiempo, Basilea tampoco es imprescindible.

     

    Todos los albergues en los que nos alojamos (reservados desde España) son independientes (ninguno pertenece a la red internacional). De momento solamente anticipo los nombres (a lo largo de la crónica ofreceremos una descripción más detallada de ellos) y recomiendo cualquiera de ellos excepto el Yoho de Salzburgo.

    • Berlín: Meininger Hallesches Ufer
    • Friburgo: Black Forest Hostel
    • Hamburg: Instant Sleep Hostel
    • Múnich: Meininger Landsberger Straße
    • Salzburgo: Yoho International Youth Hostel
    • Viena: Westend City Hostel
    • Zúrich: City Backpacker / Hotel Biber

    El clima fue bueno, tres días de lluvia intensa y el resto a ratos soleado y a ratos con pequeños chirimiris (llevad el chubasquero siempre encima); la temperatura generalmente agradable pero hubiéramos cambiado en la mochila el pantalón corto por alguna rebeca.

     

    El coste total del viaje estuvo entre 800 y 900 euros.


  9. Sabeis si este tren se puede reservar con antelación con el decuento del interrail des de la pagina de trenes o des de cualquier estación de alemania que no sea ni destino ni origen?

    En cualquier estación de Alemania hay máquinas de información desde las que puedes reservar en cualquier tren (el pago puede hacerse en tasrjeta de crédito, en algunas adicionalmente en monedas).

     

    Ayer volvi de mi primer Interrail y leyendo este post, quiero comentar que yo cogi un InterCity Express desde Hamburgo a Hannover y ni pague, ni reserve, ni nada, paso el revisor y simplemente enseñando el Interrail no puso ninguna pega. Por lo visto en algunos es obligatorio reservar, basicamente porque van llenos, pero no siempre.

    Pregunté en Múnich por el ICE Múnich - Núremberg y me dijeron que con InterRail están incluidos EC, IC pero no ICE y que ese tren en concreto salía por algo más de 9 euros por persona.

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