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Exiliado

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  1. Continuo con nuestra historia, empezando con la etapa que verdaderamente define nuestro estilo de viaje.

    Y si, es cierto que pagamos una habitación de 4, pero salimos solo a 11 euros por persona y noche, con desayuno, y te aseguro que recuperamos el gasto en los días siguiente

     

     

    9 de Junio. Praga. Brno.

     

    Día 6. El fin del principio

     

     

    Despertamos temprano, recogemos las últimas cosas y nos despedimos en nuestro fuero interno de la habitación, que ha sido nuestra cueva-refugio en los últimos cinco días.

    Bajamos a desayunar, devolvimos la llave y empezamos la pateada a la estación (claramente, no iba a ser hoy el día que empezáramos a coger autobuses).

     

    Hicimos el último esfuerzo por cruzar el paso de peatones vacilón, que solo está abierto seis segundos, para cruzar 40 metros de calle (no lo logramos), y atravesamos el parque yonki de enfrente de la estación por última vez.

     

    Al llegar, compramos nuestros billetes en taquilla, y cogimos uno para Iván, que aunque llegado este punto se separaba de nosotros, aprovecha para disfrutar de la tarifa de nuestro carnet de estudiantes una última vez.

     

    Todo estaba saliendo bien, incluso demasiado bien, hasta que nos dio por comprobar que nuestros trenes no salían en las pantallas. Extrañados e intrigados a partes iguales, nos acercamos al puesto de información, donde gracias a nuestro gran dominio del idioma checo (en su variante de signos) pudimos averiguar que, básicamente, nuestros trenes salían de otra estación.

    Otra vez prisas, coger un metro a todo correr y llegar a la estación de partida con un margen muy escaso. Nos despedimos de Iván, y nos acomodamos en un compartimento.

     

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    ¿Y lo de dejar de hacer fotos y subirte al tren, como lo ves?

     

    Unas horas y muchas partidas de cartas después, entrábamos en la estación de Brno, la segunda ciudad del país. Pronto decidimos que una de las prioridades es comer algo, así que tras un breve paseo para ubicarnos, llegamos a la plaza central y nos apalancamos en un banco.

    Para comer tranquilos y sentados ya lo tenemos casi todo. Estamos tranquilos, estamos sentados... pero estamos sin comida.

     

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    La plaza central de Brno. Buen sitio para tomar el sol o mendigar

     

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    El último pariente vivo del Profesor Beakman, en señal de paz y fraternidad

     

    Pablo y yo nos acercamos a un supermercado cercano, donde después de evaluar los precios de las cosas y enfurecernos con el mundo checo por no conocer el concepto de “barra de pan”, compramos una de sus modalidades de pan raro y frambuesas.

     

    Con unos ingredientes tan increíbles y abundantes teníamos que pegarnos un festín que nos nutriese por el resto del día. Por suerte contamos con la reserva de salchichonio (cuyo número atómico, como aprendimos en química, es deliziozo o también riconudo ) que Pablo guarda en su mochila.

     

    Antes de que podamos empezar la ingesta de los manjares, empieza a llover, lo que nos lleva a refugiarnos en una galería comercial. Allí, sentados en el suelo, formamos una estampa curiosa.

     

    Rodeados de mochilas, un tipo con gafas de sol corta un salchichón con una navaja, mientras otros tres lo miran. Irremediablemente, esto atrae a quien será nuestro siguiente personaje para añadir a la galería.

     

    Se trata de ‘Sandokan’. Respiren tranquilos los alérgicos a los sables, o los que hayan tenido problemas con piratas de los mares del sur, pues este es únicamente el apodo cariñoso con el que acabamos de bautizar al sujeto que nos está rondando.

     

    Lo presentare formalmente: Varón, caucásico, alto y con melena (no, no es Pablo), de unos cuarenta años de edad. Presenta el perfil típico de un perro flauta, aunque no se le conoce perro, ni flauta. Arrastra una bolsa blanca de considerable proporciones, donde debido a su delgadez sospechamos que duerme el propio personaje, convenientemente plegado.

     

    Lleva uno cuantos minutos observando nuestras bolsas y haciendo caminos en círculo, cada vez más cercano, como acechando algo. La verdad, estamos bastante asustados, y debatimos entre nosotros los posibles modos de actuación.

     

    Creyendo que lo mejor es recoger las cosas y alejarnos de la zona, hemos pensado en sentarnos en los bancos delante de la comisaría para estar más seguros.

     

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    Clase magistral de cortar lonchas finas sin cuchillo ni mesa. Y ni siquiera nos hecharon una moneda

     

     

    Vale, si alguno se ha creído esto, que sepa que me indigna que podáis pensar tan mal de nosotros… La cosa queda como sigue:

     

    - Repartirnos las tareas para pegarle una paliza si se acerca más (tu placas, tu pateas, yo le prendo fuego a la ropa…)

     

    - Discutimos si en la bolsa blanca llevará cosas de más valor que las que llevamos nosotros (probablemente) y como nos las repartiremos.

     

    - Tratar de calcular que número calza y a quien le sentarían bien sus zapatos.

     

    - Hacernos los tontos para que se acerque y descargar un poco de adrenalina

     

     

    Al final, aburridos de la situación, nos levantamos del suelo. Sandokan Vs. Tipo alto con greñas, tipo que capoeiriza gente, tipo de las gafas de sol y la navaja, y tipo de la peluca negra; se ve comprometido y se pira.

     

    Bien, después de extenderme lo indecible en la anécdota de “vagabundo-se-nos-acerca-y luego-se-pira”, nos comemos los bocatas y empezamos a ver la ciudad.

     

    Subimos a la colina de Petrof, con su catedral y su cripta con maquetas de papel, recorrimos las calles céntricas empedradas y dimos vueltas en círculos por la zona histórica, hasta que arriba, en el cielo, se oyó un ruido como de romperse algo y empezó a llover de manera brutal y repentina.

     

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    La catedral de Brno

     

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    El arbol chungo que nos vigilaba

     

    Nos metemos a cubierto rápidamente, y nos tenemos que quedar en la puerta de una drogeria largo rato. Y como en la Grecia de los filósofos, el tiempo libre nos incita a pensar. ¿Y en que pensamos? Pues en un alarde de genialidad, a Jorge y a mí se nos ocurre entrar y comprar tinte de pelo. Gracias a su ridículo precio, salimos de la tienda con unas cajitas donde poner algo parecido a “azul oscuro extraño” y “morado molón”, en checo.

     

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    Descanso en nuestro cursillo acelerado de sherpas

     

    Guardamos los trofeos y cuando salió un poco de sol, salimos a pasear de nuevo por la ciudad. Nuestro objetivo, de nuevo arrastrados por mí, es la casa Tugendhat, diseñado por al arquitecto Mies Van de Rohe en el año… vale, me callo ya.

     

    El caso es que tenemos reserva para entrar a las cinco, así que tenemos tiempo. A cambio, lo único que sabemos de su ubicación, es que no está cerca.

     

    Después de una caminata de las buenas con las enormes mochilas a cuestas y de hacer un alto a comer pan de centeno con nutella en la puerta de un hospital, llegamos por fín a la casa… quince minutos tarde.

     

    De nuevo siento el odio en el ambiente, porque encima, para los profanos, la casa por fuera es fea con ganas. A nadie parecen importarle mis aclaraciones acerca de la riqueza de materiales, el increíble dominio del espacio interior, que la fachada bonita sea la otra o el hecho de que parezca bastante moderna teniendo ya ochenta años. Para calmarnos, nos dirigimos a un parque muy grande y muy pijo que hay cerca.

     

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    Estas de coña... ¿no? ¿en serio es ESTO? eh...

     

    Un cartel en la entrada nos indica las normas del parque, entre las que destacan algunas como: no drogarse en el parque, no cocinar o dormir en el parque (¿Quién se ha chivado?), no romper cristales y no azuzar a las palomas.

     

    Ya hacía rato que habíamos optado por el plan inicial de irnos a dormir a Olomouc, porque en Brno no quedaba mucho mas por ver, y Olomouc es una ciudad más pequeña, así que volvimos a la estación de tren. Por cierto, ¿a quién nos cruzamos en el camino de vuelta y nos planteamos invitar a una cerveza…? Si ha dicho usted “a Sandokan”, puede pasar a recoger su premio en nuestras oficinas de “Vagabundo’s evil corporation, S.A.”

     

    Como siempre, llegamos con el tiempo mucho más que justo, subimos al tren casi en marcha y sin billete. Cuando vimos al revisor, nos cobró él el viaje, mas una comisión del tipo lo-que-me-dé-la-gana por ciento, que aceptamos pagar sin queja porque el precio seguía siendo ridículo.

    Un par de horas después, Olomouc aparece ante nosotros. Por fin, la última etapa de un día movido en el que hemos cargado con las mochilas todo el día.

     

    Comienza la búsqueda de un lugar donde caernos muertos. Pasamos por la zona universitaria y nos planteamos apalancarnos en un jardín de alguna facultad, pero al final, encontramos justo el tipo de sitio que buscábamos: un parque público.

     

    Recorremos el parque en la oscuridad, evaluando rincones. Por el camino nos cruzamos con una especie de monumento-altar pagano donde Rafa sugiere meterse… va a ser que no.

     

    Encontramos nuestro rincón feliz junto a unos matorrales, cerca del río pero con poca humedad ambiente. Mientras casi se puede sentir como baja el precio del suelo gracias a nuestra presencia, metemos todo en las quechuas y nos disponemos a sentarnos en un banco a cenar.

     

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    Deshauciado el oso yogi, nuevo inquilinos ocupan el solar

     

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    Apalancaos en nuestro nuevo "hogar-por-un-día"

     

    Si ya en Italia nos quejamos de la calidad de las conservas y el embutido en general, este año no somos capaz de imaginarnos a qué clase de retorcida mente se le puede ocurrir meter en un tarro metálico las migas de las sobras de los restos de la caspa de un atún viejo y mugriento, para luego llamarlo “nosequevaya tuniya”, y calificarlo como “alimento”, pero el caso es que no somos tampoco demasiado escrupulosos, así que extendemos la pasta rosada sobre rebanadas de pan de molde y cenamos.

     

    De postre, (porque sí, dormimos en un parque, pero tenemos postres. Y bien es sabido que mientras hay postre, hay esperanza), más pan de molde, pero esta vez untado en cremosa nutella, un bote de los grandes que nos acompaña nada menos que desde Vigo.

     

    Mientras cenamos, aun tenemos la oportunidad de asustar a cuatro desgraciados que pasean por el parque, con pinta de volver a sus casas. Oh, vale, somos un alto greñudo, un armario barbudo, el último pariente vivo del profesor Beakman y una especie de demente con una navaja, pero tampoco tenemos un aspecto tan siniestro… estas cosas afectan profundamente a nuestra autoestima.

     

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    Oh, venga, no es para tanto chicos, quedaros un rato... muhahaha

     

    Acabada la cena, nos metemos en las tiendas antes de que las encuentren los mosquitos, y nos metemos en los sacos. Nuestros hombros han quedado machacados hoy, y no estamos seguros de cuanto tendremos que andar mañana, pero al menos la hierba es bastante blandita.


  2. 8 de Julio. Praga. Cesky Krumlov

     

    Día 5. "donde el pueblo ese de Hostel"

     

    4:00 AM. Algún retorcido mecanismo en mi interior me está impidiendo dormir. Llevo ya un buen rato dando vueltas en la cama después de apena un par de horas de sueño. Harto de perder el tiempo, se me ocurre una gran idea: dar una vuelta por ahí.

    Esto no es más que otra prueba de la gran verdad universal: a esas horas no se toma nunca ninguna decisión buena.

     

    Totalmente desvelado, me levanto, me pego una ducha y me bajo a recepción, donde la recepcionista está muriéndose de asco después de pasar toda la noche vigilando la puerta. Durante unos minutos, se produce un lamentable intento de conversación en pseudo-inglés entre un gallego insomne y una eslovaca medio zombi acerca de nuestros respectivo pueblecitos rurales.

    Cojo el metro, bastante cerca del albergue, y a las 4:30, por muy duro que suene, ya estoy en el puente de Carlos.

     

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    En el puente de buena mañana

     

    La única ventaja que tiene estar despierto a estas horas en estos países es que, aunque ya es de día, la ciudad aún está desierta. Las mejores fotos que tenemos de Praga probablemente son las de esta mañana, con las calles vacías y la luz del amanecer.

     

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    Praga a la luz del amanecer es una visión digna de admiración...

     

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    ...pero siempre debería ser el final de una fiesta, y no el principio de un día

     

     

    Después de pegarme una buena pateada andando, vuelvo al albergue alrededor de las 6:30, me echo media hora en la cama, y procedemos a prepararnos para nuestra excursión a Cesky Krumlov.

     

    Reunidos con Iván, que se apuntó a la visita, cogimos el primer tren, para hacer luego transbordo en Ceske Budejovice, pasando de un tren normalito a un cacharro de postguerra cuya velocidad de avance era muy semejante a cero.

    Dicen que todo lo bueno se hace esperar, y al final llegamos a Cesky Krumlov, cuyo extraño nombre y ortografía hacen que en adelante se le conozca únicamente como “el pueblo ese de Hostel”.

     

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    El pueblo ese de Hostel

     

    Después de caminar hasta el centro desde la estación, comenzamos la ruta por el pueblo, que viene siendo algo así como una escena de “Donde está Wally”, ambientada en una historia medieval para críos, por la cantidad de turistas y los edificios de colores y con ladrillos dibujados.

     

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    Ahí esta. La famosa torre feliz del pais de las piruletas. Desde lo alto de esa torre, miles de turistas nos contemplan...

     

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    Cristal de bohemia de colores festivos. Objetivo: No perder todos nuestros dineros a mochilazos

     

    Mientras seguíamos como borregos el camino comercial de tienda en tienda, se acercó a nosotros, sigilosamente, la enorme nube que presuponemos nos ha seguido desde Galicia, y en cuanto está situada suelta su carga sobre nosotros. Nos refugiamos como podemos junto a unos japoneses, y en cuanto clarea un poco decidimos hacer un alto para comer algo.

     

    Para variar, hoy no llevamos nada de comer, y los precios de los restaurantes y bares están un poquito lejos del alcance de la gente que duerme en el Prat y tiene el orgullo de protagonizar un Vagabundo’s Tour.

     

    De esta manera, y como somos muy rancios, acabamos saliendo de la ciudad en la búsqueda del bar perfecto para comer un bocadillo. Entonces empezamos a ver carteles de “TESCO, 1900 metros” y decidimos que apenas 2 kilómetros era una distancia razonable.

    Y una mierda.

    Desde aquí mando un importante aviso a los lectores: guárdense mucho de creer que lo que los checos llaman “sistema métrico” puede tener un remoto parecido con nuestra unidad de medida estándar, la típico diezmillonésima parte de blablabla.

    El metro en República Checa es una unidad variable y sensible a quienes lo miden, y puede alargarse si el caminante está cansado, por ejemplo. Quedan ustedes avisados.

     

    Caminamos durante más de una hora un mínimo de 6 kilómetros, pasando por delante de casas, polígonos industriales y un elefante tumbado en la hierba sin encontrar rastro de ningún tipo de supermercado (el lector despistado puede ser inducido a pensar que el elefante es un animal común en esta tierra, por lo tanto aclaro que era el campamento de una especie de circo gitano).

     

    Al final, llegamos a otro pueblo diferente, desde nos dirigieron a otro supermercado, pero por el camino interceptamos un lidl y nos apalancamos a su puerta.

     

    Decididos a exprimir al máximo el presupuesto, compramos entre todos una bolla de pan y una especie de salami rectangular, que repartimos equitativamente entre todos. Nos sentamos en un trozo de hierba detrás de una gasolinera y empezamos el festín. Y creo que hablo por todos cuando digo que aquello era la basura más infumable que podríamos haber encontrado, y que no hay persona en el mundo que pueda comerse esa bazofia.

     

    Mientras pensaba en donde podría haber un cubo de reciclaje de materiales radioactivos para tirarlo y lamentaba el terrible olor que se nos había quedado en las manos (y que aun duraría un par de días mas), nueva sorpresa. Rafa dice que no lo tiremos, que se lo comerá él luego.

     

    En fin, ahora podría hacer uso de mi supuesto sentido del humor para carcajearme de mi compañero, pero este es un país libre, y para gustos, colores. En este caso, color mierda.

     

    De vuelta hacia el pueblo, volvió a manifestarse el carácter variable de las distancias en este país: apenas tardamos 15 minutos largos en volver al pueblo, siguiente el camino que a la ida ignoramos en un estúpido acto de civismo, respetando la señal de “solo coches, personas por ahí”.

     

    Entramos en el recinto del castillo, contemplamos los maravillosamente cutres edificios pintados, con ladrillos de pega, y decidimos subir la torre.

    Pagamos la entrada al mirador y estuvimos un rato mirando a la lejanía, no sin antes haber hecho unas fotos a los pobres osos desgraciados que viven en el foso, y decidimos que estaba todo visto. Volvimos a la estación de tren, pasamos la espera tomando cervezas.

     

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    y de regalo para los lectores, una postal de nulo interes y bucólicos colores, gratis

     

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    Los cuatro vagabundos en plena pose para la posteridad

     

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    A este precio, hasta nos permitimos un 10 % de propina

     

    En nuestro compartimento había una chica japonesa, y Jorge aprovechó para lucir sus conocimientos del idioma y dejarnos a todos flipando. La chica no se quedó atrás, y con su “flipante” nos hechamos unas risas un rato. Salvando esta mini-anécdota, el recorrido de vuelta fue un coñazo increíble, con la rutina habitual de cartas, siesta, cartas y más siesta…

     

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    gastando todavía mas nuestra roñosa baraja

     

    En el albergue cenamos un sencillo arroz con atún, echamos unos futbolines y pensamos en ir a dormir, porque a la mañana siguiente nos esperaba un nuevo tren. En efecto, esta es la última noche en Praga, pues mañana nos movemos a Brno. Recogimos un poco las cosas, lo cual no es una tarea trivial. En cuatro días, hemos convertido esta pequeña habitación de prescolar en un reducto de trastos y cosas tiradas, genuino estilo Zerg. Después, todos a aprovechar la última noche en cama.

     

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    Misión completa. El desorden absoluto. La mugre perfecta. El comando Zerg, orgulloso de su trabajo.

     

    Con este día acaba lo que se podría llamar “fase estable” del viaje: teníamos un albergue reservado, comida y dinero, y estábamos en una capital de país donde más o menos se habla inglés (tampoco es para tirar cohetes).

     

    Empieza la incertidumbre, la aventura, la “fase vagabundo”. A partir de aquí, nada es seguro, a partir de aquí, todo es posible. ¿Dónde dormiremos mañana? ¿Dónde estaremos la semana que viene?


  3. Venga, otra entrega mas de la historia, que estoy motivado. Se empiezan a acercar los dias en que el viaje deja de ser un viaje de placer para convertirse en un infierno en vida, pero de momento, seguimos en Praga, que es muy bonita. Por cierto, el hostal se llamaba "Hostal Olet", como hacia el este de la ciudad, y estaba bastante bien a pesar del barrio (que tampoco es que nos diese ningun problema, todo hay que decirlo)

     

     

    7 de Julio. Praga.

     

    Día 4. El comando Lacasito asalta Praga.

     

     

    Como casi todos, el día comienza muy perro, remoloneando y con pocas ganas de moverse.

     

    Durante el desayuno, disfrutamos de la sorprendente mezcla de estilos musicales del desconocido dueño del mp3 que hay enchufado a la radio. Si tuviésemos que imaginar su aspecto a partir de su afición por Ricky Martin, techno chungo, la banda sonora de matrix, la música turca y el pop pasteloso del equivalente croata de los 40 principales… aggg, prefiero no pensarlo…

     

    Para darle el toque final al desayuno, Rafa decide lucirse antes las cuatro mujeres y el jeviatra que hay en el comedor tocando un par de piezas bastante correctas en el piano del albergue, aunque el efecto final acaba siendo un poco siniestro cuando empieza a tocar tétricos nocturnos. Si hubiésemos tenido un órgano, puede que hasta hubiésemos fundado una secta en ese mismo lugar.

     

    Pasamos a la sala común, donde viciamos un buen rato al futbolín y al ping-pong (calculo que en un par de sesiones mas habré aprendido a no meterme goles en propia puerta).

    En esto que Rafa descubre a un español registrándose en recepción, despertando nuestra curiosidad. ¿Quién será el sujeto de las gafas de malote y los múltiples piercing?

     

    En seguida sabremos que viene de Barcelona, tiene 30 años y se llama Iván desde el día que nació.

    Como su mujer-que-no-es-su-mujer no podía venir, se ha venido solo a Praga, y procede en el acto a acoplarse a nosotros por unos días. Sea bienvenido.

     

    La mañana ya está perdida, y además llueve un poco, así que el único turismo que hacemos es al supermercado Albert a comprar cerveza a precios ridículos y alimentos varios. (¿9 coronas la cerveza, te devuelven 3 si traes la botella, y la cajera esta buenísima? Erasmus en Praga YA)

     

    Subimos al último piso del albergue, un cuarto que parece un noveno gracias a las escaleras embrujadas que se alargan hasta la eternidad, y empezamos a cocinar.

     

    En cinco minutos se monta una buena: acaban de llegar unos seis u ocho vascos recién venidos de Múnich y que son unos cracks (quedó pendiente lo de aprender a forzar candados con un clip).

    Mientras todos preparamos la misma comida, pasta con salchichas, hablamos, bebemos, reimos… vamos, que se nota cuando se junta un grupo de españoles (mmm… ocho vascos, cuatro gallegos y un catalán… me sé de alguno que diría que muchos españoles tampoco había…)

     

    La pasta es bastante comestible y abundante, y quedamos como muertos de hambre al repetir varias veces. Ahora toca una breve sobremesa y comenzar la ruta que hemos decidido esta mañana.

     

    Haciendo un acopio de moral, quedamos los cinco en la puerta y empezamos recorriendo el enorme cementerio que tan cerca tenemos.

    Realmente es muy grande, y aunque tiene tumbas modestas y tumbas monumentales, de los dos tipos hay algunas muy siniestras, como las que tienen grabados con las caras de los familiares muertos. Claro, ves un abuelo dibujado, y pase, pero empiezas a ver niños de doce años dibujados en lapidas de mármol negro…

     

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    una de las tetricas avenidad del cementerio. Ideal para paseos tranquilos.

     

    Quisimos entrar en el cementerio judío también (¡vamos a ver a Kafka!), pero como a tantos sitios, llegamos cuando habían cerrado.

     

    Llegamos a la plaza Wenceslao, desde donde seguimos por el pasaje Lucerna, pasando por el monumento a las víctimas del comunismo. Después de pararnos antes las estatuas raras de David Cherny (el mismo de los bebes de la torre de comunicaciones), seguimos por un parque alargado donde Pablo se entretuvo poniendo cara de violador en potencia y asustando a toda mujer que se atrevía a cruzarse con su mirada (ahora se quejara y dira que no pero… tío, tu cara era un poema…)

     

    Caminando un poco más, con el cielo amenazando lluvía, y como buen alumno de arquitectura, conduje al pelotón hasta la "dancing house", una de las divertidas paranoias del señor Ghery, que por supuesto todos mis profesores abominarán.

     

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    estos checos no saben ni construir las casas derechas...

     

    Empezaba a llover, y empezaba por lo tanto la etapa lacasito. Si, resulta que cada uno tiene un impermeable de diferente color: rojo, azul marino, azul menos marino... y mi poncho amarillo de Pizzamovil, por supuesto.

     

    Así, disfrazados de cuadro de Mondrian, seguimos hacia Viserahd. Por el camino, los barrios comenzaron a cambiar hasta tomar un aspecto un poco más deprimente, y como estábamos teniendo problemas para encontrar el lugar donde cruzar las vías de tren elevadas, paramos en un banco destartalado a comer lo que habíamos comprado en el lidl de ahí al lado.

     

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    Lacasito's Style. Así, en plan discretos

     

    Nada especial, lo básico para sobrevivir: yogurt bebible, barritas energéticas Sirius con glaseado, ositos de goma y otras gominolas varias. Vamos, comida sana para gente que gasta energía.

     

    Mientras detrás de mí probablemente planeaban un sangriento golpe de estado por dirigirles por barrios marginales solo para ver “los excepcionales ejemplos de arquitectura cubista que solo podéis ver en Chequia”, conseguí calmar los ánimos cuando volvimos a ver mercedes por la calle y llegamos a la colina de Viserahd.

     

    10 puntos para el guía (parece que no tengo abuela), la subida a la colina coincide con la puesta de sol, que en Praga es totalmente única. El cielo se tiñe de color dorado, y los destellos color miel se reflejan en las largas nubes y en los tejados de bronce de la ciudad. Es entonces cuando en el juego de luces y sombras que se extiende por la ciudad descubres los mismos tonos de los grandes edificios y las catedrales en este noble país: oro y sable, el negro de las sombras, y el dorado de las piedras centenarias a contraluz.

     

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    momento poético, foto típica de turista

     

    En pleno momento poético-místico, aniquilo las pilas de la cámara fotografiando los puentes de Praga y a Pablo meditando, y recorremos lo que queda de colina, ahora ya en dirección al metro, de vuelta al refugio.

     

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    "el sentido de la vida" o "fijo que de fondo de pantalla mola la hostia"

     

    Por el camino nos acosa por enésima vez la chica de la pizzería, ‘Super-prize’ dice, pero ya tenemos nuestras propias pizzas cutres para hacernos en el albergue.

     

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    ¿eh, mario, a que cojones le estas haciendo fotos ahora?

     

    Estábamos ya en el albergue, tostando las pizzas en el horno y rajando de los guiris en general, y del extraño equipo de beisbol o algo que ha llegado esta mañana en particular, que tiene gente desde los 15 a los 40 años, y del cual dos chicos están presentes en la cocina, esperando a que acabemos con el horno.

    En esto que uno se levanta y se dirige a nosotros, para a continuación preguntarnos

    ¿A cuántos grados está el horno? Estos son los momentos que nos hacen bajarnos del globo, que nos sirven para que nos quede claro que nosotros, cuatro gallegos venidos de un país de nuevos ricos con pretensiones, venimos del culo de Europa.

     

    Desde el siglo XVII somos los últimos monos del continente, y lo seremos probablemente cuatro siglos mas (aunque molamos), pero aun así uno no se espera que el que te baje los humos sea un chico de quince años que viene de Letonia y que sabe castellano a un nivel que no es precisamente básico, que te escuche hablar de él y que te apuñale de forma cortés con un comentario inocente.

     

    Para acabar de rematarlo, las dos letonas que vienen con el grupo son unas de las tías más espectaculares vistas en bastante tiempo. ¿Que comen aquí en el norte para ser todas altas, tan rubias y estar así de buenas?

     

    Bajamos a comer al primer piso, entre otras cosas para que ‘Ratón’, uno de los tíos que limpia el albergue y que se supone que manda, pero que duerme al lado de la cocina, pueda descansar.

     

    Durante la cena encontramos a unas chicas mexicanas y comimos todos juntos. Ellas nos contaron su viaje, y como una de ellas se había dado una leche descomunal yendo en bici por Berlín, y nosotros tratamos en vano de enseñarles a jugar al gilipollas.

    A pesar de ser el juego más simple del mundo (tal vez por detrás de ese de tirar cartas al suelo por turnos), puede llegar a ser una tarea imposible enseñar a jugar a alguien a quien le cuesta 20 minutos entender que si el cinco es una carta más baja que el seis (que juego más raro, verdad?), el cuatro es… ohh! más baja todavía!!!

     

    Pero claro, como la chica, aunque un poco espesita, no era fea del todo, pues tuvimos que aguantar mientras Rafa, que es todo un caballero, hacía grandes esfuerzos por enseñar a la chavala.

     

    Cuando la cosa declinaba, nos levantamos con cuidado para no resbalar con toda la espuma que había soltado Rafa acerca del sus dotes de pianista-tenista-tío molón-que-te-cagas-enróllate-conmigo-ya, y nos fuimos a dormir.

     

    Esta vez hemos perdido la oportunidad de irnos de juerga por Praga, pero es que estamos todos bastante muertos, y mañana queremos visitar Cesky Krumlov.

     

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    oh, vaya!!, lo siento Rafa, esta era la foto que no tenía que poner... que fallo...


  4. Retomo la escritura de este diario después del forzado parentesis estival sin acceso a medios electrónicos de ningun tipo (me he dedicado a la meditación trascendental). Pido humildes disculpas a cualquiera que sintiese interés por la historia, pero ahora me pondre en serio.

     

    Por cierto, el billete de tren costaba como 18 coronas nada mas, bastante menos de un euro, y tuvo que pagar en efectivo, aunque le dieron un recibo unos tios muy majos con plaquitas oficiales.

     

     

     

    6 de Julio. Praga

     

    Día 3 - 'Por fín, Praga'

     

     

    Con la coña, ayer nos acostamos a eso de las 4 y media, así que hoy se hace bastante duro levantarse de la cama, pero como algún día habrá que ver Praga, reunimos lo poco que tenemos de dignidad humana y conseguimos estar abajo desayunando a una hora razonable. Mientras comemos, aparecen los catalanes y se sientan con nosotros a “comentar la jugada”. Sin embargo, en 10 minutos nos desviamos irremediablemente a los dos temas estrella en lo que va de viaje: La fauna de nuestro barrio, y las checas.

     

    Nuestro barrio está poblado, básicamente, por una heterogénea mezcla vagabundos, drogadictos, prostitutas, ludópatas y gentes varias, todas ellas con cara de criminales.

    Y las checas… bueno, sencillamente, juegan en otra liga. Una leyenda urbana dice que la única pega es que habría que enviar un batallón de dentistas sin fronteras a estas tierras. El único que se resiste a la gran verdad (que la mejor gallega, catalana o de donde sea lo tiene muy difícil al lado de “checa aleatoria #001”), es Rafa, que en adelante pasará todo el viaje con su mantra particular “pues Vigo tiene un nivelazo…”.

     

    Como es de suponer, el desayuno se alarga muchísimo, y solo a las 11 y pico conseguimos salir del hostal, total, para volver yo 5 minutos después a por la cámara de fotos. En la puerta me encuentro con un grupo de madrileñas que vienen a pasar un día en Praga, nos saludamos, y vuelvo con el grupo a recorrer los arrabales rumbo al centro histórico.

     

    Al final llegamos a la zona vistosa de Praga, y a los que les quedaban dudas se les van rápidamente. Praga tiene un tipo de encanto propio, diferente, y ni siquiera las hordas de turistas pueden estropearlo.

     

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    La omnipresente plaza central de Praga

     

    Al principio nos limitamos a un errático paseo sin pensar mucho por donde vamos, lo que nos hace acabar una y otra vez en la plaza central, pero a la hora de la comida nos desviamos hacia los barrios más periféricos para buscar el perrito más barato de todos, pero lo único que conseguimos es acabar en barrios raros en los que no venden ni perritos ni nada.

     

    Por el camino encontramos una curiosa construcción de ladrillos pintados, que tenia toda una paranoia montada alrededor que consistía, aparentemente, en pagar 20 euros por el derecho a pintar tu propio ladrillo... mmm... pues me da que no, eh?

     

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    ladrillos por euros: la especulación de toda la vida, en plan muy básico

     

    Al final, resignados, volvemos a Mustek y nos comemos unos mucho más caros, aunque en realidad no lo son tanto. Yo en particular me cebé bastante, y 20 minutos y 100 coronas después, (mi gran sueño, alimentarme gracias a mis ganancias como tahúr) nos dirigimos al barrio judío.

     

    Y tal como llegamos, casi nos fuimos, porque pasamos bastante de los museos judíos, las sinagogas viejas y chungueces por el estilo. (Oh, que ha dicho, que hereje, se pierde cientos de recuerdos históricos… ya, ya lo sabemos).

     

    Llegamos al Rudolfinum y nos tiramos un rato en un banco del que espantamos a sus ocupantes originales, preparándonos psicológicamente para nuevas dosis de arte.

     

    Después, dimos un rodeo estúpido para llegar al puente de Carlos, cruzamos, y en una plaza junto a Nerudova volvimos a pararnos como vacas que somos, esta vez en un Starbucks compartiendo un café entre cuatro como excusa para disfrutar de una mesa y jugar a las cartas.

    Unas cuantas manos de gilipollas después, y cuando ya se hizo evidente que no podíamos exprimir por más tiempo un frapuccino derretido, empezamos la etapa final del día, la subida al castillo.

     

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    El Rudolfinum. Para hacer esta foto me arrastre por el suelo durante varios lamentables minutos

     

    A medida que nos acercábamos empezamos a temer la subida, pues parecía una colina de altura considerable, pero en realidad fue bastante asequible y muy pronto pudimos disfrutar de unas vistas increíbles de la ciudad. Divisamos la torre de comunicaciones, y así pudimos valorar la pedazo caminata que llevábamos ese día.

     

    Empezamos a curiosear por el castillo, pasando por la increíble catedral (que necesitaría una buena plaza delante para poder apreciarla bien) y los patios interiores del recinto, donde encontramos a dos madrileños interraileros que nos sugirieron recoger tiquets del suelo para entrar gratis en los museos judíos.

     

    Visto ya todo, y habiéndonos negado a pagar por un ver un callejón por muy del oro que fuese, empezamos a pensar en la bajada, cuando vimos al mismo grupo de madrileñas al que yo había saludado en el albergue esa mañana.

     

    A la vez que las veíamos, nos vieron ellas, nos saludamos, y nos identificaron como los del albergue, con la curiosidad de que me reconocieron a mí, pero… también a Rafa, al que no habían visto en la vida.

    Tardaríamos un rato en darnos cuenta, pero cuando ya bajábamos de la colina, caímos por fín: el señor Rafael acababa de ser confundido con el catalán yonkarra del albergue. Tres puntos para él, y muchas risas.

     

    Esta vez volvimos en metro (y Pablo pagó el primero), y paramos a los pies de la torre de televisión, el edificio más alto de Praga. No teníamos mucha intención de subir, al menos no pagando 9 eurazos, pero encontramos un pasatiempo suficientemente divertido: cortarle el rollo a las parejas cariñosas de los bancos a base de hacer el cafre.

     

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    La torre de comunicaciones, nuestro punto de referencia para no perdernos. No muy eficaz.

     

    Ya de vuelta en el albergue, echamos unos futbolines y cenamos un arroz terriblemente pastoso, fruto de pasar de el mientras se cocía. Antes de juzgarnos como unos inconscientes, me justificaré: estábamos realmente ocupados primero decidiendo si la piel de las salchichas se come, y luego quitando cada plastiquito individualmente. Sí, los perversos checos envuelven cada salchicha en un plástico transparente y camuflado, pero incomestible (o no).

     

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    Cocinando con estilo todo sabe mejor. Arguiñano Dixit

     

    El ambiente hoy es cutre a morir, sin catalanes, sin mexicanos y con unas madrileñas sosísimas que prefieren pasar el tiempo ordenando calcetines que relacionándose con gente real, así que nos subimos a la habitación, nos pusimos cómodos, y pasamos las 2 horas de rigor diciendo paridas y comiendo frutos secos, conservas y barritas Sirius, mientras yo limpiaba la navaja en un apasionante ritual de limpieza, engrasado y pulido.

    Después, nos fuimos a sobar, para mañana acabar de ver Praga.

     

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    El caribe en Praga' o 'Por que nunca salgo en las fotos'


  5. 5 de julio. Praga

     

    Día 2: “Full de tibias y cráneos”

     

     

    Primer día desde que estamos establecidos en Praga, y nuestro plan es, precisamente, salir de ella. Hoy nos vamos a Kutnà Hora. Después de enterarnos de los horarios con el simple pero efectivo sistema de información de la estación, compramos nuestros billetes y subimos a un tren en el que durante casi 3 horas, y por solo 344 coronas ida y vuelta entre todos, jugaremos a las cartas y dormitaremos hasta llegar a destino.

     

    Una vez allí, optamos por seguir a la masa humana, que nos lleva irremediablemente en dirección al osario, aunque antes pasamos por una pequeña iglesia con un nivel de espectacularidad cercano a cero. El osario en sí, a pesar de su renombre, no es demasiado espectacular.

    Es una cripta más bien pequeña, aunque muy curiosa en su decoración. Lámparas, candelabros, dibujos… todo hecho con los restos de cientos de niños y vírgenes sacrificados a los dioses paganos (la censurada versión oficial dice no se que de la peste que no me acabo de creer).

     

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    la presencia de tantos restos humanos nos hacía sentir deprimidos y compungidos...

     

    Cierto que los escudos hechos con huesos y estas cosas son bastante interesantes, y las montañas de calaveras y tibias pueden incluso llegar a impresionar, pero creo que hablo en nombre de todos cuando digo que lo único que te motiva a estar más de cinco minutos allí dentro es la sensación de que, ya que has pagado por entrar (aunque más bien poco), pues tendrás que rentabilizarlo.

     

    A la salida, dirigimos nuestros pasos al pueblo en sí, que estaba a un par de kilómetros a patas. El pueblo no tiene nada especial, al margen de una aparente aversion a los hippies en algunas tiendas y una catedral bastante bonita, muy esbelta al borde del barranco y con una cubierta muy curiosa. (Como novedad especial, estaba en restauración parcial…)

     

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    Pero poco nos dura la contemplación, pues tenemos que volver rápido a la estación si no queremos pasar 2 horas tirados sin nada que hacer. Hacemos casi todo el viaje sobando, y a las 5 de la tarde ya estamos de nuevo en el albergue, donde preparamos preparo una especie de carne con nata y patatas fritas razonablemente comestibles.

     

    Apalancamiento, futbolín y cartas parecen haberse convertido en las normas supremas, y así perdemos toda la tarde, hasta que forzamos una cena temprana con la intención de salir a dar una vuelta por la ciudad. Sin embargo, en el último momento, Pablo y Jorge se desmotivaron y tuvimos que salir Rafa y yo solos. Además, ya eran las 11 de la noche, y toda la gente que nos íbamos cruzando por la calle parecía estar ya en retirada.

     

    Aun así, la noche dio para dar una vuelta, acercarse por primera vez al puente de Carlos y empezar a hacernos con la ciudad. También llegamos a la famosa discoteca de múltiples pisos, y nos planteamos entrar, pero la cola era bastante apabullante y pasamos.

     

    Ya de vuelta, quisimos comprobar si había algo de ambiente en la sala común, y vaya si lo había. Nos encontramos a gente en el futbolín, gente en el ping pong, y a Pablo y a Jorge jugando al póker junto a los mexicanos y a los catalanes. Y nosotros buscando la juerga fuera.

     

    Los intentos de enseñar a Pablo a jugar al póker no parecían servir para nada, así que le sustituí y jugamos un par de partidas de calentamiento. Ahora que los catalanes ya tienen rivales que se enteran de cómo va el juego, pueden dedicarse a drogarse como estaban haciendo antes.

     

    Para animar un poco la partida, decidimos apostarnos unas cuantas coronas, algo simbólico. Entonces fue cuando se puso interesante la partida. El primero en salir del juego fue Neil, uno de los catalanes, pero recompro enseguida para volver a la mesa. El siguiente fue Joel, que cedió todas sus fichas de cartulina a los catalanes. Unas cuantas rondas más tarde, Neil otra vez y Bernat se marchaban, y el otro mexicano, Julio, dejaba con mucha dignidad la mesa y se iba a dormir.

     

    El 90% de las fichas estaban en poder de Sergi, que sonreía seguro de sí mismo, sabiendo que tenía toda la ventaja.Pero en un alarde de paciencia y estrategia, en lo que resulto ser un ejemplo épico de habilidad y manejo de la situación, revertí la situación y gane la partida, dejándolos a todos anonadados. (Bueno, igual dramatizo un poco, pero en esencia fue así…)

     

    Resultado: 100 coronas en un bolsillo, y el ego destrozado de los catalanes en el otro.

     

    Aun tuvimos tiempo después de eso para ganarles un par de partidas al futbolín, y otras tantas al ping pong, y después nos retiramos todos. Al final, una noche fructífera: cerveza, poker, colegas, ganar dinero... pa que mas?

     

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    catalanes y gallegos: la ludopatía checa se contagia


  6. 4 de julio. Barcelona – Praga

     

    Día 1: “Rumbo al este”.

     

    Todos en pie bastante temprano, a las 7:30, pequeño tentempié a base de frutos secos y barritas energéticas Sirius y rápidamente recogemos campamento. A nuestro alrededor se han instalado un montón de obreros arreglando las aceras, así que no estamos tan solos como pensábamos. Ponemos rumbo a la terminal C, con la intención de desayunar un poco mejor y beber algo.

     

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    Una vez allí, nos bebemos un café acompañado con el grandioso bizcocho de la madre de Rafa y después procedemos a asearnos y lavarnos los dientes en el baño, como Tom Hanks de la vida. Las horas de espera pasan bastante rápido, facturamos las mochilas y esta vez también las tiendas, y montamos los primeros en el avión.

     

    Salimos puntuales y sobrevolamos Europa a una sorprendente altura de 32000 pies, según el comandante. Pasamos el vuelo jugando a las cartas, escribiendo y pensando múltiples formas de morir en un avión.

     

    Una vez aterrizados en Praga, empieza el impacto psicológico con los primeros carteles en checo. Identificados ya los términos “salida” y “equipajes”, llegamos a las cintas donde, al igual que en Barcelona, hay bultos olvidados de un vuelo de Francia.

    Un frustrado Rafa comprueba que, un año más, su móvil se niega a funcionar en el extranjero, lo cual será excusa con los primeros nativos, en una tienda de Vodafone.

     

    Compramos tiquets de autobús y después de un corto tramo transbordamos en metro. A la salida de este, nuestro inequívoco aspecto de turistas atrae a la brigada revisora, que le calca a nuestro amigo Pablo 700 coronas de multa por ser el único que no ha validado el billete. No volvería a cometer ese error en todo el viaje, pero aun así las multas serían tema recurrente de muchas coñas en los siguientes días.

     

    Comienza la búsqueda del hostal, que tenemos reservado desde hace algo así como un mes (y es el único), pero aquí surge un pequeño problema: los únicos datos que tenemos de su ubicación son un leve recuerdo de la zona del mapa donde esta, pero no tenemos direcciones, ni barrio, ni teléfono…

     

    Elegimos rodear el “pequeño parque ese que sale en el mapa”, que resulto ser en realidad un cementerio de colosales dimensiones. Esto desemboca en 2 horas largas vagando por la ciudad, en un barrio de un aspecto nada prometedor. Aunque tal vez sea más realista decir que el barrio es un reducto de pobreza, juego y prostitución, un agujero inmundo donde se alternan los clubs de striptease, casinos, club de striptease, vagabundos, más casinos… así hasta donde alcanza la vista.

     

    Dejamos las cosas en un parque y Rafa y yo nos adelantamos para buscar la calle, pero sin resultados. Cansados y hartos de andar y preguntar a praguenses porreros que contestaban cualquier cosa para que les dejásemos en paz, recurrimos al apoyo logístico en la sombra: mensaje a Garrido para suplicarle que buscase la dirección en internet. Un rato después, y ya con la información necesaria, llegamos al hostal sin más dificultades.

     

    Pasamos a la recepción y confirmamos nuestra reserva. Después de liarnos un poco para pagar, con el cambio de moneda y múltiples “yo doy 100 ahora, tú pones 200…”, quedo confirmada nuestra estancia por cuatro noches con desayuno incluido por algo menos de 5000 coronas, en habitación privada con baño compartido.

     

    Subimos a la habitación y pusimos en práctica rápidamente nuestro patentado estilo “Zerg”, es decir, extender nuestras posesiones por todo lugar en el que nos parasemos más de 30 segundos, como extendiendo una imaginaria baba de corrupción que nos hace adueñarnos de los lugares e impide la presencia de otras formas de vida.

     

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    habitación al llegar...

     

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    ...5 minutos después

     

    Después, y para reponernos de la caminata, nos tiramos como vacas y empezamos a devorar toda suerte de porquerías que habíamos traído en las mochilas, como frutos secos, latas de atún o barritas energéticas Sirius.

     

    Nos costó varias horas, pero al final nos decidimos a movernos y echar un primer vistazo a la gran Praga. Para llegar al centro, atravesamos de lado a lado nuestro hermoso barrio, plagado de casinos, hijos de la droga y checos (gentes, por cierto, que tiene la curiosa característica de parecer todo criminales)

     

    Una vez en el museo nacional, y después de encontrarnos a los primeros españoles, empezamos a bajar hacia el centro de toda la movida. En realidad, este amago de visita al centro no duró mucho, pues en cuanto empezó a aumentar la cantidad de edificios bonitos y de negros patrocinando discotecas extrañas con eslóganes como “dancing chiqui chiqui bum”

    Lo que si pudimos intuir es que en la ciudad había muchísimos turistas, y muchísimos americanos entre ellos, y que McDonald’s ganaba por abrumadora mayoría a Burger King, inexistente en Chequia.

     

    Ya de vuelta en el hostal, empleamos lo que quedaba de día en comer y jugar al futbolín (la versión mutante europea, con 2 defensas para enfrentarse a 3 delanteros y 5 medios…)

     

    Cuando subimos a la cocina a preparar la cena, saludamos a unos guiris que estaban cenando también con un sutil “hello”. Aun tardaríamos cinco minutos más en darnos cuenta todos de que en la sala solo había españoles, tras lo cual se presentaron. Eran tres catalanes haciendo el típico interrail de capitales europeas, aunque con un planteamiento totalmente enfocado en la fiesta nocturna.

    Intercambiamos anécdotas y consejos durante un rato, hasta que ellos se fueron de farra y nosotros nos quedamos comiendo nuestros bocatas de salchichón.

     

    Cansados, mis compañeros se retiraron a dormir, pero yo aun baje un rato y tuve tiempo de conocer a unos mexicanos y a un colombiano que tuvieron incluso el detalle de invitarme a una cerveza. Y, ahora sí, el primer día estaba finiquitado.


  7. Un año más, y en lo que promete convertirse en toda una institución, se lleva a cabo la segunda edición del “Vagabundos’ Tour”.

    Con un pequeño reajuste en los integrantes con respecto al año anterior, pero manteniendo el mismo espíritu y las mismas premisas: Presupuesto mínimo, dignidad humana reducida hasta extremos insospechados, y en general unos niveles de tiradez considerables para el joven burgués medio.

     

    En fin, comienza aquí el relato de lo que durante 22 días ha sido una experiencia enriquecedora y alucinante, con momentos altos y momentos bajos pero, en conclusión, irrepetible.

     

    Para empezar, nos presento: de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Rafa, Jorge, Pablo y yo, Mario, posando todos para la vergonzosa posteridad

     

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    Jueves, 3 de julio de 2008. 8:45 PM. Aeropuerto de Peinador

     

    Día 0: Empieza la aventura

     

     

    Esta historia comienza aquí, con la llegada del que escribe estas líneas, que resulta ser el último de los cuatro. A diferencia del año pasado, esta vez la escena de la despedida es mucho mas enternecedora y familiar que el año pasado, a todos nos acompañan madres, padres y hermanos, todos sonrientes en apariencia y preocupados por dentro. En los primeros minutos facturamos las mochilas sin problemas y pasamos a la zona de espera, donde Rafa y yo cenamos algo.

     

    A la hora de pasar los controles de seguridad, Pablo y Jorge vieron frustrados sus planes de secuestrar el avión con las piquetas de las tiendas para estrellarlo contra la torre de Hércules, aunque finalmente pudieron pasar sin mayor problema.

     

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    Embarcamos en el avión y nos sentamos en nuestros asientos semi-vip, en tercera fila. Despegue, y comienzo de la aventura.

    Una hora y media después, pisando ya tierras catalanas, pasamos a la zona de recogida de equipaje, donde nos dedicamos a hacer coñas con el equipaje de los demás y cogemos un par de carros que harán el resto de la noche mucho más divertida.

     

    Ahora viene la parte importante, que es buscar un sitio para dormir. Nuestro siguiente vuelo no sale hasta mañana al mediodía, y en algún lugar tendremos que tirarnos. Después de recorrer la terminal un par de veces y descartar todos los rincones, y de comprobar que la estación de trenes está en obras, comenzamos a andar por el aparcamiento buscando un rincón con hierba.

     

    Cuando ya estábamos resignados a no encontrar ningún lugar, llegamos a la parte de acceso del personal, y ante nuestra vista se extendían enormes extensiones de hierba. Nos alejamos todo lo que pudimos del aeropuerto, y supimos que estábamos suficientemente lejos cuando llegamos al letrero “planta de transferencia temporal de residuos”, más allá del cual el olor a estiércol era bastante inaguantable.

     

    campamentove5.jpg

     

    Sacamos las Quechuas, que un año más se negaban a montarse como en los anuncios de la televisión, y unas cuantas patadas después, teníamos campamento. Mientras montábamos todo el chiringuito, un paisano que estaba recogiendo sus cosas nos observaba, y el maldito debió ir a avisar a alguien, porque apenas diez minutos después aparecía por allí un coche de los Mossos de escuadra.

    El tío que se bajo del coche vio cuatro tiñosos con carritos y tiendas de campaña, nos preguntó de dónde veníamos, y después de deducir que no éramos terroristas prefirió evitarse problemas con los gallegos y dijo que no era su jurisdicción, pero que si venia la policía nacional, deberíamos irnos. Nadie más nos molesto en lo que quedaba de noche, y pudimos dormir bastante bien. El viaje comenzaba de la manera más auténtica posible.


  8. Estamos de vuelta!

     

    Despues de 22 dias de viaje por las europas, hemos conseguido volver a casa. Y ahora que también ha vuelto mi mochila despues de dar vueltas por Venecia, me pongo a transcribir el diario.

     

    Como adelanto, decir que ha habido experiencias cercanas a la muerte, semimutilacion de partes del cuerpo, dormir en sitios penosos, acojonar a los vagabundos de puro tiñoso que ibamos...

     

    En general, experiencia increible, aunque el Cosmos va a tener que hacer mucho por nosotros para equilibrar un poco el Karma...

     

    Pues eso, que ademas tengo fotos de sobra, asiq espero poder pfrecer un diario decente, en funcion de mis posibilidades de acceso a internet.

     

    Un saludo a todos


  9. Me Voy!

     

    Por fin, después de una larga espera, y ahora que se que he aprobado proyectos de una p... maldita vez, nos disponemos a vagabundear por europa central.

     

    Esta misma noche tenemos vuelo a Barcelona, y para empezar de acuerdo a nuestro estilo, dormiremos en algún rincón del aeropuerto en espera del vuelo a Praga.

     

    Las premisas son las mismas del año pasado: poco dinero, mucho morro, y cero dignidad.

     

    Un saludo a todos, y mencion especial para los diarios de gente como Fish, Bustin o k_lero, que son los que inspiraron la semilla de este viaje.

     

    A la vuelta, si sigo en un estado físico razonable, prometo diario con fotos.


  10. Sencillamente espectacular. Que sepas que en este momento te odio profundamente porque tendria que estar estudiando, pero es que en cuanto he empezado a ver las fotos no he podido evitar leerme el diario entero de golpe, y mas cuando de mi último viaje me quede sin ninguna. Bien pensado, mejor tu diario que mis apuntes, xd.

     

    Sin palabras, en serio, hay por ahi fotos de verdadero profesional. Saludos


  11. Hola de nuevo.

    Un año después de perderme junto con otros tres galleos en Italia, y recuperados los 10 kilos perdidos, me encuentro a poco mas de un mes para empezar una nueva aventura: el Vagabundo's Tour 08. Uno de nosotros nos deja, pero tenemos sustituto, y este año SI tenemos cámara de fotos "operativa"

     

    El objetivo de este año, después de leer tantos y tantos diarios memorables, no es otro que visitar la Rep. Checa y Polonia, poniendo el acento final en Berlín.

     

    Mientras me muero de asco con los últimos proyectos a entregar, ahi va mi ruta y mis intenciones, con la esperanza de que algun comentario me inspire, me corrija errores, o me mande a paseo, xd.

     

    El presupuesto es tan ridículo como el año pasado o mas, pero al menos esta vez el vodka cuento con comprarlo alli, xd.

     

    Bueno, tenemos vuelos Vigo-Barcelona para el 3 de Julio por la noche, y el 4 por la mañana salimos a Praga. La ruta provisional es la siguiente:

     

    4 de Julio - Praga

    5, 6 y 7, Praga, con una visita a Kutnà Hora

    8 - Cesky Krumlov

    9, 10, 11 - Brno y Olomouc, aun sin distribuir. Marchar a Cracovia de noche

    12 y 13 - Cracovia, incluyendo Auschwitch

    14 - Zamosc

    15, 16 - Varsovia

    17, 18 - Visita a Malbork, Gdansk

    19 - Parque de Slowinsky?

    20 - Torun

    21, 22, 23, 24 - Berlín, supongo que acercarse a Potsdam

    25 - Berlín - Barcelona, Barcelona - Vigo, Fin

     

    Bueno, como lo veis? Los trenes son muy desesperantes en Polonia?

    Me gustaria también acercarme a Zakopane, que supongo que puedo buscarle un hueco. Alguna idea al respecto?

    En cuanto a alojamiento, no se si alguien leyó el diario de Italia de 2007, pero no se nos caen los anillos por dormir en la calle, ni nada por el estilo. Como se lleva eso de dormir al raso en Polonia? Es posible, o lloverá, o nos echarán a patadas o algo?


  12. Conclusiones

     

     

    Han pasado ya seis meses desde la finalización del Vagabundo's Tour 07. Nuestro primer viaje en plan aventurero, aunque seguro que no el último. Los recuerdos más fugaces empiezan a confundirse y diluirse en la memoria, pero las profundas sensaciones despertadas tardarán mucho más en desaparecer. Aun nos reímos a carcajadas cuando recordamos las anécdotas del viaje, y las situaciones que en directo resultaron angustiosas, ahora son miradas con cariño y nostalgia.

     

    Después del viaje, somos los mismos que antes, especialmente ahora que hemos recuperado un peso normal, pero también somos distintos. Hemos abierta una senda para abrir nuestras mentes, y trataremos de hacer el mundo cada vez más pequeño a partir de ahora.

     

    Hemos aprendido muchas cosas, desde discutir precios en italiano hasta sobrevivir con una lata de melocotón, pasando por cocinar en 30 centímetros cuadrados; pero las más importantes no pueden ser descritas, o al menos yo no encuentro las palabas.

     

    Los primeros días después del regreso resultaron muy extraños para mí, despertarme en un colchón, ducharme cuando y como quiero, comer en cantidades razonables… pero también se ha perdido la sensación de aventura, la grandiosa sensación de emoción y temor cuando no tienes ni idea de donde dormirás esta noche.

     

    Algunos hábitos nos costarán quitárnoslos. Cuando camino por la calle, tengo una nueva tendencia a buscar sitios discretos y protegidos del viento donde quepa nuestra tienda de campaña.

     

    Ahora ya estamos de nuevo con las rutinas habituales, siempre grises. Pero en ningún momento hemos olvidado la experiencia del verano. Aunque la idea tardó poco en surgir, es ahora cuando está cogiendo fuerza un Vagabundo's Tour 08.

     

    Con nuestro pequeño fondo de experiencia, trataremos de no caer en errores del pasado, sino de buscar errores nuevos, que siempre son más divertidos. Además, intentaremos llevar una cámara de fotos que de verdad haga fotos, y no la cámara de video de los años 80 de llevábamos.

     

    Aquí, y ahora, queda inaugurada la “fase preliminar” del Vagabundo's Tour 08, que debe llevarnos a explorar los confines de República Checa y Polonia en profundidad, allá por Julio.

     

    Este relato no ha sido un diario. Ha sido el primer tomo de una saga.

     

     

    Saludos, y gracias a todos los que me habeis leido.


  13. Día 17

     

    7:30 A.M. Camping Roma, Roma

     

    Me despierta Pablo, que siempre es el primero en despertarse, porque tenemos visita. Justo delante de nuestra tienda, uno de los gorilas de seguridad, avisado por el miserable inglés que estaba junto a nuestras tiendas y que ha pedido un traslado, nos está diciendo algo. Despejado a toda velocidad, intento entender lo que nos dice. Básicamente, nos está tomando por unos miserables vagabundos que están allí de gorra, y nos pide que mostremos los pases.

    Después de buscarlos un rato, pues la confianza con el gallego de la puerta nos ha hecho pasar mucho de ellos, y pasando unos momentos en los que el de seguridad parecía querer tirarnos por encima del muro, encontramos los pases. Además, al decirle que nos íbamos ese mismo día, pareció tranquilizarse y nos dejó en paz.

     

    El día de hoy no nos ha cundido demasiado, y hemos seguido la rutina de supermercado-vagancia, alternando con formas arcaicas de alimentación. Esto último se refiere, por supuesto, al lujo que nos permitimos al comprar unas patatas, cosa que acabó en desastre después de quedarnos sin gas a media cocción, dando lugar a masas aceitosas semifritas que nos comimos a medias, como quien dice, por amor propio.

     

    Después de comer, cogimos todos nuestros bártulos, nos despedimos de las gentes del camping, y partimos de nuevo a Roma con la intención de hacer una última excursión, que empezó en el Quirinal y derivo en un callejear sin sentido ni rumbo, al fondo del cual se divisaba indefectiblemente el Coliseo (maldito…), y en la que, cargando las mochilas como íbamos, estábamos entrando de nuevo en modo agotamiento absoluto.

     

    Garrido se pico de nuevo por que estaba harto de que no tuviésemos ni zorra de orientarnos, así que se piró y dijo que nos veríamos en el aeropuerto. En fin, ya conocemos a Garrido…

     

    Cuando por fin encontramos el lugar donde está el Moisés, estaba cerrado, y nos piramos a Termini para ir al aeropuerto.

    Cogimos los billetes, llegamos a Ciampino y… o, vaya, el aeropuerto está un poco alejado, pero hay un autobús lanzadera por… ¡1 euro! Están locos estos romanos, no tenemos suficiente dinero, así que decidimos ir andando. (Resulta reseñable que desde el día 16, San Cajero ha dejado de atender mis ruegos y me ha informado de que no nos queda dinero, incluso he gastado parte del de Rafa que estaba en la cuenta, el de emergencia… todo. Menos mal que el camping ya está pagado y que nos quedan aun como 30 euros en efectivo)

     

    De lejos pudimos ver a Garrido, que curiosamente no llegó mucho más pronto que nosotros, pero el sí estaba subiendo a la lanzadera.

     

    Pronto llegamos al muro del aeropuerto, por lo que solo faltaba andar hasta encontrar una puerta, ¿O no?

    Oh, que grave error… preguntamos a un paisano si la puerta estaba muy lejos, a lo que contesto con un “a piedi?” El “sí” que recibió por respuesta le hizo poner cara de alucinado, nos contó que este era el aeropuerto militar y que el civil estaba bastante lejos. Bueno, el vuelo sale por la mañana, pero ir andando va a ser mortal…

     

    En esto, nuestro nuevo amigo nos da la gran noticia: “Os llevo, tengo que ir hasta allí a una farmacia”

    ¡Sí, por fin un poco de suerte! Y menos mal, porque si Claudio no nos hubiese llevado, fácilmente habríamos tardado 3 horas por la autopista. Al final, todo acabó bien, conversamos con él, y acabamos sanos y salvos en el aeropuerto.

     

    Nos reencontramos con Garrido, que se ha hecho amigo de dos chicas norteamericanas que estudian en una especie de colegio de monjas en Málaga, o algo así, y cenamos por ahí tirados los 6. Cuando por fin toca dormir, montamos por última vez la tienda de campaña en el mejor césped desde Bergamo (el del aparcamiento) y dormimos plácidamente nuestra última noche en Italia

     

    Día 18

     

    Aparcamiento del aeropuerto, Ciampino. 7:20 AM

     

     

    Despertamos y lo primero que vemos es un coche de los carabinieri, cuyos ocupantes están… ¡Riéndose de nosotros! En fin, al menos no se han puesto pesados. Recogemos todo y facturamos, después embarcamos, y algunas horas después del desayuno ya estábamos en Madrid, para hacer transbordo a Vigo.

     

    Ya estamos aquí, Peinador, aeropuerto de Vigo, igualito que siempre. Un colega se ha acercado junto con un surtido de padres a saludarnos, y poco podemos hacer para disimular los kilos perdidos, o mi mugrienta barba de 18 días (ni Pablo ni yo hemos tenido intención de afeitarnos)

    Pablo se larga andando a su casa, presto a darle una sorpresa a su madre, que cree que el vuelo se ha cancelado y que volvemos mañana. Los demás podemos llegar en coche a casa.

     

    Se ha acabado.

     

    El Vagabundo's Tour 07 se ha acabado, pero ha dejado buen sabor de boca.


  14. Día 16

     

    8:00 A.M. Camping Roma, Roma

     

    Por fin podemos dormir hasta una hora más o menos civilizada. Toca desayunar, pero para eso hay que ir primero al super. Aunque ya lo sabíamos, toca mucho la moral ir al supermercado recién levantado a comprar galletitas. Por suerte, esta justo enfrente, y nos aprovisionamos rápidamente.

    En la caja, mantuvimos un interesante diálogo acerca de lo monstruosamente lentas que son las cajeras italianas, y acabamos diciendo verdaderas barbaridades bajo el amparo de la “inmunidad idiomática”. Ese fue el momento justo en el que la cajera, que resultó ser latina, nos pregunto en perfecto castellano si queríamos una bolsa, dejándonos bastante cortados.

     

    Cruzando el viaducto de vuelta al camping, nos dimos cuenta de que la viejecita que nos cruzamos realmente tuvo miedo por su integridad física, lo que casi nos lleva a plantearnos el tema de la imagen personal. Por suerte, fue un momento fugaz.

     

    Para hoy, tenemos planeado visitar los jardines de villa Borghese y dan un último paseo por la ciudad. Pero la mañana la dedicaremos primero al descanso y la vagancia. A la hora de comer, hicimos unos precocinados chungos y unas patatas fritas en grado de tentativa, y aproximadamente a las 4 de la tarde conseguimos activarnos y salir de allí.

     

    Inicialmente llegamos a una explanada junto a la estación de metro que parecía bastante deprimente, pero luego llegamos a un gran parque muy agradable, donde nos remojamos en un estanque y descansamos un rato. Continuamos por la zona inmediatamente al sur, buscando una cripta hecha de huesos y estas cosas, pero aunque a esta llegamos cuando estaba cerrada, de camino atravesamos la zona de hoteles de 5 estrellas, embajadas extranjeras y aparcamientos con cochazos de muchos ceros, donde estábamos un poco fuera de lugar, pero nos lo pasamos bien rajando de los millonarios.

     

    Por la noche, nos montamos una cena en plan mediterráneo, a base de pan con tomate, aceite, ajo y embutidos varios.

    La verdad es que todos habíamos perdido parte de nuestro impulso inicial, y es que el ritmo que llevábamos en cuanto a alimentación y calidad de vida estaba siendo un poco duro. Lo aguantamos bien, pero el problema llegó cuando tuvimos un mínimo de comodidades, pues nos apalancamos del todo.

     

    Aprovechamos esa tarde-noche para arreglar nuestras cosas, organizarnos e higienizar un poco nuestras tiendas, lo cual derivó en el caso de la tienda de Rafa en un improvisado mercadillo de ropa en estado de descomposición, húmeda pero agradablemente perfumada desde que se rompió el bote de detergente. Conscientes de que era nuestra última noche, nos dormimos mentalizándonos ya de que esto llegaba a su fin.


  15. Bueno, esto esta muy abandonado, intentare colgar los ultimos días, ya menos interesantes, en breve. Mientras tanto, una escueta selección de imagenes principalmente nuestras para ilustrar nuestro modelo de viaje. Como las imagenes son muy cutres en cuanto a calidad, no pondre las fotos de los sitios bonitos ni los grandes paisajes, pues cualquiera con una buena cámara ha hecho fotos un millón de veces mejores, he incluso buscando en google salen mejores fotos. En cambio, salen fotos nuestras durmiendo en lugares penosos, o sobreviviendo en condiciones paupérrimas.

     

    Revisten un nulo interés científico-social, pero bueno. Además, me sirven como punto final al vagabundo's Tour 07 pues... ya estamos preparando el Vagabundo's Tour 08!!!

     

    Saludos a todos

     

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    tres de los vagabundos en Bolonia

     

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    comiendo macarrones en monterosso

     

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    primera noche en la cinqueterre

     

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    dormir al raso te hará rudo... si no mueres de frío

     

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    durmiendo en un parque en vernazza

     

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    plaza pública en Pisa. Nótese el yonki del saco que sobresale a la izquierda


  16. Hala, otro día mas, estos días ando un poco liao con el tema examenes (excusa cutre) y, especialmente, preparando el "Vagabundo's Tour 08", que promete ser incluso mas miserable/apasionante que el anterior. Saludos.

     

     

    Día 15

     

    5:00 A.M. Camping Roma, Roma

     

    Madrugamos de nuevo, pues hemos aprendido la lección de las colas del Vaticano y no estamos dispuestos a perdérnoslo. Desayunamos a toda leche, dejando de nuevo las tazas sin lavar por que los encargados de eso (léase Rafa en este caso) no tienen tiempo para peinarse y lavar las tazas.

     

    Como siempre, bus y montamos en el metro con la megafonía de star wars (el “uscita lato destro” suena autentico a Jabba el Hutt), y cuando llegamos al museo vaticano solo tenemos delante a un grupo de estudiantes aparentemente polacos. Bien, son las 7:10 de la mañana, y esto no abre hasta las 10. ¿Qué hacer? Pues vamos a la basílica. Nos dividimos en dos grupos y nos toca a mí y a Garrido ir los primeros.

    Que gozada ver la plaza totalmente vacía, no tener que esperar cola. Pudimos entrar rápidamente después de convencer a los de seguridad de que llevar a Garrido al lado no corrompe las normas de decoro y estuvimos alrededor de media hora mirando como poseídos a todos lados. No hay mucho que decir, la verdad, si lo has visto, ya sabes de que hablo, y si no, tienes que ir, porque es impresionante todo el montaje que es la impresionante catedral. Claro, si piensas que se dedicaron a moler monumentos romanos para hacer cal para las paredes, pues pierde un poco de encanto, pero si te limitas a contemplar el conjunto, e incluso si piensas el simbolismo que tiene el lugar para una gran cantidad de gente, pues resulta bastante impresionante.

     

    Tan impresionante como el repentino ataque de fervor religioso de Garrido, que enseguida cogió una dinámica de agua bendita-misa en inglés-comulgación que me dejó bastante impactado. Después subimos a la cúpula, desde donde las vistas son espectaculares, y para cuando nos dimos cuenta, empezaba a hacerse tarde, y aun quedaban dos personas por ir. Volvimos corriendo y dimos el relevo, aunque la otra mitad del grupo tuvo que cambiar la cúpula por una visita a las tumbas. De vuelta a la cola, y a punto de abrir el museo, limamos como pudimos los resentimientos de “os tirasteis dos horas allí y casi no pudimos ver nada” y entramos en el recinto.

     

    En el museo fuimos bastante a nuestra bola, especialmente Garrido, que se separo y acabo la visita media hora antes que nosotros y nos estuvo esperando al final. Nosotros nos acoplamos durante un buen rato a un guía mexicano gracias al cual nos enteramos de un montón de cosas. Si aprendí alguna cosa para otras visitas, es que acoplarse a una visita guiada es de lo mejor que se puede hacer, ya sea en plan discreto o descaradísimamente, en una buena manera de enterarse de las cosas.

     

    A la salida del museo, dedicamos el resto del día a callejear en busca de las mil plazas que tiene Roma. De camino, paramos en un supermercado y compramos una especie de pizzas mugrientas cuya mayor virtud era costar 60 céntimos y no ser radioactivas, y unas barritas chungas de cereales. Ya en la caja, el tío pretendía cobrarme algo así como el triple del precio de las barritas, y esa fue la prueba de fuego de todo el italiano que había ido aprendiendo en estos días: discutir en italiano por el precio de unas barritas asquerosas. Al final, yo tenía razón y ellos habían colocado mal la etiqueta, pero el dependiente, viendo que yo prefería quedarme durante horas en la caja (¡con aire acondicionado y todo!) antes que pagar el euro de diferencia, acabó dejándome las barritas al precio barato para deshacerse de mí. Si, ha sido un poco triste pero… ¡Victoria!

     

    Comimos las pizzas tirados en el suelo de una avenida, junto a un árbol,y seguimos nuestra ruta, que nos llevó hasta la plaza de España, aunque los tres perezosos que me acompañaban no tuvieron valor de subir la escalinata de la plaza (que por cierto, también estaba en obras)

     

    Después tuvimos una especie de pique con Garrido, que decidió seguir un rato por su cuenta, y nos acabamos encontrando de nuevo en la mismísima puerta del Partenón, donde entramos en cuanto acabó la misa. Por último, una visita a la Piazza Navona, que estaba en… si! En obras de restauración!...

     

    Con la tontería, se nos paso la tarde, y volvimos al camping, aun sin saber si volveríamos a la ciudad para salir o si montaríamos la juerga en el camping. Al final, después de estar casi una hora para hacer un arroz con tomate y salchichas, optamos por quedarnos en el camping. Hicimos los preparatorios correspondientes: Rafa, peinarse; Pablo, lavarse los dientes; Garrido se ducha y se pone el pijama; y yo, cojo el vodka.

     

    Aparentemente, Garrido se va a dormir, pero no, solo se está poniendo cómodo. Enseguida agarra una tacita de las del desayuno y, obviando mi sugerencia de pedir algo en el bar y rellenarlo de vodka, para conseguir hielo y estas cosas, se baja muy tranquilo dos vasos de vodka, solo y caliente. Ole sus huevos. Después de media horita de esta mecánica de calentamiento, se va a la discoteca del camping y pide en la barra un vaso vacio con hielos, que reparte conmigo.

     

    El detalle reside en que sigue en pijama, un pijama además que es azul y amarillo, de pantalón corto, y con un dibujito de un tío bebiendo chupitos de tequila.

    Lo mejor aún está por llegar, pues otros tres cubatas después, Garrido ya es el amo de la fiesta y entra con su pijama a bailar en la discoteca, mientras Rafa y yo nos infiltramos en un grupo de vascos que estaban por allí de fin de curso o algo así.

     

    Al cabo de una hora, el toque de gracia, entrar en la discoteca y ver a Garrido con una cerveza y un cubata a los que le han invitado, bailando con una chica oriental y siendo fotografiado por la mitad de las personas del local. Mientras tanto, a mí se niega a darme un vaso con hielo ni pagando. Como la situación ya está totalmente degenerada, y ya son las tres y media, Rafa y yo nos retiramos y dejamos a Garrido a su bola. Hasta el día siguiente, en el que un Garrido resacoso aun se mostrará orgulloso de su “hazaña”.


  17. Día 14

    Camping Roma, Roma

     

    Aprovechando las merecidas horas de sueño después de la paliza de ayer, nos despertamos con calma y desayunamos lo mejor que podemos, con la intención de visitar el vaticano hoy.

     

    Llegamos como a las 10 de la mañana, y vimos una pequeña cola junto a las puertas de los museos vaticanos. Buscando el final de la cola, estuvimos 10 minutos caminando, hasta que, cuando contábamos unos 9 kilómetros de cola, desistimos de visitarlos. Tendría que quedar para otro día de madrugada máxima. La duda que me queda es: la gente que estaba en la punta opuesta del país, haciendo cola… ¿tiene alguna idea de donde está la puerta? ¿Realmente cree que va a poder entrar? Misterios misteriosos de la raza humana…

     

    A continuación, hicimos nuestra primera visita a la Basílica de San Pedro. De nuevo, la cola iba a impedirnos entrar hoy, pero desde fuera la columnata y el templo resultaban sobrecogedores. Varios minutos de video se gastaron en ese momento.

     

    Encantados, pero decididos a disfrutarlo mañana, caminaos hacia el centro buscando una panadería para hacernos unos bocatas. Entramos en la primera que vimos, y pedimos un par de barras, grandes y con pinta de bien rellenas… hasta que nos pidieron 5 euros por ellas. Tal como habían llegado a mis manos, volvieron a las del panadero, acompañadas de un ridículo intento de expresar indignación en mi italiano troglodítico.

     

    Al final, recurrimos a un super de toda la vida y compramos dos baguettes de estar pre-congeladas que salvaron el momento. Vimos el castillo de Sant Angelo por fuera, pero decidimos no entrar.

     

    De camino a otros museos, llegamos al Vittorino, al que hoy si pudimos entrar. Resulta sorprendente el grado de fetichismo que hay en Italia alrededor de Cavour, Garibaldi y el rey Vittorio Emmanuel, que supongo que aquí lo habrá hacia otros y yo no me doy cuenta pero… bueno, quiero decir, que dedicarles calles en todas las ciudades y días festivos, está bien, pero ¿el sable de Garibaldi? ¿El mosquete encasquillado de Garibaldi? ¿La bala extraída de Garibaldi? ¿la piedra de riñón de Garibaldi? ¿¿¿Los gayumbos de Garibaldi??? Es que ya me imagino a Prodi, desayunando en el Quirinal, frente a un pedestal con el cipote incorrupto de Garibaldi…

     

    En las puertas de los museos capitolinos, comimos unos bocatas de embutidos de sabores curiosos (carne de algo al aroma de anchoa, o algo así) y pasamos al interior. Los más divertido de estos sitios es pasar delante de una estatua y recordar las clases de historia de la eso, pensando… Ja, toma esa Fernando, tendrás que buscar otro monumento para sorprendernos la próxima vez… que tiempos…

     

    El museo está dividido en varias alas, y después de visitarlo a conciencia en un par de horas salimos, rumbo al coliseo. Nadie nos impidió pagar con excusa de alguna festividad, y entramos.

     

    En mi opinión, en un lugar que parece decepcionantemente pequeño, pero a medida que vas andando por su interior y vas captando sus dimensiones y pensando la época en que fue construido, las cosas que allí han pasado y las películas en las que ha salido, va impresionándote mas y mas, hasta que sales de allí encantado de la vida.

     

    Agotados de nuevo por la caminata, aun nos arrastramos hasta el antiguo “circus máximos”, un extenso aunque absolutamente vacio campo con forma de estadio. Si bien sus dimensiones hacen suponer un pasado glorioso, no se pierde nada el que no vaya, excepto un grupo de cuervos que volaban por allí.

     

    De vuelta a casa (cosa mala eso de acostumbrarme a llamar “casa” a una tienda de campaña de 1,30 de ancho…), y cenamos unos macarrones con tomate, y como no podía ser de otra manera, nos fuimos a dar una vuelta nocturna con la gente que estaba de marcha por ahí. La cosa empezó bien, tirándole el cubata a un australiano y a punto de empezar una pelea multicultural, aunque quedo en nada y a la hora en la que los macarroni chapan los chiringos nos fuimos a sobar, pues mañana toca otra madrugada máxima para ir al Vaticano.


  18. Al final me he leido el post entero, y voy a colocar yo también mi opinión acerca de algunas de esas cosas, desde el punto de vista de los viajes en plan tirado.

     

    El camping gas, imprescindible en mi caso, tiene el problema de que si viajas en avión, la bombona la tienes que comprar en destino, pero una vez superado eso, mis bombonas pesaban 300 gramos y tenían válvula que permite desmontarla.

    Además, tema menaje, venden paquetes con olla, platos... muy ligeros y prácticos. No olvidar algo para dar vueltas, por que hasta que conseguimos una cuchara de palo revolviamos con cubiertos de plástico, que tienden a fundirse con el calor, y no saben muy bien. Respecto a lavarlos... en un camping nos regalaron un bote de detergente pequeño, pero hasta ese momento, yo he llegado a lavar la cacerola con el lactovit de la ducha...

     

    La baraja puede ser muy util para las horas de tren, y aunque no lo parezca puedes seguir hablando con los compañeros mientras juegas. Lo del ajedrez igual va un poco forzado, y mira que me gusta, pero...

     

    Papel higiénico, imprescindible, no pesa nada y aplastado ocupa menos que nada. Importantisimo para mi un cuarto de kilo de alka-setzer, de lo mejor para la resaca en mi opinión.

     

    Las pinzas y la cuerda son muy utiles, aunque yo como cuerda usaba los vientos de la tienda de campaña (una de estas quechua, un poco aparatosa pero ligera y que se monta en un pincho en cualquier lado). El candado está bien para las taquillas, pero para la mochila, solo disuade a los mangantes cutres, porque el que quiere robar te raja la mochila y se lleva lo que quiere. Aun asi, no pesa nada.

     

    Lo que pesa, al final, es llevar 5 pantalones y 12 camisetas como hizo uno que yo me se, y que me prometió que en el proximo viaje se limitaria a llevar bañadores para ahorrarse el 90 % de la ropa interior, y un pantalon largo (no recomiendo esta decisión, ya es muy forzado)

     

    Otros, como navaja, ni lo menciono por considerarlo imprescindible (por cierto, de rebote yo acabé en un avión con la navaja en el bolsillo, la puse despistadamente en la bandeja junto con el movil y el tipo ni se molesto en mirarla)

     

    En algun camping he visto secadores en los baños, que me han servido (verídico) para calentar una lata de garbanzos y dejarla a temperatura ambiente

     

    Por último, yo como toalla me llevé una buena toalla de playa que me sirvió de toalla (obvio), esterilla (doblada, era mas o menos mullida), almohada (envolviendo una pelota de ropa), manta, mantel (depués de esto tuvo que ser lavada a conciencia, no recomendable), capa mágica para correr por ahí todo borracho y para llamar la atención de un grupo de senegaleses que iban vestidos igual que mi toalla y acabaron regalandome una botella de camping gas. Aunque abultaba bastante y hay que dejarlas secar bien.

     

    P.S.: Yo he salido de farra con una muñeca inchable sobra los hombros, en plena noche invernal en Vigo, y fue realmente brutal, pocas veces nos hemos reido tanto, acabó llena de firmas de la mitad de los personajes que hacian botellón por ahí


  19. Día 13

    Camping Roma, Roma, 6:00 AM

     

    Otra vez demasiado temprano, despertamos, ducha rápida y a toda leche a Termini a coger un tren. Nuestro destino: Caserta.

    El tren va bastante lleno en el primer tramo, pero en alguna de las estaciones se vacía considerablemente, hasta el punto de quedarnos solos en nuestro vagón, que es el último.

     

    Llevamos ya tres horas y media de viaje, hemos perdido la cuenta de las estaciones y de las veces que he perdido a las cartas, y Rafa y yo decidimos recorrer el tren entero para echar un vistazo.

     

    Comenzamos a andar, y los temores de estar en un tren fantasma crecen: 10 vagones, y no hay nadie. En el vagón número 14, una anciana con aspecto de abuela de mafioso de película. En el 16, una chica sudamericana con sus hijos. En el 20, nos empezamos a preguntar por que tiene tantos vagones. En el 24, barajamos la posibilidad del tren sin fin. En el 28, ya estamos seguros de que el tren es circular, y de que Garrido y Pablo aparecerán en el siguiente vagón. Y en el 31, por fin, la puerta del maquinista. Y como no podía ser de otra manera, justo en ese momento se lee por la ventana un letrero: CASERTA.

     

    Con nuestras mochilas a chiquicientos mil ciento y treinta quilómetros, echamos a correr por los vagones, con el tren a punto de salir para la siguiente estación. Por suerte, esta vez los compañeros han tenido un detalle, y nos han sacado las mochilas, así que podemos bajar.

     

    La primera impresión cuando vas a visitar el Versalles italiano es importante, y en esta ocasión no es distinta a la de otros grandes lugares de Italia: Está en obras.

    Casi es gracioso, todo el país está envuelto en sábanas blancas…

     

    Decididos a no decepcionarnos, y tras esquivar al vendedor de guías, llegamos a la entrada lateral, y descubrimos que solo están remodelando el jardín delantero, pero que casi todo está bien. Y la verdad, está muy, muy bien. Primero pasamos e trámite de la entrada, en la que de alguna manera misteriosa Garrido, con su gorra y aspecto de turista cutre, con bermudas y polo a rayas y una gorra en la que pone “Marbella”, consigue colar como estudiante menor de edad presentando el carnet joven caducado gallego (cabe destacar que el que hacen en Vigo consiste en una foto plastificada de manera chafardera y con los datos escritos con rotulados, todo muy “made in feito na casa”), y sin hablar una palabra de italiano, mientras que nosotros tenemos que pagar 5 eurazos.

     

    Una vez dentro, la indignación se pasa pronto, porque los jardines del palacio de Caserta son espectaculares. Durante varias horas, damos vueltas por allí, remojándonos en los aspersores tamaño B-52 y viendo estatuas y esculturas. Realmente, allí nos lo pasamos muy bien y nos sirvió para quitarnos el maldito estrés (existe un video bastante triste en el que yo ruedo colina abajo 200 metros en el jardín inglés, atravesando un parterre de cardos y finalizando el viaje contra un arbusto, que demuestra lo relajados que estábamos)

     

    A la salida, visitamos el interior del palacio, y después comimos unas pizzas muy baratas y buenísimas, para a continuación dirigirnos a la estación otra vez. Dada la aparente inexistencia de los revisores al sur de Roma, un único billete nos sirvió para todo el día, y pronto estábamos en Napoli Centrale.

     

    Otra anécdota fue cuando dos tipejos con pinta chunga se sentaron en nuestros asientos en el tren (atraídos, sin duda, por la pinta de primo de Garrido con su gorra azul con bolsas de la compra dibujadas), y empezaron a pedirnos dinero, a lo que pablo (con su barba de diez días, camiseta del celta y bañador) respondió con un cortante y efectivo “tío, hace una semana estaba durmiendo en la calle, tengo pinta de tener dinero para darte?” En pocos momentos, se habían ido.

     

    Una vez en Pompeya, dimos vueltas por la ciudad buscando una fuente, que encontramos en no-se-que congregación de monjas, para después dirigirnos a la ciudad histórica de Pompeya.

    Admiramos lo bien conservada que esta la ciudad, y admiramos el gusto de los romanos por el hipócritamente bautizado “arte erótico paleocristiano”, vamos, azulejos porno.

     

    Ya de retirada, en Nápoles, teníamos una hora antes del tren a Roma, y quisimos aprovecharla para dar una vuelta por la ciudad. Yo estaba lamentando que no fuésemos a ver casi nada del sur de Italia, y apenas nada de Nápoles.

    Salimos de la estación, y todo aquel que haya estado allí sabrá de que le hablo cuando me refiero a verdaderas montañas de basura, gente roñosa durmiendo en pilas de cojines, bolsos desvalijados por el suelo, 4 personas en una scooter, cosas tan mugrientas que hasta las manchas estaban sucias…

     

    Además, nos metimos por un callejón bastante nauseabundo y roñoso, que tenía incluso más mierda que la plaza principal, y allí ya estábamos en plan, creo que me piro. El problema principal es que era un poco tarde, y el mercadillo que tan animado debía estar antes, ahora estaba totalmente hecho un asco. Dimos un buen paseo, y paramos en un puestecillo a coger unas pizzas, pero después de que el dueño me dirigiese una mirada asesina a la vez que repetía “1,50, 1,50” por retrasarme doce millonésimas de segundo en sacar las monedas, volvimos para la estación.

     

    Que no se me malinterprete, que la ciudad me gustó y todo, pero tengo que volver en otra clase de viaje para disfrutarla.

     

    En la estación, montamos un pollo tremendo intentando colarnos en el nocturno a Milán, porque yo había calculado que ahorraríamos una hora de viaje, y cuando estaba a punto de salir, comprobé que era mejor otro tren y no sé que lio. Pablo y Garrido se limitaron a seguirme mientras corría de un vagón a otro, y de un tren al siguiente, pero Rafa se empeño en entender lo que estábamos haciendo, y casi se queda en el tren que lo habría dejado en Turín.

    Finalmente, llegamos a Roma, maratón de autobuses, y de nuevo en nuestro “campeggio”, donde conocimos a nuestro nuevo vecino, un americano que se negaba a contestar a los saludos y al cual obstruíamos un poco el paso a su tiendo (recordar que estamos en unas losetas cutres entre dos tiendas de verdad)

     

    No nos queda comida, así que hoy no hay cena, y después de dar unas vueltas por el camping, echarnos unas risas con los negratas y reírnos un rato, nos fuimos a sobar.

     

    Aun rafa se llevo una última sorpresa al meterse en su saco. Básicamente, estaba acabando de apañar mis cosas en mi tienda para dormir, cuando oigo “Pablo, no me arañes”

    Inmediatamente, me da una especie de shock y me quedo un momento prestando atención, para saber si dormir tranquilo, o irme al bar a dejar intimidad…

    Entonces, llega la respuesta: “Aun no estoy en la tienda”

    Entonces… esto es… ahhh!!! Un bicho!!!

     

    La siniestra alimaña devoradora de carne era “guiri”, el gato del camping que nosotros bautizamos así porque, a pesar de hacerse muy amigo nuestro, pasaba de nosotros cada vez que venía una turista extranjera, o en su defecto cualquier ser humano con tetas (excepto garrido, que no cuenta)

     

    Bueno, otro día mas… y otro en el que no he podido irme de bares...


  20. Oh, que bonito, gente apoyandome...

    Bueno, iba a continuarlo igual, me pasa como en la vida real, que para callarme tengo que estar bajo el agua o algo asi, pero agradezco mucho que os tomeis la molestia de decirmelo. Hasta ahora estaba de examenes, pero ya estoy haciendo planes para una posible escapada a turquia en enero, o algo asi.

    Un saludo, pondré la última semana de viaje cuanto antes. Deica logo


  21. Bueno, no se si esto sigue interesandole a alguien, pero intentaré seguir poniendo algo con más frecuencia, aunque sea por el único lector que seguro que sí que esta leyendo. A 1000 kilómetros, un saludo Pablo!)

     

     

    Día 12

    Camping Roma, Roma, 10:20 AM (más o menos)

     

    Estamos por fin en la última etapa importante del viaje. Tenemos vuelo de vuelta a Madrid desde aquí para dentro de unos días, así que aunque nos quedásemos ahora mismo sin dinero y sin posesiones, acabaríamos volviendo a casa. Parece que no, pero ir por ahí en plan vagabundo cansa un montón, por lo que intentaremos reponer fuerzas antes de explorar Roma.

    Al despertar, descubrimos que el grupo de negratas con ropas de colores que alborotaron tanto al llegar al camping, había cogido tiendas bastante cerca de nosotros. Eran gente bastante simpática, unos 12, y cuando se acercó uno de ellos a pedirnos el hornillo un momento para hacer café, nos hicimos colegas y estuvimos hablando un rato en una mezcla de “francés-gallego-castellano-gruñidos guturales-italiano”

     

    Hasta la hora de comer, nos dedicamos a descansar, explorar el camping y comprar comida en el supermercado que hay enfrente del camping. Por una vez, decidimos concedernos un lujo y compramos carne, que si no fuera por la conservación, tampoco es tan cara, y patatas.

    Después, y por una de esas “coincidencias asombrosas” que se dan en esta vida, unos de nosotros (¿adivináis quien?) encontró a las Tarifeñas de anteriores entregas, con las que tal vez quedásemos esa noche.

     

    A la hora de comer, un buen lomo con patatas, que debido a que el mango de la sartén esta medio fundido y es inestable, me cuesta una interesante quemadura de aceite hirviendo en toda la pierna (Auch). Después, hacia las 3, nos animamos y cogemos el metro, dirección Barberini. Nada más salir del metro, se encuentra una plaza en la que hay dos fuentes escultóricas, bonitas, pero tampoco demasiado llamativas. La que realmente nos interesa es la Fontana di Trevi, que no debe estar muy lejos.

     

    A causa de nuestro empanamiento mental, damos varias vueltas antes de llegar a la fuente. Como apunte extra de lo despistado que estaba yo, decir que, al llegar a la plaza, me quede viendo la fachada de una pequeña iglesia hasta que Garrido me dio un toque en el hombro y me dijo: es ahí. Entonces sí, me di la vuelta, y ahí estaba en su majestuosa enormidad la fuente. Realmente, es magnífica, y el correr del agua por las piedras pulidas es un espectáculo bastante relajante.

     

    Además, como acto de observación social, el 80 % de los visitantes eran, o bien gente recuperando monedas de la fuente, o bien españoles. Todos los gritos y conversaciones estaban en castellano, nada de alemán, inglés ni nada.

    Todos tiramos nuestras moneditas, que eran más de un céntimo que de un euro, aunque ni siquiera a eso pudimos hacerle una foto.

     

    Después de mi ritual de refrescarme en la fuente, seguimos el recorrido turístico que nos llevó de columna romana a columna romana, pasando por los foros imperiales, que visitamos a fondo, por el Vittorino, que además de estas siendo limpiado, ya estaba cerrado a esas horas, y acabamos en el coliseo, donde un “típico artista callejero-exprime guiris” me hizo un retrato de perfil con unas tijeras en 30 segundos que me dejo sorprendido, y que acabó regalándome.

     

    Llegábamos por fin al coliseo, al que entraríamos otro día. Pero entonces vimos unos letreros pegados “a causa de que hoy, 4 de julio, es el bicentenario del nacimiento de Garibaldi, el coliseo es gratis”. ¿Será este nuestro merecido golpe de suerte? Dada la hora, corremos hacia la puerta, y allí vemos que… la entrada está cerrada desde hace escasos 15 minutos. Era de suponer, claro.

    Nuestro paseo nos levó a San Giovani in Laterano, a donde llegamos de casualidad después de dar dos vueltas a la misma manzana y parar en un supermercado, y ya no dio para mucho más, así que metro, bus, y vuelta al camping.

     

    Hablamos un rato con el colega Israel, el portero turco del camping italiano (era de la Coruña, pero en el exilio los gallegos nos queremos todos igual), que nos dijo que con el no nos hacían falta mariconadas de pases ni de horas de llegada y que había bastantes españoles estos días.

     

    Llegábamos pronto, eran las 10, y después de pagar otras dos noches para que no nos echasen, cenamos algo de arroz con tomate y nos acercamos a la discoteca del camping para ver el ambiente. Además, esperábamos ver también a ciertas chicas sureñas. Cuando por fin aparecieron estas, la situación se hizo crítica, tan crítica, que casi me muero de risa ahí mismo. Para que quede explicado con claridad, detallaré las “10 fases de la metamorfosis de Rafa” , elaborada junto con Pablo al día siguiente.

     

    FASE 1: Impaciencia “A ver si vienen, que dijeron a las nueve”

    FASE 2: Justificación “Estarán duchándose, o cambiándose, vienen en seguida”

    FASE 3: Frustración “Seguramente su padre no las dejará salir, o algo así”

    FASE 4: Alegría/Encuentro (Fase demasiado breve, sin detalles)

    FASE 5: Estupefacción “Mira, te lo presento, este es James”

    FASE 6: Humillación “Ah, hola que tal estás (le da la mano)

    FASE 7: Depresión “No puede ser, que putada, llego tarde”

    FASE 8: Indignación “Pero si es un guiri de mierda, y esta borrachísimo, y parece tonto…”

    FASE 9: Ira “Yo a este me lo cargo y me quito un problema”

    FASE 10: Tocar fondo “¿La hermana pequeña también? ¿Y con un lobotomizado?

     

    En fin, sobra decir que Rafa estuvo poco tiempo en la discoteca, pues no soportaba la visión de ese guiri con gorra y sin cerebro que bailaba descalzo en la discoteca, y se fue pronto a dormir.

    Mañana, Nápoles.


  22. Día 11

     

    Camping Michelangelo, Firenze. 5:00 AM

    El día de hoy estaba destinado a marcharnos a Nápoles, nuestra siguiente etapa del viaje, pero un cambio de planes a última hora hace que prolonguemos Florencia un día más, con la idea de visitar la galería de los Uffizi. Y por eso estamos despiertos a las 5 de la mañana.

     

    Madrugar tanto nos hace aprender cosas nuevas, porque yo siempre había pensado que a esa hora las calles todavía no estaban puestas, ni las farolas, ni las casas, excepto los días de fiesta.

    Rápidamente, para ahorrarnos las monstruosas colas que se forman en la puerta, desayunamos unas rebanadas de pan bimbo tostadas en el hornillo y bajamos a la ciudad.

     

    Objetivo cumplido, solo hay 6 personas en la cola. Nos acercamos los tres (Garrido a decidido en el último momento que a la cultura le pueden dar mucho, que ya volverá otro día a Florencia a ver el museo) a la puerta para asegurarnos del horario de apertura, cuando sale un tipo de dentro del museo y cuelga un cartel junto a la puerta: por no sé qué rollo sindical, y excepcionalmente, el museo permanece cerrado hasta las 10:30 como mínimo, si es que abre. Jodidos derechos civiles… ¿Por qué a nosotros? ¿Por qué todo? ¿Por qué no a los ingleses, o a los alemanes…?

     

    En fin, ante la idea de esperar 3 horas, decidimos aprovechar el tiempo recogiendo las tiendas, porque tenemos que abandonar el camping antes de las 12 para que no nos cobren otro día más.

    Dejamos a Rafa esperando en la cola, para no perder el sitio, y subimos Pablo y yo de nuevo al camping. Como Garrido está en la ducha, nuestra mente perturbada forma un astuto plan que consiste en recoger todo a toda leche antes de que Garrido vuelva, y esconder todas las cosas… muahahaha!!!

     

    Visto con perspectiva (incluso media hora después ya nos dábamos cuenta), esta coña no hace puta gracia. De hecho, es una parida como una casa, y acabo significando que, media hora después, con las tiendas de campaña recogidas y después de pasar el mal trago de recoger la ropa tendida de Garrido, el susodicho volvió, y nos dijo algo así como “¿Qué coño estáis haciendo?”

    En ese momento nos dimos cuenta de lo penoso que era ¿Qué esperábamos, sinceramente, dejar a Garrido atrás o algo?... No comments…

     

    Bueno, Garrido sigue sin querer ir al museo, y se quedará vigilando las mochilas en el camping.

    Volvemos con Rafa, que se ha hecho amigo de una señora de la cola y está muerto de asco, y poco después entramos y disfrutamos de la inmensa colección de arte durante 3 horas. Una vez fuera, descubrimos que Garrido, por no levantarse del banco donde estaba, ha acabado quedando al sol, por la cosa esta del movimiento de los astros, durante casi 2 horas… Lo que hace la vagancia. Claro, ahora nos odia no se sabe muy bien por qué, pero ya se le pasará...

     

    Una vez pagado el camping, cogemos el bus a la estación y nos preparamos para coger el tren a Nápoles. Entonces es cuando nos ponemos a pensar: Entre que el tren lleva casi una hora de retraso, y que a Nápoles son sopotocientas horas de viaje, llegaremos allí hacia las 11 de la noche. A esa hora, ya no podremos coger el tren a Pompeya, donde está el camping que hemos visto, y a ninguno nos motiva dormir en la estación de Nápoles con las mochilas, por muy vagabundos que seamos.

     

    Así que, repentinamente, cambiamos el recorrido y nos decidimos por Roma, que está más cerca. Iremos a Nápoles otro día. En el trayecto comemos bocatas de salami y nutella (no todo junto, aun conservamos algo de dignidad).

    La estación de Termini es desproporcionadamente grande, y tardamos media hora en encontrar información turística. Después, cogemos el metro hasta Cornilia, y pasamos de esperar el bus (porque no puede ser mucho trozo a patas.)

    Esa es la historia de porqué caminamos desde el 500 hasta el 800 de vía Aurelia, a lo largo de un monton de kilómetros y cargando 20 kilos de peso. Por impacientes y capullos.

     

    Atravesamos la zona de prostitución, y al llegar al camping, ¿qué es lo primero que encontramos, en la puerta mismo? Un gallego. El portero es gallego, de La Coruña para más señas. El amable recepcionista hindú nos ve pinta de tirados y nos obliga a pagar por adelantado, pero como la tarjeta de crédito no funciona bien y el cajero tampoco, tenemos que rascarnos el bolsillo y pagar solo dos noches.

     

    Ya solo queda montar la tienda, pero resulta que este camping, aunque muy grande y bien organizado, no tiene hierba ni tierra, solo grava y piedras, y para los que no llevamos esterillas eso es mortal. Así que acabamos montando la tienda en la zona de las tiendas para alquilar, en un hueco, sobre el pavimento, que es un poco mas liso. Es muy triste, pero al menos no molestamos a nadie.

    Y hoy no hay mas, no tenemos ganas de mucha fiesta, y después de una cutrísima cena consistente en… nada. Hoy nos hemos superado con lo de las comidas, y todo queda para el desayuno de mañana.


  23. Día 10

     

    Camping Michelangelo, Firenze, 7:30 AM

     

    Amanece un dos de Julio como otro cualquiera. ¿Un día cualquiera? No, hoy se celebra el Palio de Siena, grandiosa fiesta que casi olvidamos si no hubiese salido a la luz en una conversación con Rodrigo. Como nos hemos despertado prontito, la hoja de ruta incluye mas paradas: visitar san Giminiano, disfrutar de sus afamados vinos y alimentos, por no hablar de la belleza del pueblo, y por la tarde visitar Siena.

     

    Debido a la pena que debemos darle al prójimo, nuestras vecinas alemanas que desayunaron al lado de nosotros ayer nos regalaron sus botes de mermelada, y los franceses del otro lado, un bote de café soluble y un camping gas con carga y todo, así que hoy desayunamos muy bien.

     

    Da gusto tener unos vecinos amables, no como el holandés repeinado que nos montó ayer un show porque no le dejábamos dormir la siesta a las dos de la tarde, que nos callásemos. El decía que no había podido dormir el día anterior por culpa nuestra, y básicamente le dijimos que si, si, lo que él quisiera, pero que a las dos de la tarde se iba a callar su primo Joselito.

     

    Bajamos a la estación de tren en autobús y compramos billetes para la estación de “Pogibonsi-San Giminiano”, cogemos el tren y echamos unas partiditas de cartas. Al cabo de un rato, llegamos a la estación y bajamos rápidamente, como si conociésemos la ciudad de toda la vida.

     

    Bastaron 5 minutos para empezar a notar que algo fallaba allí. Para empezar, el pueblo estaba absolutamente muerto, no había nadie en la calle. Y cuando llegamos a la parte más alta del lugar, pues resulta que el pueblo no tenía nada de especial. Incluso cuando encontramos la iglesia, no dejaba de ser un edificio cutre entre medianeras, con una fachada recubierta de tallas cutres.

    ¿Este es el pueblo que recomienda la guía? ¿El lugar que mi mama alababa por su belleza? Pues lo siento por todos, pero este sitio es un truño.

     

    Entonces es cuando pillamos el truco. No estamos en San Giminiano. Estamos en Pogibonsi, que no es lo mismo. En el cartel de la estación pone San Giminiano-Pogibonsi, pero lo que viene siendo el pueblo, pueblo, está a 12 kilómetros. Para solucionar esto, se supone que hay una serie de autobuses, pero entre que no pasan hasta dentro de un montón, que luego tenemos que volver, y que en esos no nos podemos colar…

     

    De puta madre, otra vez tirados en medio de la nada. Pues al menos, habrá que comer algo, que con la coña ya es la una y tenemos que ir a Siena. ¿Y dónde comemos? ¡Pero si esta todo cerrado! ¿Por qué? Bueno, nuestra única solución, entrar en un bar a preguntar por un supermercado, que eso ya hemos aprendido a balbucearlo (“dove si trova il supermercato più vicino?”). Primeramente, el bar parece ser el centro social de los carabinieri, así que en menos de un minuto tenemos a un tipo con una pinta de chulo que tira para atrás explicándonos como llegar al centro comercial.

     

    3 kilómetros y 6 rotondas después, estamos en un enorme supermercado tipo Alcampo, donde hacemos acopio de material. Esta vez hemos comprado calidad: barras de pan, salami barato, macarrones para mañana, un bote de un kilo de nutella y, de regalo, una bolsa donde por el precio de una hemos conseguido colar casi un kilo de manzanas. Garrido, que sigue viviendo a su bola, prefiere comer pizza de la panadería, pero los demás no somos millonarios.

     

    Nos tiramos en el portal de un bloque de viviendas aun sin acabar de construir, con lo que los vecinos que pasan flipan ante la escoria social que ha brotado frente a sus casas.

     

    Asqueados ya de este pueblucho, y con el cielo prometiendo lluvia, volvemos a la estación y cogemos el primer tren a Siena.

    Una vez allí, tratamos de llegar por nuestros propios medios a la Piazza del campo, donde es la carrera. A mitad de camino leemos en un cartel que las puertas cierran a las cinco, y son… ¡las cinco menos diez! A todo correr, llegamos de milagro al lugar donde cientos, que digo cientos, miles de personas se apiñan, y nos abrimos paso a empujones hasta la primera puerta, que el encargado cierra ante nuestras narices. A partir de ahí, y como en una pesadilla, corremos como locos por las calles de puerta en puerta, mientras los encargados cierran las verjas de hierro ante nosotros. No puede ser, no puede estar pasando, ¡esta cerrándolo todo!

     

    Nos vamos a perder la mier*arroba#! de carrera de los hu”#*arroba!... espera, una última esperanza: esa puerta no está cerrada. Un hombre se dirige hacia ella para decirle al encargado que la cierre, pero nos adelantamos y conseguimos entrar, los últimos en esa mitad de la plaza.

     

    Bien, estamos dentro, y con unos cuantos empujones más nos abrimos camino, pasando por debajo de las gradas, hasta la zona central, en uno de los puntos más altos además. Ahora solo queda esperar que empiece el desfile. Resulta un espectáculo bastante colorista, con banderitas por todas partes, gente con disfraces y malabaristas, aunque el mafioso de las gafas que está en las gradas y que parece vigilarnos constantemente enturbia un poco la visión…

     

    Se acerca el momento de la carrera, y a nuestro alrededor solo se apiña gente con los mismo colores: rojo, azul, rojo, azul… ¿Porque justo aquí no hay variedad de colores?, se pregunta mi inquisitivo cerebro. Unos minutos después, cuando salen los caballos y sus jinetes, se confirman nuestros temores: estamos en plena zona radical, algo así como los ultrasur de los caballos. Si alguien quiere un curso intensivo de insultos y berridos en italiano, que se olvide de San Siro, del futbol, de la lucha, de la mafia… Il Palio es la respuesta.

     

    Estas enardecidas gentes, seguidoras del equipo de la conchita de peregrino (ahora sé que son los “Nicchio”, lo que les da un punto en plan “El Padrino”), están absolutamente chaladas, saltan, se empujan, se pegan entre amigos… y aun no ha empezado la carrera.

     

    Bueno, sin enrollarme mucho mas, decir que después de toda la larguísima ceremonia que es la salida, empieza la carrera, y nuestro equipo (nuestra posición geográfica nos ha convertido en seguidores de la conchita) va casi de último.

    Sin embargo, a mitad de vuelta, el jinete fuerza el paso y empieza a recortar las distancias. En seguida adelanta al caballito de mar, y en una peligrosa maniobra se deshace del lobo y del león de golpe. En un segundo, nuestro jinete se coloca en una cómoda cuarta posición, y nosotros ya gritamos como si nos fuera la vida en ello Dai! Dai!!!. Última vuelta, y la posibilidad de ganar es remota. Pero como chutado de Red Bull, nuestro cuadrúpedo pega un súbito acelerón, se coloca de tercero, adelanta al segundo, se acerca al primero…. le saca una cabeza, vamos ganando…. Se acabó! Se acabó!!! Hemos ganado!!! Los ultra gritan y saltan, los niños lloran, las mujeres enloquecen, es la gran fiesta!!!

     

    Pero un momento, el juez está diciendo algo…. Desde nuestra posición no se ve bien el lugar donde esta… parece que… oh, oh… No hemos ganado. Somos los segundos. A ganado la oca con sombrero…

    En cuestión de milésimas de segundo, todos los fanáticos saltan las vallas, corriendo hacia los jinetes como si fueran a descuartizarlos, mientras las fuerzas de seguridad ponen unas vallas supletorias más altas para contenerlos. Esto se está poniendo violento, y va a ser mejor salir de aquí. Además, solo quedan dos trenes a Florencia hoy.

    De pura casualidad salimos de la plaza, pero la marea de fanáticos gritando de alegría va en una dirección, y a nosotros nos arrastra la masa de segundones a la que hace nada pertenecíamos. El espectáculo es impresionante, con gente desmayándose y todo.

     

    Al final, preguntando a los que parecían normales (y no había muchos), llegamos a la estación a tiempo de coger el último tren, en el cual nos tocó sentarnos junto a un alemán con vocación de culturista, el típico 4 x 4 sudoroso y durmiendo la mona de cerveza. Por alguna razón, aun tuvimos tiempo de picarnos entre nosotros por no sé qué tontería de “malvado bastardo, me has echado agua en la cámara, ahora mereces morir despedazado y sodomizado con un saxofón!”, y nimiedades por el estilo.

     

    Ya en el camping, a eso de las 12, irrumpimos en nuestra tienda y cogemos material para prepararnos la cena, unos spaghetti con tomate, de nuevo en el suelo de la lavandería. Por primera vez en un montón de tiempo, sobró comida, y acabamos el intenso día con unos vasitos de vodka en plan relax, sentados en un banco, hasta que fuimos a dormir, exhaustos, pero convertidos para siempre a los Nicchio.

     

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    La leche, que largo me ha salido esto. No pensé que me fuera a emocionar tanto con los caballitos. bueno, perdón por el tostonazo, supongo que tendré que intentar resumir esto un poco mas en el futuro

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  24. se ve q al final tiro mas el calculo analitico...:S

     

    Si, muy cierto, pero mi sesion intensiva-extensiva hasta las 5 de la mañana a funcionado!!! Muahahaha, voy a sacar un puto 10 en cálculo!!! (bueno, dejemoslo en un 7, por si las moscas...)

     

    pero genova es horrible de cojones!!!!!!!

     

    Vaya, una vez releido lo escrito acerca de Genova, me parece que no te contradigo en ningún momento: Génova es de lo mas parecido que he visto a Vigo, o sea, horrible (aunque con ese punto de encanto barriobajero-marginal-zona de vinos que tanto añoro...).

     

    Nuestros argumentos son perfectamente compatibles, XD.


  25. Día 9

    Camping Michelangelo, Firenze, 8:00 AM

     

    Por primera vez desde hace varios días, podemos permitirnos el lujo de despertarnos más tarde, pues el único plan para hoy es visitar la ciudad con muuucha calma.

     

    Por suerte, las amigas de Rafa acaban de marcharse, así que esperamos que recupere su dignidad (y cuando se habla de un tipo que lleva 6 días pegado a un pañuelo, tampoco es un gran esfuerzo recuperarla…). Después de desayunar y ducharnos, cruzamos el rio para adentrarnos en los misterios de una ciudad asediada por ejércitos de turistas ávidos de fotos. Como entrante, una ración doble de fachadas artísticas y una de estatuas para acompañar a los helados de rigor (intento convertir a todo el grupo a la religión de los helados, pero me parece que no hace falta ser un gran misionero…).

     

    El Duomo no recibe visitas hoy, pero tenemos un hermoso baptisterio frente al cual babear admirados. Sobrepuestos de la impresión artística, nos vamos de ruta visitando iglesias y palacios por toda la ciudad. La larguísima cola de la galería de los Uffizi nos asusta, pero a la vez nos motiva para ir a verlo a pesar de no haber reservado entradas ni nada. Un rato después, a la hora de la comida, volvemos al camping.

     

    Allí hacemos una de las compras más importantes del viaje: Una cuchara de palo para revolver.

    Es interesante observar como aprende uno a apreciar los pequeños detalles cuando se muere de hambre en otro país. Y es que hasta ahora, cada vez que teníamos que remover los spaghetti o algo así, usábamos uno de nuestros escasos tenedores de plástico, pero resulte muy frustrante que se rompan contra el fondo o, peor aún, que cuando lo saque descubras que el calor lo ha empezado a fundir y que faltan la mitad de los dientes, y que te los vas a tener que comer porque no tienes nada mas… en fin, que costó 2 euros un cacho de madera, pero nos salvó la vida un rato.

     

    Con mi nueva herramienta, preparamos unos fusilli con nata y beicon, y después seguimos con nuestras actividades perezosiles hasta que se hizo de noche. Como nos vamos a quedar unos días por aquí, no tenemos prisa por ver la ciudad, así que nos dedicamos al jolgorio y la vagancia.

    A la hora de la cena, otro momento cinque terre: los huevos que compramos ayer a la tarde parecen haber mutado con el calor y huelen a muerto a dos kilómetros, así que son incomestibles. El problema es que, como simultáneamente estamos friendo salchichas de 35 céntimos, no me doy cuenta hasta el 3º huevo, momento en el que dejo de llamar exagerado a Pablo, que se lo ha comido con un gran esfuerzo de voluntad porque yo le decía que estaba perfecto. La tortilla francesa de Rafa tampoco parece muy interesante, pero como está muy entretenido comiendo queso en lonchas fundido y convertido en queso en pelota, pues da igual.

    Para acabar de llenarnos, unos garbancitos con tomate, y de juerga a hacernos amigos del de seguridad, que ya nos está cogiendo cariño.

    A las 2, todos a dormir, que mañana toca madrugar. Y es que como cada 2 de julio, se celebra en Siena el Palio, y tenemos intención de hacernos una jornada completita.

     

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    La verdad, este es un día tranquilo y nada emocionante, y nos recuerda cuando visitábamos ciudades sin prisa, antes de la Cinque Terre.

     

    Por eso mismo, a lo mejor me motivo y escribo otro ahora mismo, total, mi otra alternativa es estudiar cálculo analítico...

     

    Saludos a todos los que se molestan en gastar su tiempo en leer las calamidades de los pordioseros vigueses...

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