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manolain

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Mensajes publicados por manolain


  1. A mí me parece una auténtica salvajada estar 20 días solo en el Benelux, la verdad. Salvo que quieras conocerlo muy muy a fondo y te guste mucho.

    En 20 días se puede ver, yo creo París y el Benelux, o al menos, dejarse caer por el Mont St Michel en Francia

     

    Dependiendo de cuantos seais, lo mismo os sale mejor un coche, o ir en buses (ya se, es un foro de interrail, pero con esta mierda que han puesto de solo poder coger el tren diez de los 20 días o yo que se, ha perdido muchísimo para mi gusto)


  2. TERCER DÍA – MIÉRCOLES 27 DE FEBRERO

     

    El día más intenso sin duda. Lo tenemos cargado de actividades, y lejos de decepcionar, va a ser de los más excitantes del viaje.

    El día debía comenzar (tras el dinasaurico desayuno de rigor) con la excursión de contrastes con Arcol, pero se nos tuercen un poco los planes. El guía viene a nuestro hotel a la hora convenida, pero nos dice que otro compañero ha tenido un pequeño accidente con su vehículo (todo en perfecto español, el guía es venezolano) y un poco apurado, nos pregunta que como lo podemos solucionar. Tenemos dos opciones: pasarlo a la mañana siguiente, o hacerlo unas horas más tarde. Esta noche tenemos partido, pero decidimos ajustarlo, y variar lo menos posible mis planes. Efectivamente, quedamos definitivamente a la una en el hotel de nuevo (hasta las 19.30 que es el partido, tenemos tiempo de sobra), y vamos improvisando sobre la marcha.

     

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    Nuestra primera decisión es visitar el Moma, que nos pilla cerca del hotel, y que parece la visita ideal para las cuatro horas que tenemos “muertas”. Sin embargo al llegar a la puerta, nuestro gozo en un pozo. Tanto internet, tanto foro, tanta guía y tanta información para no caer en la cuenta de que el Moma no abre hasta las diez y media (queda una hora). Así que para no perder tiempo, vamos a realizar otra de las visitas “obligadas”, esta por Merche, beatlemaniaca obsesiva: el edificio Dakota. Así que metro al canto. No parece que sea nuestro día. A pesar de ir sobre aviso y haber tenido hasta el momento un 100% de acierto, un día tenía que llegar y fue este: cogimos el metro express en lugar del local (es como si en España, te coges un regional en lugar de un cercanías). De tener que habernos bajado en la 72nd, llegamos nada menos que a la 125th, en las mismas puertas del Harlem (del que me traigo muchísimas ganas de haber visitado, pero es que no da tiempo a todo). Afortunadamente, las chicas no se enfadan conmigo (guía oficial, tras haberme currado los itinerarios durante los días previos) y nos tomamos con cachondeo el tour por el metro.

     

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    Por fin salimos a la superficie justo en la esquina del Dakota, que la verdad decepciona un poco (ni siquiera una mala placa o algo indicando todo lo que pasó allí). Es un edificio precioso, de eso no hay duda, pero no termina de transmitir todo el verdadero valor que tiene. Sin embargo a Merche le vale, vaya si le vale. A duras penas aguanta la emoción y las lágrimas. Cruzamos a Central Park donde hay un pequeño rincón dedicado a John Lennon, “Strawberry Fields”, donde está el mosaico donde pone “Imagine”. Hace un día espléndido y Central Park ha perdido toda la nieve que tenía solo un día antes, para dejar paso a un bonito verde.

     

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    Una vez que hemos cumplido nuestro cupo de visitas fanáticas (por lo de fan) ahora sí toca irse al Moma. Cinta está deseosa de ir, y yo tengo que admitir que me gustó mucho más de lo esperado. Como museo de arte moderno que es, me esperaba cosas de unos pocos años a esta parte, y que a mí entender no es arte: que si un WC colgando del techo, que si una silla sin patas…ese tipo de cosas que no se entienden muy bien. Pero no, las dos primeras plantas (si se empieza desde arriba, cosa que debería hacerse siempre) son de pintura del siglo XIX que da gusto ver: Picasso, Monet, Manet, Van Gogh, Matisse, Kandiski, Cezanne, Miró, algún Dalí (por desgracia, el de la persistencia del tiempo – los relojes deformados - no está porque lo tienen en préstamo por ahí)…Francamente increíble este museo. Hasta los topes de gente, cierto, pero alucinante. En la cuarta planta ya empiezan a aparecer elementos más recientes y menos de mi gusto, como el amigo Warhol y sus omnipresentes (y para mí, ridículas) latas de tomate (a las que conseguí hacerles una foto sin nadie, increíble!). Y a partir de la tercera, quitando una exposición de fotografía (hay alguna del siglo XIX!!!) ya sí, arte moderno en el sentido en el que lo vemos hoy. Verdadero morro por parte de alguno.

     

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    En el Moma Elsa hace presentación de su PARANOIA DEL VIAJE A NUEVA YORK: las cápsulas. Sueña (dice) muchas veces con verse en una cápsula (como de un helicóptero) sellada que se hunde en el agua. Nuevamente mi hermana Cinta no tiene más remedio que afirmar “claro, claro, ha pasado, se han dado casos de cápsulas arrojadas al mar herméticamente con gente dentro…”. Nos partimos el culo junto al helicóptero que ha desencadenado toda la conversación.

     

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    ...lo dejamos aquí...en el próximo capítulo, la excursión de contrastes, no os la perdáis!!!


  3. SEGUNDO DÍA – MARTES 26 DE FEBRERO

     

    El día de la lluvia. Antes de ir a Nueva York me pasé sabe dios cuanto tiempo mirando las previsiones del tiempo, preguntando a gente que vive allí…Era verdaderamente la mayor de mis preocupaciones: que la lluvia me jodiera el viaje, porque con frío (y mira que lo pasamos y mucho) uno puede andar, ver los sitios, mirar hacia arriba…pero lloviendo vas por la calle casi corriendo, mirando al suelo, y no ves nada de nada. Finalmente nos tocó un día de lluvia, pero como iba sobre aviso y Nueva York tiene también muchas cosas “indoor”, no fue un problema.

     

    Viendo que las previsiones eran claras, y que efectivamente, el día amanecía nublado, decidimos que era el día de los museos. Como todos los días, bajamos lo primero al buffet libre del hotel, y como el lunes, con la novedad, arrasamos por completo. Merche sin duda, la gran campeona de los desayunos, pillándose todo lo que podía y más. Creo que fue este día en el que se pilló una tortilla que le hicieron en el acto (había una señora, latina por supuesto, haciendo sobre la marcha todo lo que llevaba huevo: tortillas, huevos fritos o revueltos, …) gigantesca y gordísima, y que claro, le estuvo repitiendo y pesándole todo el día. Yo premio honorífico del jurado al devorador de donuts (¡que ricos!).

     

    Como ya hemos recuperado nuestros equipajes, ¡tenemos de todo! Entre otras cosas, pertrechos para la lluvia que habríamos de recibir ese día. Cogemos el metro dirección norte hasta llegar al Upper East Side, para ir al Museo Metropolitan. Gigantesco edificio y que como todos los grandes museos (Louvre, British, Prado, …), a mí al menos siempre me deja un sabor agridulce, el de no poder verlo todo, y el de sentirme saturado cuando llevo ya un buen rato, pese a estar viendo cosas tan irrepetibles como las que estás viendo.

    Antes de eso tenemos nuestro primer contacto con Central Park, que está completamente nevado (y eso que el lunes anterior hizo un día radiante de mucho sol). Parece increíble que una ciudad cuyo suelo y vivienda son tan caros, mantenga en todo el centro un pulmón así de grande. Debe ser un espectáculo en verano, con mucha gente corriendo, de picnic...aunque nevado tiene también su encanto, vaya si lo tiene!

     

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    El Metropolitan tiene unos precios bastante altos, pero que son “sugerencias”. Realmente, una vez estando allí, se ve que puedes pasar fácilmente sin pagar incluso, porque el control es mínimo (al pagar te dan una chapa verde que al principio la llevas visible, pero luego nasti de plasti). A Elsa especialmente le dolieron durante un buen rato los veinte dólares que pagó, más incluso que sus pies después de tanto andar, jeje.

     

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    Un gran error para mí es empezar por abajo. Como en el Moma, lo suyo es subir, y luego ir bajando. Arriba, en la segunda planta, está la colección de pintura, que para mí es lo más interesante. Nosotros sin embargo empezamos abajo. Lo primero Grecia y Roma, y a continuación África y Oceanía. Cual novatos, dedicamos mucho tiempo a esto, que apenas será un 5 o un 10% del museo. Ya aquí perdimos a la pobre Merche, que se tiró el resto de la mañana sola. Los otros tres continuamos por todo lo que fuimos creyendo oportuno, parando en algunas cosas más significativas, sobre todo Egipto, donde está el impresionante templo de Dendur. Otra cosa que nos llamó muchísimo la atención fue la verja de la Catedral de Valladolid. Al parecer, en su momento se llevó a cabo una remodelación allí que requirió quitar la verja. Cuando se terminó la remodelación, la verja ya no cabía, así que “¿qué hacemos con estos hierros que nos sobran? Pues los mandamos a Nueva York”. Y ahí siguen.

     

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    Otra cosa llamativa fue un patio español, andaluz, de un pueblo de Almería (a saber cómo lo llevaron allí) y también una casa china. Después de ver casi toda la primera planta, y cuando vamos camino de la segunda, vemos por fin a Merche, que está en el vestíbulo leyendo (ella es que es muy rápida, y dice que ya ha visto todo lo que quería ver). Elsa se queda con ella en el café de la segunda planta, que ya está muy cansada. Cinta y yo no nos dejamos llevar por la tentación, y tiramos para la pintura europea. Hay muchísimas cosas y muy interesantes, desde Picasso, Goya, algún Velázquez, El Greco, y un huevo de pintura centroeuropea: Monet, Manet, algún Van Gogh….Muchísimo. Como digo, imposible del todo ver todo, y que pena no tener muchos más días para irlo viendo por sectores y días (sabiendo ya que la entrada es “opcional”).

     

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    Al salir, ahora sí que llueve de verdad (no escandaloso, pero vamos, no para pararse en la calle), y ya es la hora de comer, así que consultamos nuestra inseparable guía de Lonely, y lo único que encontramos a un precio razonable es un dinner famoso de la zona, así que nos vamos para allá encantados (pues no íbamos a permitir irnos sin conocer uno). Cuando llegamos vemos que no hemos sido los únicos con la misma idea, y hay varias mesas ocupadas por guiris como nosotros con la chapita del Metropolitan y la misma guía en la mesa.

     

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    Nos atiende en la mesa una camarera ya algo mayor (de unos 50) simpática a más no poder, y que chapurreaba cosas en todos los idiomas! (yo la escuché parlotear, además de en español, en alemán, francés e italiano). Aunque está atareada y tarda algo en servirnos, nosotros no tenemos prisa y estamos encantados, mirando como tontos lo que tantas veces hemos visto en la tele. Sí nos deja un poco mal sabor de boca, la presión que tiene la camarera por servirnos bien, con el tema de la famosa propina. Para los que no sepan de que va: es costumbre dejar más o menos el 15% de propina, ya que los sueldos de los camareros son muy bajos, y las propinas son el sustento de su sueldo. Y claro, nosotros los extranjeros no siempre tenemos porqué saberlo, y queda un poco feo “recordártelo”, aunque hay quien lo hace y no se corta un pelo “tip is not included”. La propina incluso se paga con tarjeta, y en algunos sitios te la suman del tirón (sin opción a que no la incluyas).

     

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    Ya al final de la comida, sirviendo los cafés, los pone todos en un extremo de la mesa, y yo empiezo a pasarlos. Ella hace lo mismo sin mirarme y el que yo tenía, va directo a la mesa, completo (y los cafés de allí son cubos). Se quedó bastante compungida, aunque no supimos distinguir si era enfado conmigo (por “manosear” en sus cosas) o congoja por pensar que su propina acababa de irse al carajo. Intenté rebajar la tensión como pude y por supuesto, recibió la propina estipulada, como estábamos haciendo en todos los sitios.

    Cuando ya hemos dado cuenta de las hamburguesas, patatas fritas, gigantes batidos y demás, marchamos de nuevo a Midtown. Hemos calculado algo mal y sólo nos va a dar tiempo a visitar otro museo más, cuando mi intención eran tres hoy, aprovechando que no deja de llover, pero bueno, casi fue mejor así. Ahora es el turno del museo de la cadena NBC (en Rockefeller Center). A priori puede no ser tan atractivo, pero salimos encantados y todos coincidimos en que repetiríamos.

     

    Aquí empezó nuestro Nueva York exclusivo: cuando habitualmente el tour lo hacen de 20 a 30 personas, en nuestro caso fuimos solamente nosotros cuatro (hecho que se repetiría varias veces más en la semana). Aunque el hecho de no haber tenido ese canal toda la vida, como si vivieras allí, y no conozcas sus típicos y míticos programas y series, te ponen un documental muy interesante, pues la historia de la NBC es la historia del periodismo en el primer país del mundo (de hecho, me quedé alucinado al enterarme de que la fundó un emigrante ruso). Y sí hay varias cosas que conoces (como el príncipe de Bel-Air, Alf, etc…). Luego accedimos a los estudios en sí (tras un control de seguridad): la sala donde van pinchando la programación (con la dificultad añadida de los husos horarios, que lleva a situaciones a veces estrambóticas para nosotros, como que algo que pasa en la costa este a las nueve de allí, se de en directo en el lugar, y en diferido y ya como noticia más elaborada en la costa oeste cuando allí son las nueve). Nos llevaron al plató más grande que tienen, donde hacen el típico late show. Aunque el momento culminante fue en un plató que tienen para enseñar en el tour, donde se simula la presentación de un telediario. Se escogen dos “voluntarios”, uno presenta las noticias, otro el tiempo. Ambos mirando al público, y con los rótulos pasando delante nuestra. Mi hermana como buena actriz, enseguida se metió en el papel de presentadora, y yo como pude me manejé leyendo y hablando en inglés, y señalando los sitios a la inversa (tú ves Nueva York a tu izquierda pero tienes que señalar con la derecha). Merche y Elsa (menos mal que íbamos sólo cuatro y estábamos en familia) se descojonaban de la risa en sus asientos, revolcadas totalmente. Que pena que no se pudiera tomar fotos, prohibidas por temas de copyright en todo el tour.

     

    Con esto concluyeron nuestras visitas del martes, puesto que de aquí salimos ya pasadas las seis. Con la lluvia ya amainando, las cosas que ver cerradas o sin poder disfrutarlas por el mal tiempo, se abre la veda para comprar de nuevo! Ahora el turno es para el Soho, una zona que a mí personalmente me resultó espectacular, me encantó. De camino en el metro, y conociendo el percal, decido que me voy a separar de las chicas, pues éstas van con la mente puesta en la tienda Levi’s que hay allí, y aseguran que van a “tardar un buen rato” (en lenguaje femenino y referido a compras, ya se lo que eso significa). Así que al salir de la estación de Spring Street, cada uno toma su camino: ellas al sur del tirón a Levi’s, yo al norte a la tienda Adidas, donde me compró un ítem más para mi colección de camisetas de fútbol (que ya desborda por completo el cajón destinado a tal uso): el Chelsea. Cuando termino me paso por la tienda Apple, que me deja alucinado. Precios bastante mejores que aquí (sin ser regalado, pero vaya, diferencia) y un despliegue de sus “monerías” que te dan ganas de convertirte al mac. Los dependientes se ven que controlan lo que venden y que son fanáticos de la marca, no están allí como si pudieran estar en cualquier otra tienda. Todos los ordenadores están conectados a internet, así que me sirve de improvisado ciber para poner al día al personal en España mediante SMS.

     

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    Ya cansado de la tienda voy dando vueltas por el barrio, viendo sus edificios de lofts, todo muy industrial…insisto en que me encantó. Por fin me llaman las féminas, que vienen hasta arriba de bolsas y de endorfinas liberadas. Todas han renovado sus prendas vaqueras a unos precios ridículos comparados con los de aquí: 40 dólares los vaqueros más caros.

     

    Satisfechas las ansias consumistas, regresamos al hotel donde dejamos todo y hoy sí, decidimos salir a cenar (sin pasar por la ducha, porque eso habría significado casi con total seguridad volver a perdernos la cena fuera). Aunque no fuimos muy lejos: a un irlandés cerca de Grand Central. Pedimos algunos platos, y cuando los veo venir (yo tenía vista directa a la cocina) se me debió dibujar una mueca de “pero que es eso tan grande que viene hacia nosotros?!?!” porque todas se dieron la vuelta. Madre mía que platos, que cantidades!! Y todo además muy rico. Ninguno pudimos terminarnos todo, aunque yo fui el que estuvo más cerca. Todo lo caro que le pareció a Elsa (que seguía comprobando todo el rato los dólares que costaban las cosas) a la entrada le terminó pareciendo barato, en función de la cantidad de comida y su calidad.

     

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    Con el debate sobre la propina (Elsa y Cinta no están de acuerdo en que hay que darla siempre, mientras yo me esmero en explicarle que donde fueres haz lo que vieres, aunque que incluyan la propina sin dar opción me deja un poco sin argumentos) abandonamos el lugar para irnos a dormir totalmente exhaustos después de otro día aprovechado al máximo.


  4. No sabía de este diario! :rolleyes: Pero me vas a tener super enganchada, a tus relatos y a esas maravillosas fotos que solo hacen sentir envidia (de la sana, se dice, no? XD)... Nueva York es mi sueño... y espero que algun dia se cumpla!!!

     

    Todos tus diarios los suelo seguir pero este... este será mi prioridad!

    Que puedo decir Sara....me abrumo con estos comentarios: que si siempre sigues mis diarios, que si las fotos maravillosas.....me has sonrojado!!!

    Intentaré estar a la altura en lo sucesivo!!!


  5. Yo en Venecia, ya que preguntas, de diría que tres o cuatro días. En cuatro días te da tiempo a ver la ciudad PERFECTAMENTE y las islas (Murano, Burano, Torcelo...) sin problema. Busca sobre la ciudad en el foro de novatos. En Barcelona estaría un mínimo de dos, pero buscaría la manera de estar tres. Y ese lugar intermedio podría ser desde Munich a París, pasando por Suiza.

    Pues yo a Venecia le daría un día, y pienso que ese tiempo (obviando las islas eso sí) la ciudad la ves también de maravilla, sin dejarte nada. Básicamente el encanto de Venecia, lógicamente, es pasear y navegar por sus canales, hasta llegar a la Plaza San Marcos y pasar allí un buen rato. Nada más (y nada menos)


  6. ....y volvemos!!!! (después de la pausa)

     

     

    Nos cuadra la programación a la perfección. Empieza a atardecer, justo la hora en la que queríamos terminar en el Rockefeller Center, para subir al Top of The Rock. En el Rockefeller Center hay gente patinando en la pista de hielo, y nos quedamos un poco a mirar para reírnos un poco de las caídas (que por supuesto, se producen en buen número).

     

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    Pillamos la entrada para subir (cagada y aviso para navegantes: la entrada combinada con el Moma te permite ahorrarte 10 dólares en el total, y es raro, casi pecado, que en una visita a Nueva York no hagas las dos cosas). Durante los días previos en que estuve leyendo que ver en Nueva York, vi muchos debates sobre si subir al Top of the Rock, o al Empire. Yo me uno a los que dicen ¡A LOS DOS! Y desde luego el TOR, por ser más reciente, no desmerece nada al ESB. De hecho, si hubiera tenido que elegir, me quedo con el primero (ya que desde el Empire, lógicamente, no se ve, el Empire). Subimos arriba del todo, y ya la vista es espectacular de día, con el sol cayendo. Pero conforme éste va desapareciendo y las luces se van encendiendo, aunque va haciendo un frío que pela, me quedo con la boca abierta y no puedo parar de hacer fotos. Con ese Empire con luces de colores, y tantas tantas cosas…La única pega es que el Chrysler no se ve bien, pero se compensa de sobra! Las chicas (especialmente Merche, que tiene vértigo) se cansan pronto, y abandona rápido el balcón más alto (donde la vista es mejor pero el viento y el frío pegan más por no haber cristales protectores) pero yo sigo ahí dale que te pego a la cámara, y cuanto me alegro hoy. ¡Esa vista se me va a quedar impresa en la memoria de por vida!

     

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    CADA UNO CON SU PARANOIA

    En esta "azotea" comenzó la serie "cuenta tu paranoia absurda", que inauguró Merche. Tiene vértigo como cuento, y no le hacía mucha gracia asomarse demasiado a las vistas, y prefirió pasar más tiempo sentada en un banco. Confesó que uno de sus miedos era que a ver si una de esas fuertes rachas de viento se la iba a llevar por ahí. Cinta se la queda mirando seriamente, y toda seria ella le contesta: "ssiiii, claro Merche, siii, se han dado casos....turista muerto por salir volando de la azotea del Top of The Rock, claro, claro!!". Cinta establecía así la frase que daba paso ("se han dado casos") a establecer durante este viaje la pampliparanoia de cada uno de nosotros

     

    Las chicas consiguen por fin tirar de mí (que aunque el dedo del disparador ya se ha gangrenado, no me quiero ir), y es que como todavía no tenemos maletas, tenemos que ir a comprar y a proveernos de las cosas que nos faltan. Nos vamos al gigantesco Macy’s (pero que cosa más tremenda), con la idea de arrasar, pero la verdad, nos encontramos precios más altos de lo esperado (bastante buenos, pero no tanto como yo había visto en internet) y ellas, después de darle muchas vueltas, pillan algo de ropa interior. De ahí nos vamos al H&M y ahí sí que ellas lo ven claro: barato para salir al paso. Me “amenazan” con que van a estar allí un buen rato, así que yo compro rápido algunas camisetas para tirar al día siguiente, y me dedico a pasearme por las calles aledañas, aguantándome la tentación de acercarme a Times Square, por no ir sin las chicas. Cuando éstas por fin me llaman que han terminado, totalmente destrozados, enfilamos hacia el hotel.

     

    Llegamos al hotel, parando antes a terminar de satisfacer nuestras necesidades básicas (como champú y otras), ya que tenemos pocas esperanzas, después de nuestro encuentro con los mozos de maletas, de recuperar nuestro equipaje. Sin embargo cuando llegamos, echo un ojo al hueco de las maletas, y veo un bulto rojo inconfundible. Me domino para salir corriendo, pero con cada paso se confirma más y más la gran noticia, ¡NUESTRAS MALETAS HAN LLEGADO! Ahora tenemos el “problema” de que hemos comprado demasiadas cosas que ya no necesitaremos, pero a quien le importa!! Subimos corriendo y revitalizados (pese a la paliza de este primer día) por el subidón que nos da haber recuperado todas nuestras cosas.

     

    Sin embargo, estamos tan cansados que no hay ni ganas de cenar, aunque yo saco fuerzas de flaqueza para darme una vuelta cerca del hotel, después de ducharme, y buscar algo de comida rápida. Al final acabo en un sitio que tienen porciones de pizzas (que por supuesto, atiende un latino). Me pongo a hablar con él y me cuenta que está recién llegado pero que no se queja, ya que tiene mucho trabajo. Su único problema es que no habla inglés (pues entonces tienes un problemón!) pero que no le preocupa, que tiene trabajo. Me cuenta que hay agencias que contratan sin preguntar y sin pedir papeles. Que en la costa oeste, donde son muchos más, las autoridades se están poniendo mucho más serias.

     

    Cuando me voy a ir le pregunto de la forma más educada posible que si me acepta una propina, y me devuelve una mirada que decía: “¿pero de qué planeta vienes tú chaval?”, aunque su boca contestó simplemente que por supuesto que sí. Eso y devorar las pizzas casi en silencio para ir del tirón a la cama cierran un día de lo más intenso, como merece nuestra primera jornada en un sitio como Nueva York.

     

     

     

    ....continuamos en breve!!!


  7. ...contiuación

     

     

    ¿Y ahora? Pues seguimos recto toda la calle, porque queremos ir a la 1st Avenue, donde está la ONU. De camino nos pilla el hotel, así que decidimos parar un momento para ver si han llegado nuestras maletas. En recepción nos dicen que hablemos con los mozos de maletas, y vaya fiesta que tenían estos. Para empezar, me pide nombre y número de maletas, y lo apuntan en una libreta que tiene ya más hojas con más nombres que la cola del paro! Allí pierde maletas to kiski to los días! Y cuando empezamos a dialogar con los mozos, menudo cachondeo! Un par de chicos negros graciosísimos que se lo toman con más guasa que nosotros: “sí, sí, un localizador de incidencia, jajaja, que sí, que os dijeron que ya os la traían para que os fueráis, ¿un número de teléfono? Jojojojojo….relajaros hombre…un duende vendrá por la nocheeee, cuando estéis durmiendoooooo, y os traerá vuestras maletasssss”. Vaya cachondeo, y vaya hachís adulterao que se traían, jajaja. Así que nos vamos de vacío, y continuamos la caminata hasta el complejo de la ONU. El sol da demasiado directo y con tanto cristal no se ve bien, pero una vez más, te impresiona ver lo que tantas veces te ponen en la tele, con tus propios ojos. Nos habían dicho que no hiciéramos el tour, que no merecía mucho la pena, así que entramos, vemos la pistola con el nudo, y luego entramos al vestíbulo, donde hay una cola tremenda (no sabemos para qué). Es un alucine ver a tanta gente de tantas nacionalidades y tantas culturas en tan pocos metros cuadrados. En el vestíbulo hay una interesante exposición sobre los crímenes de guerra nazis. Además, la bandera por los caídos, y enfrente, una especie de capilla (sin ningún tipo de símbolo religioso, estando donde estamos, pero con una vocación claramente espiritual). Había únicamente una señora sentada y realmente me impactó la concentración que tenía en sus rezos o pensamiento, la fuerza del silencio de aquel lugar. Intento no respirar y hacer el mínimo ruido al salir para no molestar.

     

    http://www.flickr.com/photos/manolain/2324616991/

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    Ya va siendo hora de comer, y como vamos bien de tiempo, desandamos el camino hasta llegar a la Quinta Avenida, donde encontramos un Sbarros (comida rápida italiana, pasta, pizza y similares) y estamos un buen rato comiendo y de sobremesa. Merche, que tanto nos recrimina nuestras maneras de comer (a mi hermana y a mí) nos da un excelso concierto y una magistral lección sobre cómo sorber un batido hasta que se lleva hasta el papelillo del vaso.

     

    Cuando nos hemos recuperado del ruido ensordecedor de Merche, y ya hemos visto como cinco relevos distintos en las mesas de nuestro alrededor, decidimos que ya vale de vaguear, y partimos de nuevo. Subimos algunas calles hasta llegar a Saint Patrick, que resulta bonita pero algo decepcionante, al menos para los que venimos de Europa y hemos visto las grandes maravillas de allí. Pero en Nueva York, todo está magnificado precisamente por estar en Nueva York.

     

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    Antes de ir para el Rockefeller Center, decidimos ver las cosas que hay cerca. Llevados por la guía, vamos primero a las Villard Houses, que francamente, no merecen mi una mención, pasamos por St Bartholome (una iglesia de estilo bizantino diría yo, que ya ves tú lo que se de arte) y llevados por el plano del hotel, las rejillas en las que vimos a Marylin sujetándose su famosa falda blanca (esperábamos alguna mención o algo, pero nada, rejillas de metro como cualesquiera otra, y claro, sin la Monroe encima y de día, pos pierden mucho  ). Sin embargo el paseo merece la pena porque por la zona de Park Avenue vemos muchos edificios modernos, curiosos y bonitos.

     

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    Ahora uno de los momentos más esperados por ellas: las lujosas tiendas de 5th Avenue (a la que volvemos a la altura de Saint Patrick). Pues nada, anden ustedes para arriba: que si una tienda rarísima con unos árboles de navidad iluminados en unas aristas extrañas, que si Disney, que si Cocacola, que si la NBA…hasta por fin, como no, ¡Tiffany’s! Todas se hacen fotos en la puerta, pero (y a pesar de mi insistencia) dicen que van muy chachas y que otro día, con mejores galas, entrarán (al final, como yo me temía, no volvimos y no la vimos por dentro, pero rezumaba glamour lo que se veía desde fuera, me hubiera encantado a ver los precios).

     

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    ...to be continued


  8. PRIMER DÍA – LUNES 25 DE FEBRERO

     

    El jetlag y el sueño que traíamos del avión (lo que hizo que nos acostáramos muy temprano) hacen su trabajo y a las seis y media ya estamos todos en pie. ¿Para qué vamos a esperar más? Damos cuenta del primer desayuno en el hotel (como pasa siempre, el primer día que tiene buffet libre te pones guarro de todas las porquerías, en nuestro caso, salchichas, bacon, huevos y donuts a porrillo!), y como auténticos valientes, nos echamos a la calle con la misma ropa que el día anterior, y que en el caso de todos menos Elsa, no incluye abrigo porque (esperamos) deben estar camino de Nueva York.

     

    Hace frío, pero se puede aguantar, y como no, lo primero es comprarse algo para taparnos un poco. Tiramos para la estación Grand Central, que la tenemos al ladito, ya que suponemos que allí habrá tiendas o algo donde comprarnos algunas ropas, guantes, bufandas, etc…Y sobre todo, como buena estación tendrán tiendas de libros y revistas, y con un poco de suerte tendrán la Lonely Planet (en inglés no es lo mismo, pero bueno). Llegamos y lo primero admiramos el vestíbulo de la estación, que es alucinante (aunque de tanto usarlo el resto de los días, perdería un poco su encanto). Las riadas de gente, son también impresionantes, y aunque vivimos en Madrid y vemos eso a diario, te asustas cada vez que te paras porque no la conoces y te arrollan desde atrás. Encontramos varias tiendas, y mientras Merche y Cinta se quedan pagando varias bufandas, gorros y guantes, Elsa y yo vamos a buscar la famosa guía. Encontramos enseguida una librería bastante grande, y como no, hay bastantes guías de la ciudad. Miramos y miramos hasta que vemos la lonely planet. La cogemos y cuando vamos a pagar, ¡VEO QUE ESTÁ EN ESPAÑOL!! Esto me sirvió para dos cosas: animarme mucho, empezando a disfrutar y a olvidarme de lo que nos había pasado el día anterior, y empezar a entender que Nueva York es la capital del mundo, y que puede proporcionarte una guía en tu idioma en el primer sitio que miras.

    Cuando volvemos con Merche y Cinta lo celebramos dando saltos y jolgorios, y la gente se ríe a nuestro alrededor. Ahora vamos a buscar abrigos y entramos en una tienda deportiva que está de rebajas. Allí un cubano muy amable nos dice que ya abrigos pocos (salvo que vayamos a algunas tiendas del Financial District) y nos recomienda ir a Models, otra tienda deportiva mucho más grande. Vamos para allá y encontramos de rebajas varias sudaderas grandes, y nos pillamos una. Ahora, algo más resguardados del frío, ya podemos salir a descubrir.

     

    Nuestra primera parada es el Empire State. En mi itinerario inicial estaba para otro día, pero viendo que hace un día de lo más soleado, decido que hay que aprovecharlo. Cuando salimos del metro (tras dar varias vueltas por la estación de Grand Central hasta que aprendimos donde estaba el metro, y donde lo que nosotros llamamos cercanías) y vemos el Empire State, ahí, todo imponente, definitivamente se nos olvidan las maletas perdidas y todos los contratiempos. Que visión, que cosa más majestuosa. Los taxis amarillos, las alcantarillas echando humo, … te parece mentira estar viendo con tus propios ojos lo que estás harto de ver en la tele, y que sea exactamente como lo imaginabas.

     

    Entramos en el Empire State, y aunque no hay apenas nadie (ha sido un triunfazo levantarse tan temprano) me alegro de haber comprado mis entradas con antelación por internet. Como digo no hay nadie, pero por todas las culebrillas que hay por todas partes, se adivina que hay tiene que formarse muchas veces la de dios es cristo (imagino que en verano o en navidades). Nosotros, casi como si el edificio estuviera reservado para nosotros.

     

    Y cuando llegamos arriba…¡que barbaridad! Que vista, no creo que se me olvide nunca, que alucine más grande! Después de varios días empapándote de la ciudad, viendo planos y mapas, sitios que ver y demás…en un sitio de calles tan rectas, enseguida encuentras todo. Allí el Financial District, todo aquello es Central Park, el Flatiron, mira, las agujas de St Patrick, el puente de Brooklyn, el de Manhattan, la ONU, ¡el Chrysler Building, que bonito! Es simplemente alucinante, y no puedes dejar de mirar. La mala noticia es que es aún temprano, y hace bastante bruma y según donde mires, el sol te da bastante y se refleja mucho en el agua, así que las fotos salen sólo regulín, pero importa poco, esas imágenes se te quedan ahí para toda la vida como digo.

     

    http://www.flickr.com/photos/manolain/2320035494/

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    En la parte norte y sobre todo la noroeste del edificio, da la sombra y hace un frío que pela, pero se puede aguantar. De todas formas, las mejores vistas están al sur y al este, y no paramos de dar vueltas y vueltas por el mirador. Las chicas se terminan resguardando antes, pero yo sigo descubriendo más y más lugares, hasta que ya entiendo que hay que bajarse. Todavía alucinados por las vistas que acabamos de disfrutar, nos metemos en un Starbucks a tomar un café y tomar un poco de aire y recuperar la temperatura corporal normal.

     

    Bajamos un poco al ver el Flatiron Building, una de mis debilidades. Antes pasamos por Madison Square Park, un bonito parque que en verano tiene pinta de ser muy agradable, pero que hoy está todo nevado. Nos paramos a contemplar el sitio, muy tranquilo pese a estar en todo el centro de la ciudad, y con la ayuda de la guía, vamos distinguiendo los diferentes edificios que la rodean, sobre los que destaca el Flatiron, que es la leche. Su mejor perspectiva es desde una isleta que hay en medio de Broadway, desde la que casi parece que sea únicamente de dos dimensiones, como un cartel publicitario o algo así.

     

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    A continuación recuperamos rumbo al norte, por la sexta avenida, que nos da una visión muy diferente, algo decepcionante. Calles y edificios viejos y decadentes, todo muy sucio, … de repente ya no parece que estén en Manhattan, sino en un barrio chungo. Tiendas cutres tipo mercadillo, ofertas que no son tanto…No se, nos deja algo fríos, pero supongo que es parte del encanto de Nueva York, su diversidad. Eso sí, el paseo nos permite cumplir con el cupo de fotos de cosas “típicas” de Nueva York: el buzón, la cabina, el coche de policía, los garajes esos con verjas y su hielo y todo…¡Así da gusto hacer turismo!

     

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    Así paseando paseando llegamos a la Biblioteca Pública de Nueva York, cuyo edificio de por sí solo merece una visita, pero que además, se ve que debe ser un gustazo para los que nos gusta leer o investigar. Miro con envidia la sala donde se consultan periódicos (en las máquinas de lecturas de microfilm donde en las películas de crímenes en serie se da con los casos antiguos sin resolver que ponen en la pista del asesino, jeje). La putada es que no hemos llegado a tiempo para el tour gratuito, pero aún así, damos vueltas por las principales salas, sobre todo la de lectura (que como no, también reconocemos de las películas). Como buenos españoles, acudimos al olor de los gratis y pedimos hora para entrar en internet, pero supongo que se sabrán ya el tema allí, y nos dan hora para dentro de 45 minutos, así que pasando y nos vamos.

     

    http://www.flickr.com/photos/manolain/2319250453/

     

     

    ...to be continued


  9. Jejeje, pues ya está aquí, ya comienza, el diario de mi viaje a Nueva York de finales de febrero

     

    PARTIDA Y LLEGADA A NUEVA YORK

     

    Nos disponemos a partir. Los expedicionarios somos Cinta (mi hermana), Merche (mi mujer) y Elsa (su mejor amiga), aparte de un servidor. Somos los cuatro afortunados a los que la Fox nos paga un viaje de cinco días a Nueva York, por un concurso de la película de Los Simpsons (por fortuna, el viaje era a Nueva York y no a algunas de las Springfields de la América profunda). El premio incluye vuelo, que es con Air France a la ida y KLM a la vuelta. Ambos con escalas en sus “centros” de operaciones, es decir, París y Amsterdam.

    Lo bueno de volar con una compañía así es que llegas al mostrador correspondiente y no hay ni perri. La parte mala es que aunque tratamos de adelantarnos lo máximo posible, facturando online, al parecer, en vuelos con dirección a USA no se permite esta opción. Cuando llegamos al mostrador (con unas tres horas de antelación) nos dicen que el avión va lleno (por lo menos no nos ponen en overbooking) y que los únicos sitios que hay son dos y dos, en filas de cuatro separadas (y no continuas) y encima los asiento de en medio. Toma ya. Mal empiezan nuestras peripecias con nuestros amigos de Air France, que iban a ser muchas ese día. Facturamos y pasamos lo controles de seguridad, a esperar que el avión salga (ilusos de nosotros).

    Esa es la primera en la frente. Más bien la segunda, si contamos los excelentes asientos que llevamos. Y es que nuestro avión de Madrid a París, va con una hora de retraso, y el tiempo que tenemos para cambiar de avión en el Charles de Gaulle se queda entonces en escasos treinta minutos. Aunque no hay nada que hacer ya al respecto, me paso todo el vuelo pensando si podremos o no cogerlo, que hacer si al final no llegamos, perderemos un día con lo justos que ya vamos de por sí, voy a tener que estar peleándome con estos gabachos que encima no querrán hablar en inglés, y yo, ya puesto, prefiero cagarme en alguien mejor en mi idioma, que tengo más recursos…

    Bueno, que me pierdo. Aterrizamos en París y más o menos con alguna indicación de las azafatas (que nos juran que son apenas cinco minutos andando, pero a mí no me convence mucho eso, con lo grande que es ese aeropuerto), salimos disparados del finger. Vamos con el equipaje de mano, y enseguida nos damos cuenta de que no vamos a poder mantener mucho tiempo el ritmo de sprint que queremos tener. Cinta y yo cogemos la delantera, mientras que Merche decide esperar a Elsa, que es la que peor lo tiene para correr. Vamos siguiendo las indicaciones, sin parar de mirar el reloj, y parece que llegamos a…esto…¿cómo? ¡Ahora hay que coger un tren! (menos mal que eran cinco minutos, HIJA DE PUTA). La espera y el trayecto en el tren se nos hacen eternos, pero en realidad, apenas son unos minutos. Salimos del tren como si lleváramos al diablo detrás, y llegamos a lo peor: pasaportes y seguridad. No hay mucha cola (si la llega a haber me la salto como que hay dios) pero aquello parece que no anda nada. Nos toca delante la típica familia torpe que necesita pasar veinte veces por el detector hasta darse cuenta de que lleva un reloj de acero. Uf, vamos, vamos! Pasamos la seguridad, y ya sí, yo salgo corriendo como si de Forrest Gump me tratara. Es gracioso, pero durante la carrera pienso: “¿y si llego y ellas no y me dicen que o subo ya o nada? ¿Qué hago?”. Pero mi corazón, se me sale del pecho a medias por el carrerón, a medias por ver que la política de Air France es salir siempre tarde, y aún hay gente subiendo al avión cuando llegamos. Tiramos a nuestros sitios, y quien más quien menos pide ya agua y tarda un buen rato en hablar, porque nos hemos quedado sin aliento. Pero lo hemos conseguido, lo hemos cogido!!! Allá vamos Nueva York!!

    El vuelo sale de París a las 17:30, así que no hay mucho sueño. Bueno, relativamente. La marmota de Merche se ve una película y enseguida cae en coma, mientras que yo, tras verme la Jungla 4 (que no digan por favor que la ponen en español, eso que hablan en México no es español, y Jonh McClaine no puede salir en pantalla en su primera escena con ese acento y diciendo “Tú cállate esa bocota, ¿sí?”, me han tirado un héroe de mi adolescencia!), me pongo a leer el libro que me estoy leyendo, “Un día de cólera”, del que llevo leído la mitad en un mes, y que en este vuelo me leo su otra mitad. A mi izquierda tengo una china americana que ha empezado a ver todas las películas de la programación, y no ha terminado ninguna (que poca decisión, y eso que ella lo podía ver en su idioma original y no con ese terrible doblaje). Entre películas, libros, comidas de avión tan terribles como siempre y cabezadas, Nueva York se abre ante nosotros, a nuestros pies, ¡qué poco falta!

    Sin embargo nuestros amigos de Air France han decidido que aún no nos han jodido bastante. ¿Recordáis la carrera que nos dimos para coger el avión en París? Pues bien, nuestras maletas no fueron tan rápidas. Durante el vuelo lo había pensado, pero no había querido ni comentarlo por no mentar a la mala suerte, pero ahí estábamos los cuatro, en una ciudad recién nevada, y con lo puesto (yo particularmente había facturado hasta el abrigo, para no cargar con él!). Nos dirigimos al mostrador correspondiente, y la persona que me atiende me desarma porque yo me iba cagando ya en su puta madre, pero se expresa de forma tan educada y correcta, y nos pide disculpas, y me deja con los gusarapos en la boca. Nos toma nota de las etiquetas de equipaje y nos dice que está todo en París todavía! (hasta que no se reclaman, no se envían). Así que nos dan un neceser con lo básico, y tirando. Ya nos las mandarán cuando lleguen, y a la vuelta tenemos 100 euros por maleta (que ya he reclamado y que hasta que no los vea no me los creo).

    Puf, que mala leche y que bajonazo, pero poco más podemos hacer. Nos vamos afuera a coger un taxi, y tiramos para nuestro hotel. Apenas comenzamos el trayecto, y veo que las desgracias no piensan terminar hoy. Me he dejado (a pesar de revisar bien antes de bajar) la guía de Lonely Planet en el bolsillo del asiento de delante. ¡Me cago en su padre! Esto sí que me mata. Ahí tengo toda la información subrayada, itinerarios, marcas en los mapas, tiendas…casi todo el trabajo que he hecho se me ha quedado en el avión, la leche. Esto me mata totalmente, y me amarga de mala manera. Las siluetas de Manhattan empiezan a dibujarse al fondo, y aunque es espectacular, y aunque lo intento, el cabreo me impide disfrutar y evitar que recuerde de manera amarga mi primera visión de Nueva York. Para colmo, el taxista, en un inglés bastante malo, intenta darme conversación para ganarse su propina, cuando lo último que me apetece a mí es hablar: “tio, cállate y tira palante, no te preocupes por tus cinco pavos de propina que te los voy a dar”. Lo pienso pero me lo callo.

    Por fin llegamos a nuestro hotel, el Roosevelt, y flipamos con el recibidor. Nos dan nuestras habitaciones (por supuesto, todo el personal de recepción, habla español) y nos quedamos alucinados con el tamaño de las habitaciones. Tienen un dormitorio, un baño y un salón. ¡Pero si esto es más grande que mi piso de Madrid! ¿Pa qué quiero yo tantísima habitación? Además, en la nuestra (Merche y yo), nos han dejado unos quesitos y unos vinitos, así que llamamos a nuestras compañeras de viaje para que se bajen a compartirlos con nosotros (ellas no tienen nada). Nos ponemos a ver los oscars (por primera vez, sin tener que trasnochar), y nos vamos relajando, pensando en lo que se nos avecina mañana.


  10. joer, que estamos ya ya yéndonos para allá!!!

     

    supernova, estoy ahí con lo de ellis island que no se que hacer, si fuera yo solo iría, pero mis acompañantes no están muy de acuerdo, no les gusta mucho la historia que digamos

     

    a ver si entre todos los veteranos me podéis aclarar:

    el ferry de staten island lo cogía no por staten island, sino por pasar cerca de la estatua y verla un poco al menos

    si al final me decido por ellis, ¿qué ferry tengo que coger? ¿el que va a ellis es el que va también a liberty? ¿son dos distintos? ¿esto cómo va???

     

    para el ESB ya tenemos las entradas, así que algo de cola te ahorras. De cualquier forma, queremos ir a primerísima hora de la mañana, sobre todo si hace bueno, porque con amenaza de nubes y lluvia, luego subes y no se ve na!!!


  11. Miércoles: no sé que es eso de contrastes. Go Nets!

    es algo tal que así

     

     

    pues eso tio k no has metio central park no...

    el rockefeller center no se si lo has metido

     

    con que compañia vuelas???yo estoy mirando para verano pero sale todo carisimo

    chico, hay que leer mejor, jejeje!

    el rockefeller el martes

    y el central park lo tengo puesto el jueves

     

    voy con Air France a la ida, y KLM a la vuelta, pero no es referencia de precios, como conté aquí, el viaje me ha tocado en un concurso!


  12. Ya tenemos el viaje a la vuelta de la esquina!!!! Mañana a esta hora ya habré hecho el check-in vía internet, y el domingo, a voooolarr!!!!

     

    No obstnate, se pide una última colaboración para dar algún retoque al planning que llevo (que por lo que he leído en internet, pocas veces se cumple). Decidme cualquier cosa que se os venga a la cabeza, si se puede aprovechar mejor el tiempo, cosas interesantes que os gustaran y que no veais aquí (es más que probable que ese algo no esté porque simplemente no lo conozco)

    Todo está a expensas del clima, por culpa del cual quizás tengamos que ir improvisando sobre la marcha

     

    Nos alojamos en el Roosevelt (Midtown)

     

    Abrochense los cinturones, que despegamos!

     

    DOMINGO

    Llegada y si acaso, vuelta por Times Square, que no está muy lejos

     

    LUNES

    Coger el Ferry a Staten Island (color naranja). Dura unos 25 minutos cada trayecto. El primero sale a las 8:30. Lado derecho.

    ¿Ellis Island y Estatua Libertad? (por decidir)

    Battery Park, Castle Clinton, Sphere, Bowling Green (Toro)

    Subir por Wall Street, Federal Hall (estatua George Washington) , Trinity Church

    Torcer a World Trace Center, World Financial Center (para ver Zona 0 desde ahí), de ahí a St Paul Chapel

    Seguir por Woolworth Building, y luego a City Hall Park. Si vamos a visitar, llamar al 311

    Puente de Brooklyn, ver anochecer desde allí

     

    MARTES

    Subir al ESB

    Bryant Park y Biblioteca PÚblica Nueva York (visita guiada gratis a las 11AM o a las 2PM)

    Estación Central, Chrysler Building y edificio ONU

    St Patrick, Radio City Hall (si da tiempo), NBC Studios, Rockefeller Center y Top of the Rock (subir de día todavía, y ver como se hace de noche)

     

     

    MIERCOLES

    Excursión Nueva York contrastes

    Visita al Jacob Javits Center, paseo por Times Square y partido de los Knicks (a las 19:30)

     

    JUEVES

    Parte alta de 5th Avenue, MOMA, Central Park, Edificio Dakota, Museo Metropolitano, pasar por el guggenheim (aunque no entraremos, está de obras)

     

     

    VIERNES

    El día de las compras (el avión no sale hasta las 22 horas)

    Tribeca, Harrison Street Houses

    (al este) Chinatown (Eastern States o Mahayana), Canal St…..de ahí subir a Little Italy y Nolita

    (más al este) Lower East Side: Tenement (de 1 a 5), bar Schiller’s, subir un poco a pasear por East Village y al oeste Greenwich Village (Astor Place y Alamo, Wash Arch, Grace Arch, cancha baloncesto 4th Street) y West Village (High Line)

    Subir a Chelsea: Chelsea Hotel, Chelsea Market

    Flatiron Building (quizás lo mueva a otro día, no me lo quiero perder)


  13. gracias por las respuestas, me lo apunto todo

     

    Voy cinco días completos, de lunes a viernes (no se si me perderé algo por no estar fin de semana, pero es como ha salido, es un regalo de un sorteo, y nos obligaban a ir antes del 1 de marzo :bleh: , y en esos días por el tema del hotel, dormimos allí el domingo, y el viernes noche salimos, así ellos no pierden un finde, jejeje)

     

    una tienda de M&M , no sabes como me gustan esos putos dulces!!!! :lol:

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