Jump to content

Piter

Members
  • Contenido

    165
  • Ingreso

  • Última visita

  • Días ganados

    3

Mensajes publicados por Piter


  1. Venga va, voy a seguir publicando el diario por aquí, que me sabe mal haberlo dejado abandonado tanto tiempo. A ver si en los próximos cuelgo fotos de todos los días hasta el octavo, que es el que pongo ahora. Espero que os guste.

     

    Martes, 19 de julio de 2011. Día 8.

    CAPÍTULO 8 – ESTRASBURGO PARA PRINCIPIANTES

     

    De nuevo fue una sorpresa para mí poder dormir en el tren. Lo cierto es que aún descansé más tiempo que en el otro trayecto nocturno. Abrí los ojos cuando, teóricamente, faltaba más de una hora para llegar a París, pero incluso habiendo saliendo con retraso, el tren llegó antes de la hora prevista. Allí estábamos, en la estación de Austerlitz, con el tren parado a saber desde cuándo y nosotros durmiendo a pierna suelta. Desde Austerlitz fuimos en metro a la Gare de l’Est, estación desde donde salían los trenes que nos interesaban.

     

    Nos planteamos montarnos en el [acronym=Train à grande vitesse. Tren de alta velocidad francés]TGV[/acronym] y rezar para que no pasara el revisor, pero decidimos no tentar a la suerte y elegir la opción B para llegar a Estrasburgo: cinco horas de viaje con dos transbordos incluidos. Eran muchas horas, sí, pero con los 18€ del [acronym=Train à grande vitesse. Tren de alta velocidad francés]TGV[/acronym] comíamos dos días, y si seguíamos castigando a la tarjeta con más suplementos, la broma se convertiría en putada. Era hora de sacrificarse un poco.

     

    El primer transbordo fue en Bar-le-Duc, un pueblo totalmente desconocido para nosotros. Lo único reseñable de ese trayecto es que en ese tren vi algo que nunca había visto; los compartimentos de los vagones eran cerrados, como en el Expresso de Hogwarts (ignora la comparación si no has visto/leído Harry Potter). En tren iba prácticamente vacío, así que nos asentamos a nuestro antojo en un compartimento los dos solos, a intentar planchar la oreja. Seguidamente cogimos otro tren hasta Nancy, dónde teníamos que pasar algo más de una hora.

     

    Nancy tenía más nombre que Bar-le-Duc, pero aún así desechamos la oportunidad de dar una vuelta y lo único que hicimos fue buscar un supermaché para comprar la comida. Después del viaje busqué información y descubrí que podríamos haberle dado una oportunidad al lugar, pero en el momento consideré que lo mejor que tenía la ciudad era coincidir con el nombre de la hija del gran Frank Sinatra.

     

    De Nancy ya fuimos directos a Estrasburgo, y ese fue uno de los trayectos más bonitos del viaje. El paisaje se tiñó del verde de los frondosos bosques que había a izquierda y derecha, e íbamos dejando atrás vacas pastando en el campo y pequeñas localidades como Lunéville. Habíamos entrado en la Alsacia.

     

    Enlazar las siete horas del nocturno con cinco más para llegar a Estrasburgo resultaba, a priori, una paliza. Para unos incombustibles como nosotros resultó fácilmente soportable, y con aire triunfal salimos de la estación de Estrasburgo (edificio bastante destacable, por cierto) y nos dirigimos al apartahotel en el que pasaríamos las próximas dos noches. Estaba bastante bien por el precio que pagamos (22€ persona/noche). Teníamos cocina, algo muy esperado y que nos facilitaría variar un poco la dieta rica en bocadillos que estábamos siguiendo a rajatabla.

     

    Reposamos la comida (un bocadillo, precisamente) mientras hacíamos zapping en la televisión francesa. Nos decantamos por ver el final de una etapa del Tour antes de bajar a ver la ciudad.

     

    Llegamos al centro histórico siguiendo al río Ill. A esa parte de la ciudad la llaman Grande Ile (Gran Isla), porque está completamente rodeada por el río. Allí se encuentra la Catedral, de la que vimos el interior aprovechando que era gratis entrar. Es curiosa la variedad de color de las vidrieras y el reloj astronómico del interior, aunque no sabíamos qué marcaba y cómo lo hacía exactamente. Ejemplo de la arquitectura gótica del siglo XV, con sus 142 metros de altura, la Catedral de Estrasburgo fue la obra arquitectónica más alta del mundo hasta el S XIX. En la misma plaza de la Catedral se encuentra la Casa Kammerzell, una de las casas más antiguas de la ciudad, convertida ahora en hotel y restaurante.

     

    Por las calles de Estrasburgo es innegable la influencia alemana, tanto en el diseño de las casas como en el nombre de calles y plazas. No es de extrañar, ya que aparte de que la frontera está a escasos kilómetros, la Alsacia fue en su día territorio teutón.

     

    De nuevo no tuvimos suerte con la climatología y se puso a llover. Cerca de la plaza Gutemberg nos pusimos a cubierto en un parking. Esperamos a ver si aflojaba o paraba, pero como las gotas formaban burbujitas en los charcos (ver teoría sobre la lluvia en el capítulo 5) volvimos al apartamento después de hacer la compra. Por cierto, la teoría de Marc se volvió a cumplir; no paró de llover hasta la noche.

     

    En el ordenador público de la recepción nos conectamos por segunda vez en el viaje. Eran más o menos las siete de la tarde y ya estábamos en la habitación apalancados. Tenía la sensación de haber desaprovechado el día. Entre las horas de tren y la maldita lluvia apenas habíamos dado una vuelta por la ciudad. El día siguiente lo destinaríamos a ir a Colmar por la mañana y seguir viendo Estrasburgo por la tarde, en vez de ir a Colmar y luego a Eguisheim, como estaba planeado. Por las fotos que vimos, Eguisheim se trataba un pueblecito alsaciano de cuento, pero no dejaba de ser un Colmar en pequeño.

     

    En ese rato, aparte de preparar unos deliciosos macarrones para cenar, lavamos a mano un poco de ropa, aprovechando que pasaríamos dos noches allí y tendría tiempo suficiente de secarse. Con las tareas de higiene realizadas y con la barriga llena empezamos con las Kronembourg que habíamos comprado para darle uso a la nevera, pero queríamos descansar y nos fuimos a dormir antes de lo que venía siendo habitual.

     

    No lo había explicado, pero a mitad del viaje se nos iba a unir un nuevo compañero de viaje, Jesús. En tres días estaba previsto que nos encontráramos en Bélgica. Esa tarde hablamos con él; estaba ultimando los preparativos y deseando sumarse al viaje. Lo que no sabía es que le esperaba un contratiempo inesperado. Pero no adelantemos acontecimientos.


  2. Maaaaaaaaadre mía, qué de meses sin pasarme por el foro... y sin actualizar el diario llevo un año y medio. Entre otras cosas, me he dado cuenta de que Teru fue nombrado moderador, y que garefe avanzó (o terminó, no lo sé, sólo lo he mirado por encima) muchísimo su diario...

     

    Cómo está el tema por el foro? Sigue apagado? Vale la pena que prosiga el diario? Publicarlo, más que nada, porque redactarlo ya lo redacté, hace meses que lo terminé de escribir


  3. Lunes, 18 de julio de 2011. Día 7.

    CAPÍTULO 7 – ONLY LYON EXPRESS

     

    Aquella noche descansamos como ninguna otra. Las camas eran comodísimas y ni nos enteramos de cuando “el pistolero” se fue de la habitación. Para ir a Lyon teníamos dos opciones, un tren a las ocho y otro pasadas las diez. No hubo manera de despertarse antes de las siete para recoger la mochila y realizar la excursión hasta la estación, además de que partir tan pronto significaba perder el desayuno. Nos despertamos a las nueve, recogimos las mochilas con una calma excesiva y fuimos a desayunar. Concretamente, el desayuno se componía de pan para untar con dos mermeladas de dudosa calidad, café aguachirri y zumo de naranja (lo único decente).

     

    En la recepción nos encontramos a Max y Sarah, que se marchaban a Ginebra. Nos despedimos e intercambiamos el Facebook con ellos antes de salir del albergue con el tiempo justo para llegar a la estación. De hecho, el que realizó el trayecto Annecy-Lyon fue el primer tren (hasta el momento) que cogimos de milagro. De haberlo perdido, la visita a Lyon hubiera peligrado, porque el siguiente tren no salía hasta dos horas después.

     

    Dos horas fue lo que tardamos en llegar a la tercera ciudad en número de habitantes de Francia, Lyon. Lo primero que hicimos en ella fue la reserva del nocturno Annecy-París que íbamos a coger esa misma noche. También le preguntamos al chico que nos atendió, que hablaba un castellano perfecto, si el [acronym=Train à grande vitesse. Tren de alta velocidad francés]TGV[/acronym] París-Estrasburgo también costaba 18€. La respuesta fue afirmativa, así que emplearíamos el plan B para llegar a la capital de la Alsacia con tal de regatear al [acronym=Train à grande vitesse. Tren de alta velocidad francés]TGV[/acronym].

     

    Al salir de la estación nos dirigimos a la parte antigua, conocida como Vieux Lyon (Viejo Lyon). Después de pasar por el Auditorium, uno de los edificios más altos de Lyon, llegamos al primer río de los dos que atraviesan la ciudad, el Ródano. Entre el Ródano y el Saona (que es su afluente) se sitúa la Plaza de Bellecour, centro de la ciudad y lugar donde está ubicada la oficina de turismo. Nos hicimos con unos mapas y comimos en el McDonald’s, después de mirar desde fuera y con mucho deseo unas pizzerías cuyo precio imaginábamos directamente proporcional a su buena pinta.

     

    Cosas destacadas de la plaza son una estatua de Luís XIV montado en un caballo, y unas letras blancas y rojas en las que se lee “Only Lyon”. Lo usan como un eslogan de la ciudad. En el mapa que nos dieron también lo ponía, es algo parecido al “I’Amsterdam”.

     

    Al cruzar el Saona nos encontrábamos en el Viejo Lyon, zona declarada Patrimonio de la Humanidad en 1998. Después de toparnos con la iglesia de St Jean en obras, tomamos el funicular para subir a una de las colinas de la ciudad, Fourvière. La Basílica Notre-Dame de Fourvière, iglesia más destacable de Lyon, corona la colina, desde la que se obtienen las mejores vistas de la ciudad. Desde las alturas, además de los diferentes barrios, se ve el río Saona y se distingue el Auditorium a los lejos.

     

    Por fin nos estaba haciendo un día entero de sol. ¡Por primera vez en el viaje usamos las gafas de sol y pasamos calor! Esperábamos que ese fuera el final de nuestra mala suerte climatológica. Al bajar de la colina paseamos un rato por las callejuelas adoquinadas y peatonales del centro histórico. En ellas había muchos pequeños restaurantes donde, según había leído, se comía de maravilla, pero nuestra precaria economía nos impedía darnos semejante lujo.

     

    Al salir de los recovecos del Vieux Lyon, hubo un rato que fuimos sin consultar el mapa y aparecimos en un parque bastante alejado del centro, pero gracias a nuestra superdotada orientación, nos reenganchamos al camino justo en el Ayuntamiento y la Ópera. Se acercaba la hora de regresar a Annecy, así que poco a poco fuimos dirigiendo nuestros pasos hacia el sur, dirección estación. De camino paramos en un supermercado y compramos la cena; bocadillos vegetales una vez más. Nos aliviaba pensar que en el apartamento que habíamos reservado en Estrasburgo tendríamos cocina en la habitación y podríamos prepararnos algo caliente que no fueran kebabs o hamburguesas.

     

    Lyon me pareció una ciudad interesante, con atractivos suficientes como para dedicarle más tiempo del que le habíamos podido dar. Un día entero hubiera sido lo ideal. Pero quién sabe, quizás vuelvo a Lyon antes de lo que creía.

     

    Volviendo a Annecy, Marc cumplía con su rutina de desconectar el cerebro en los trenes mientras yo avanzaba el diario lentamente. En el parquecillo de enfrente de la estación cenamos y pasamos el rato charlando hasta que nos montamos en el tren que, una vez más nos dejaría en París, y que partió con exactamente 27 minutos de retraso.

    • Positivo 2

  4. Seguramente en los próximos meses vuelva de visita a Londres. Gracias a este foro me enteré de la existencia de "La pensión de la china" o Ideal Guest House. Toda la información que encuentro es antigua, y me gustaría saber si Ms Quan sigue regentando la pensión, y si el precio o el teléfono han variado (eran 10 libras por persona y noche).

     

    Cualquier dato reciente sobre el lugar me ayudará. Dudo que con lo muerto que está el foro pueda obtener alguna respuesta, pero por probar...

     

    Un saludo.


  5. La excursión en bici vale lo que te cueste alquilar las bicis. Nosotros lo hicimos en MacBike (tiene una oficina al lado de la estación), 20€ por 2 días con el seguro. No te será difícil encontrar cómo llegar buscando información sobre Volendam, Marken...

     

    También puedes ir en autobús; pon en Google "Waterland Ticket".

     

    Un saludo.

    • Positivo 1

  6. Domingo, 17 de julio de 2011. Día 6.

    CAPÍTULO 6 – EL DILUVIO UNIVERSAL COMPENSADO

     

    El amanecer me permitió ver que el paisaje había cambiado. Montañas, bosques verdes, riachuelos y pequeños grupos de casas en los valles rodeaban a las vías del tren. Un paisaje espléndido, solo empañado por el hecho de que chispeaba y el cielo estaba muy tapado.

     

    Llovía fuertemente cuando llegamos a Annecy y como no llevábamos mapa, ignorábamos dónde estaba exactamente el albergue. Entramos en un hotel a preguntar cómo llegar y de paso conseguimos el necesario mapa. Esa jugada la llamaríamos durante el resto del viaje “la de Annecy”.

     

    De camino al albergue, que estaba muy alejado de la estación, tuvimos que ponernos a cubierto en lo que parecía una especie de zona industrial. Con un bajón anímico importante observábamos la tremenda tormenta que estaba cayendo, hasta que Marc se lo tomó a cachondeo y me tuve que reír cuando soltó perlas como “habrás traído los remos, no?”, “no, si va a caer la del calamar ahora, no te jode” o “esto en Sevilla no pasaría…”.

     

    La opción de llegar en autobús al albergue estaba descartada porque los domingos no pasaban, así que esperamos más de una hora a que aflojara el temporal. Avanzamos siguiendo el mapa hasta las inmediaciones del lago Annecy, pero enseguida volvió a apretar y tuvimos que volver a resguardarnos. Marc tenía una teoría; si al llover, en los charcos se formaban burbujitas, significaba que no iba a parar de llover. Se estaban formando y no paraba, así que desgraciadamente se estaba cumpliendo su conjetura. En ese rato nos saludó amablemente un hombre mayor que reconoció que éramos de Barcelona por nuestros chubasqueros y una mujer se compadeció de nosotros por el tiempo que estábamos sufriendo.

     

    No tenía intención de amainar, así que le echamos huevos y tiramos para el albergue caminando bajo la lluvia. Nos quedaban unos veinte minutos para llegar, y resultó una auténtica excursión llegar al jodido bosque donde estaba situado el albergue, subiendo por el arcén lleno de piedras y barro de una carretera ligeramente empinada.

     

    Al llegar nos dijeron que no podían darnos la habitación hasta las cinco, así que dejamos las mochilas y nos cambiamos la ropa empapada. Como mínimo había un ordenador para los huéspedes, y por fin pudimos conectarnos con el mundo exterior. Revisamos la prensa, escribimos varios mails cada uno, entramos a Facebook y buscamos las opciones que teníamos para ir a Estrasburgo dos días después. El plan inicial pasaba por llegar en [acronym=Train à grande vitesse. Tren de alta velocidad francés]TGV[/acronym], pero el elevado precio del suplemento nos obligó a buscar alternativas. Entre una cosa y otra ocupamos el ordenador cerca de dos horas. A todo esto, seguía lloviendo sin parar y las posibilidades de salir del albergue eran nulas.

     

    Bajamos a comer al bar del albergue, pero tampoco abría hasta las cinco. No teníamos nada para hacernos la comida, así que no nos quedó otra que deleitar al paladar con galletas de chocolate.

     

    Una vez que salimos a fumar conocimos a un chaval francés residente en un pueblo cercano a Lyon que había estudiado en México. Como casualmente nosotros íbamos a Lyon al día siguiente, aprovechamos para preguntarle acerca de la ciudad.

     

    Al rato, milagrosamente paró de llover y el sol amenazaba con iluminar Annecy. Fue entonces cuando nos encontramos por las zonas comunes a Maxime, el chico francés, que nos presentó a su novia Sarah y nos propuso bajar con ellos al pueblo en coche. Un buen rollo impresionante, ¡qué amables! La oferta era irrechazable, así que sin esperar para hacer el check in nos fuimos con ellos. De camino nos explicaron que estuvieron estudiando los dos en México durante ocho meses y que fue una experiencia inolvidable. No hace falta decir que ambos hablaban un castellano notable, totalmente entendible. Aparcamos y fuimos a recorrer el centro y pasear cerca del lago.

     

    Durante el camino hablamos de temas varios como las diferencias entre la cultura española y francesa, Catalunya y el uso del catalán, sitios destacables de nuestros países, etc. Al llegar al lago el sol lucía como Annecy se merecía. El cielo gris se había vuelto azul claro y la niebla que envolvía parte de las montañas no estorbaba, sino que le daba un toque maravilloso al paisaje.

     

    Un pueblo único y una compañía difícil de mejorar. Habían estado varias veces en Annecy, así que además nos hicieron de guías autóctonos. Es realmente gracioso mantener una conversación con un francés con sentido del humor y que repite continuamente “pinche wey” y otras expresiones latinas. Gracias a nosotros, Sarah y Maxime aprendieron vocabulario como tiovivo, ayuntamiento (presidencia en México) o calimocho. Nosotros aprendimos algunas expresiones como très bien (se pronuncia “trevian” y significa “muy bueno”) y otra que significaba “verga de pitufo” que ahora no recordamos.

     

    Cuando regresamos al albergue hicimos el check in y nos instalamos en una habitación de cuatro personas. Antes de ducharnos entró Alvin Reims, un americano de unos 55 años de Reno, Nevada. Antes de saludarnos nos preguntó en tono seco “Are you smoking here?”, a lo que respondimos que no, que para fumar habíamos salido fuera (la ventana daba al bosque). Según Marc, Alvin era un pistolero americano que no dudaría en dispararnos mientras dormíamos si volvía a notar olor a tabaco en la habitación.

     

    En la cocina del albergue nos encontramos a Max y Sarah, que estaban acompañados de otros dos franceses. Uno tendría unos treinta años y al día siguiente se marchaba a hacer la vuelta al mundo durante tres años, pretendiendo hacer la mayoría de los trayectos caminando. El otro chico tenía 26, vivía en Lille y estaba de paso en Annecy porque había ido al Mont Blanc (montaña más alta de los Alpes).

     

    Max insistió en que bebiéramos de su vino, y mientras cenábamos el vino tinto y el blanco desaparecieron rápidamente. Después fuimos al bar, que antes de bajar a cenar tenía un ambiente interesante, pero en el que al llegar solo quedaban dos chicas de origen desconocido.

     

    La encantadora recepcionista nos hizo de camarera y nos dijo que cerraba a las doce, pero los cuatro franceses le insistieron para que nos pudiéramos quedar más rato. Consiguieron que les dejara la llave del bar con la condición de que no tocáramos nada de la barra. Le pedimos la última cerveza antes de que se fuera y allí nos quedamos los seis, hablando en castellano, inglés y francés; castellano nosotros con Max y Sarah, francés entre ellos e inglés nosotros con los otros dos.

     

    Los franceses nos retaron a una partida de billar, que tuvimos que aceptar con tal de enseñarles a jugar. Ganamos nosotros, a pesar de acatar sus normas y tener que meter la negra a una banda en vez de “cruzada” como hemos hecho siempre. No sin polémica, porque decían que en mi golpe final, la blanca había entrado antes que la negra. Todo de coña, nada de iniciar una guerra entre Francia y España por una partida de billar. Total, que para ellos la cosa quedó en égalité, aunque eran conscientes de que habían perdido y nosotros de que éramos los ganadores.

     

    La noche nos cundió a pesar de que antes de las dos nos recogimos, quedando en despedirnos de ellos en el desayuno. Caímos rendidos en cuestión de minutos a pesar de la sonata que había montado Alvin “el pistolero” mientras dormía.


  7. En la parte francesa del Interrail que hice este verano pasé por Estrasburgo y me alojé en el Apartahotel Cap Europe. Tiene Tv, cocina y baño en la habitación. Está a unos 15 minutos andando de la estación. Muy sencillo pero limpio. Nos costó 20€ persona/noche (habitación de 2).

     

    En el buscador de albergues de la esta web sale.

     

    Por cierto, también visitamos Colmar y muy bonito :).

     

    Un saludo.


  8. Yo también hice Utrecht-Amersfoort en un día, al igual que La Haya-Delft y Namur-Dinant. En Rotterdam estuvimos el día entero porque nos apalancamos una barbaridad después de pisar el primer coffee shop del viaje :D.

     

    En Bruselas, Brujas, Gante y Amberes estuvimos un día. A Amsterdam le dimos 3 enteros (2 + 1 excursión en bici a la zona de Waterland) y el último medio día antes de coger el avión.


  9. Bienvenido al foro, Alex.

     

    Antes de nada, al igual que ha hecho garefe, te recomiendo que leas mucho el foro. Usando la búsqueda encontrarás cantidad de hilos que hablan del Benelux y de los que sacarás mucha información y podrás hacerte una idea de qué ciudades pueden interesarte más o menos.

     

    El verano pasado hice un Interrail por Francia y el Benelux de 22 días. El recorrido fue el siguiente:

     

    París - Rennes - Mont St Michel - Saint Malo - Annecy - Lyon - Estrasburgo - Colmar - Luxemburgo - Namur - Dinant - Bruselas - Gante - Malinas - Brujas - Amberes - Rotterdam - Utrecht - Amersfoort - La Haya - Delf - Amsterdam

     

    Mis recomendaciones:

     

    - Francia: Bueno, al parecer sólo tenéis pensado visitar París, así que poco que decir.

     

    - Bélgica: El trío Bruselas-Brujas-Gante imprescindible. Personalmente, Amberes me gustó bastante menos que las tres anteriores, pero va por gustos. Malinas tiene poco más que su plaza central, que es preciosa (valió la pena ir sólo por verla, fue casi la plaza que más me gustó de las ciudades belgas). Coincido con garefe en que Namur no es nada del otro mundo. Dinant sí que es muy chula, y muy pequeña; en unas horas te la acabas.

     

    - Luxemburgo: Sólo visitamos su capital, Ciudad de Luxemburgo. Puede resultarte interesante para pasar 1 día (o alguno más si no sólo visitas la capital), y para empalmar París y el Benelux (yendo a Ciudad de Luxemburgo desde París y estrenar allí el Benelux Pass, por ejemplo).

     

    - Holanda: La Haya no me gustó. Prefiero Utrecht, aunque tampoco mata. Delft sí que es bonita y con más encanto que las anteriores. Rotterdam rompe los esquemas de típica ciudad holandesa; está llena de edificios de arquitectura moderna y destaca su gran puerto, el más grande de Europa. Amsterdam es única, con eso te lo digo todo.

     

    Te dejo el link de mi preparación del viaje, por si puedes sacar algo que te ayude en la planificación:

     

    http://forums.inter-rail.org/interrail/tema/25118-itinerario-francia-y-benelux/page__p__357488#entry357488

     

    Estoy haciendo el diario del viaje, pásate si te interesa:

     

    http://forums.inter-rail.org/interrail/tema/26433-europeando-sobre-las-vias-del-tren/

     

    Por último, el tema presupuesto. Como te han comentado, es muy relativo y puede variar muchísimo en función del tipo de viaje que hagas. Yo, comiendo de supermercado casi siempre, durmiendo en albergues baratitos, sin entrar a muchos museos e incluyendo TODO (aviones de ida y vuelta, billete interrail, etc), me gasté entre 1100 y 1200€ en 22 días.

     

    Un saludo.


  10. Sábado, 16 de julio de 2011. Día 5.

    CAPÍTULO 5 – PINGUINOS EN LA BRETAÑA

     

    Cumplida la segunda noche en Rennes, tocaba dejar las mochilas en recepción e ir a la estación. La constante del frío fue protagonista una vez más en el quinto día de viaje. Al salir del hotel llegamos a ver gente que iba incluso con bufanda.

     

    En una hora de tren nos plantamos en Saint Malo, destino que teníamos previsto visitar durante toda la mañana. Saint Malo es una ciudad pequeña, de unos 50000 habitantes, que en verano llega casi a los 200000 a causa del turismo. La parte visitable de la ciudad es el centro histórico, zona medieval totalmente amurallada y flanqueada por el mar. Esa parte está pegada al puerto, y junto a dos o tres playas destacables, es todo lo que hay que ver. Por lo demás es una ciudad prescindible, sin grandes edificios, monumentos, etc.

     

    Al salir de la estación fuimos directos a la zona de interés, siguiendo los abundantes carteles. El paseíto hasta la zona medieval dura tranquilamente unos quince o veinte minutos. Entre el frío, el día gris y la lluvia intermitente, la imagen de la ciudad amurallada era bastante tétrica desde fuera. Esa sensación se esfuma cuando entras y ves que las calles empedradas se componen de tiendas y restaurantes. Muy antiguo y bien conservado, pero con el toque actual que le dan las zapaterías y las tiendas de ropa. Pasear por encima de las murallas nos parecía más interesante. Desde ellas se veían las playas de Saint Malo, el puerto, y la primera piscina natural de Europa, que se cubre cuando sube la marea. No hacía día para ello, pero unos pocos valientes (o insensatos) se atrevían a meterse en las playas. Durante la planificación del viaje contemplamos la opción de bañarnos en una de esas playas del Atlántico, pero fue que no por razones obvias.

     

    Cuando llegamos a la catedral empezamos a bajar por las callejuelas interiores hasta salir de la zona de intramuros y tirar millas para la estación. La visita a Saint Malo es rápida; tres horas es tiempo suficiente para ver sin problemas la zona medieval y pasear por las murallas.

     

    Para volver a Rennes teníamos que esperar el tren cerca de una hora, así que aprovechamos ese tiempo para comprarnos unos bocatas en un ultramarinos a la francesa que había a dos minutos de la estación. El dependiente no tenía ni idea de inglés, hasta tales extremos de no comprender el significado de “water”, pero era majo y por 3.70€ compramos un exquisito vegetal (de los mejores del viaje) de más de media barra y un refresco de medio litro.

     

    Eran las cuatro de la tarde cuando llegamos a Rennes y el temporal seguía igual. Nos fuimos por la mañana con lluvia e idénticas condiciones nos encontramos al volver. De camino al centro pasamos por el Parlamento bretón, edificio más destacado de la ciudad. En pleno centro de la ciudad, delante de la iglesia de St Anne, las finas gotas de lluvia se convirtieron en goterones y empezó a caer una tromba de agua espectacular. Además de hacernos echar mano de los chubasqueros, la ininterrumpida lluvia nos obligó a resguardarnos durante un rato en una parada de autobús.

     

    Al comprobar que no tenía pinta de parar, decidimos entrar en un centro comercial que anteriormente habíamos pasado de largo, y Marc aprovechó para comprarse unos cascos, ya que había olvidado sus auriculares en casa. Queríamos visitar el Parque Thudor, al parecer un oasis verde dentro de Rennes, pero tuvimos que desechar la idea al comprobar que fuera seguía sin parar de llover.

     

    Atravesando las sinuosas calles del casco antiguo volvimos al hotel a recoger las mochilas. Allí aprovechamos para secarnos un poco y estuvimos charlando con el recepcionista, un joven con el que no habíamos coincidido. Era un buen tipo; nos estuvo explicando que habíamos pillado un tiempo horrible en esa parte de Francia y nos confesó que le gustaba mucho el Barça al vernos a ambos con el chubasquero de nuestro equipo. Cargados con las mochilas nos despedimos de él y fuimos por última vez al “paki Manuel” a comprar agua.

     

    A las siete cogimos el [acronym=Train à grande vitesse. Tren de alta velocidad francés]TGV[/acronym] que en dos horas nos devolvería a París momentáneamente. Lo más destacado del trayecto fue que delante mío se sentó un niño de unos cinco o seis años que era idéntico a Barney Stinson, de la serie Cómo conocí a vuestra madre. Le hubiera hecho una foto para documentar gráficamente mis palabras, pero su padre estaba sentado a su lado y no era buena idea.

     

    Lo único que hicimos en el breve retorno a la capital fue ir a cenar al McDonald's de enfrente de la estación de Austerlitz (desde donde salía el tren nocturno), a donde fuimos en metro desde Montparnasse (donde nos dejó el [acronym=Train à grande vitesse. Tren de alta velocidad francés]TGV[/acronym]).

     

    A las 23:02, puntual salió el tren que nos plantaría en Annecy en poco menos de ocho horas. El revisor pasó por los vagones recordando que, como el tren iba medio vacío, no hacía falta que respetáramos los asientos asignados y podíamos repartirnos como deseáramos.

     

    Los vagones eran bastante largos, y por dentro no estaban mal en cuanto a comodidades; el asiento reclinable era aceptable, suficiente incluso para que alguien como un servidor, al que le cuesta horrores conciliar el sueño en los medios de transporte consiguiera dormir cuatro horas. Tenía asumido que apenas iba a poder descansar, y en el primer rato del trayecto estuve escuchando música y completando el diario. La extraordinaria habilidad para dormir de mi compañero salió a relucir enseguida y después de medianoche ya dormía.

     

    Un rato después caí yo y no me desperté hasta las cinco, cuando solo quedaban dos horas para llegar a nuestro destino.


  11. creo que no deberíamos dejar morir el foro... hay que animar esto un poco... yo al menos me comprometo a terminar mi diario... a ver si todos vamos aportando cosillas, los que solemos entrar y eso... y si los moderadores lo limpiam de spammers pues mejor que mejor...

    Totalmente de acuerdo. Creo que la clave es que de los usuarios antiguos que animaban el foro y eran muy activos (una base de 20 más o menos, que eran fijos), quedan muy pocos que entren habitualmente. A ver si esto mejora un poco...

×

Información importante

Continuando en el sitio, aceptas nuestros Términos de Uso y Normas. Además, hay cookies. Puedes ajustar las cookies o continuar tal cual.