elmessi 0 Reportar mensaje Publicado 30 de Septiembre del 2008 No es pro nada, pero te lo mereces... mira q ponerte a jugar con el vehiculo de un pobre minusvalido (por cierto, de quien coño era?) Y la rubia cayó o no? Por cierto, no se si te lo comente pero me encato tu americana!! XDD y ahora dejate de rollos y sigue con tu diario o lo q sea q es esto. Por cierto, lo de las fotos en blanco y negro muy impactante. Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
Grey 0 Reportar mensaje Publicado 30 de Septiembre del 2008 ¿Impactante? xD No cayó nada más que yo de la silla, desgraciadamente. Al principio veía que captaba la atención (sobre el momento de lo de la conversación sobre Nueva York), luego ya estaba fatal y supongo que era un pesado insoportable xD. No es una americana, es un puto jersei de botones cruzados. Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
Grey 0 Reportar mensaje Publicado 30 de Septiembre del 2008 Capítulo tercero. El sur de Manhattan. Siendo lunes quedaba descartada toda visita a museos, por lo que decidimos visitar la parte sur de la isla ya que nos habíamos movido por la mitad norte los dos primeros días. Cogimos el metro en Grand Central hasta el puente de Brooklyn para empezar la ruta. Después de ver el ayuntamiento, el cual tiene una curiosa placa donde se nombra a la ciudad como Nueva Amsterdam (éste fue el primer nombre que recibió por parte de los primeros pobladores holandeses), tiramos por Broadway para ver una iglesia donde se refugiaron algunos de los que sufrieron los atentados del 11-S para luego ver la Zona Cero en si. La verdad es que está todo vallado y no se puede ver demasiado. Están ya construyendo el siguiente rascacielos que devolverá el orgullo a la ciudad. Una cosa es cierta: hables con quien hables, gente más patriótica o menos, todos sintieron el atentando muy en sus adentros y construir otra torre es considerado como algo imprescindible para recuperar la autoestima. Seguimos bajando por Broadway hasta llegar a Wall Street. Un comando de periodistas retransmitía en directo las últimas noticias sobre el crack que había sufrido la bolsa o entrevistaba a algún broker. La entrada al edificio del NYSE estaba vallada y había unos cuantos policías vigilando la zona. El resto éramos sólo turistas. Después de ver la bolsa asistimos a un espectáculo bastante divertido, viendo a todos los turistas en un tremendo caos mientras intentaban tomarse una foto al lado del célebre toro. Más abajo llegamos hasta Battery Park, desde donde podíamos divisar la Estatua de la Libertad. Anduvimos un poquito por el muelle (bastante sucio y cutre), con Brooklyn en la otra orilla y unos cuantos personajes gritones ofreciéndonos paseos en helicóptero por el cielo de Manhattan. Por la zona del puerto seguimos hasta subir otra vez hasta el ayuntamiento. El paisaje era harto curioso. Al lado de los inmensos rascacielos quedan algunos edificios de ladrillos no demasiado altos, de unos cuatro o cinco pisos, que contrastan enormemente con el resto. En esta zona también se pueden ver muchos parkings tipo ‘estantería’, es decir, estructuras metálicas donde los coches se almacenan en diferentes pisos. Un buen sistema dada la falta de espacio. Hay también una tienda de libros de segunda mano bastante interesante. La ruta por el Lower Manhattan nos ocupó casi toda la mañana. Ya era mediodía cuando llegamos a Chinatown. Chinatown es incluso peor que el Chinatown que pude ver en San Francisco (al menos aquel tenía algún rinconcito curioso y era bastante más limpio y ordenado). Éste, en cambio, es un lugar bastante sucio con calles llenas de tiendas de baratijas y otras mierdas de plástico chinas y, obviamente, restaurantes chinos. El tráfico es considerable y la gente se amontona para comprar souvenirs cutrísimos más baratos que en las tiendas de la zona del Rockefeller Center, por ejemplo. Después de Chinatown vimos Little Italy o sus despojos, pues la mayoría de italianos se mudaron a Brooklyn. Eran las fiestas de San Genaro y las calles estaban llenas de paraditas donde podías comprar desde discos de Frank Sinatra a dulces típicos italianos. También había esas paradas donde haciendo puntería, ya sea con dardos o con una escopeta de feria, puedes ganar una muñeca chochona. Al final, aun siendo conscientes de lo infectamente turista del lugar, nuestros estómagos dijeron basta y nos sentamos en la terraza de un restaurante italiano. Yo pedí unos ricos y salvajemente picantes penne arrabiatta. Mis padres fueron estafados con un ‘plato especial del día’ que no salía en la carta y que se anunciaba como espagueti con marisco. Acabó siendo un bestialidad de plato con bogavante, una cantidad infinita de calamares rebozados y otros bichejos marinos. Bueno estaba, pero caro también lo era un rato. La tarde la dedicamos al Soho, al Noho, a Greenwich Village y al East Village. La parte del Lower East Side no la vimos demasiado, aunque yo la vería de pasada la noche siguiente. Por primera vez se nos presentaba un paisaje agradable, humano; un lugar en el que uno podría vivir. Las tiendas de esta zona eran mucho más interesantes que las de la mitad norte de la ciudad y el ambiente mucho más relajado. Las inmediaciones de Washington Square tienen un ambiente estudiantil (es la zona de la NYU) muy agradable (incluso vi como una profesora daba una clase en el parque) y da gusto pasearse por sus calles, deteniéndote cuando algo te sorprende. Aquí visité un par de tiendas más de discos, engrandeciendo mi colección a base de rap e indie-rock. El ambiente bohemio que había caracterizado a esta zona se ha perdido un poco, dado el espectacular incremento del alquiler en los últimos veinte años. Aun así, conserva un cierto aire alternativo, aunque venido a menos. Otro día de incansables pateadas nos hizo volver al hotel hacia las ocho. Tiempo para otro partido de béisbol, hamburguesa y patatas del Mc Donald’s de la esquina y una cerveza Brooklyn bien fresquita. Más yankee no se puede ser. Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
Pandus 2 Reportar mensaje Publicado 1 de Octubre del 2008 tras la noche del sabado pasado yo tengo claro q a Grey le marco mucho NY. Esas conversaciones profundas acerca del significado onirico de la ciudad con el tipo akel de las rastas.... Menudo pedo. No veas como me está dando por culo la herida que me hice en el brazo derecho después del guarrazo de la silla de ruedas. xDDDD vaya un paraolímpico, ni subir escalones sabe... ¿Impactante? xD No cayó nada más que yo de la silla, desgraciadamente. Al principio veía que captaba la atención (sobre el momento de lo de la conversación sobre Nueva York), luego ya estaba fatal y supongo que era un pesado insoportable xD. No es una americana, es un puto jersei de botones cruzados. Es el jersey de fidel... Mola el diario y las foteles, go on man! Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
Grey 0 Reportar mensaje Publicado 7 de Octubre del 2008 Capítulo cuarto. Entre negros y hipsters. Saliendo del dinner en el que desayunamos casi cada día, cogimos el metro para ir a visitar el Metropolitan Museum, situado en el Central Park, en el costado del Upper East Side. La entrada no tiene un precio fijo. Te recomiendan un importe (20€ para adultos, 10€ para jubilados, niños y estudiantes), pero puedes negociar con la taquillera. Si le pillas en un buen día y eres un buen negociador, te puede salir por bastante menos. El museo es gigante. Nos pasamos como tres o cuatro horas para verlo todo. No me alucinó especialmente. Tienen una colección de arte clásico (griego, romano y egipcio) bastante amplia, además de colecciones de culturas más lejanas (africanas, asiáticas…) pero tampoco muchas piezas que te sorprendan si ya has visto colecciones de este estilo en los principales museos europeos. Luego la parte de pintura si que me gustó más (especialmente Picasso, Warhol, Gauguin, Van Gogh…). El tema es que te sientes un poco fuera de contexto. Esto de irte a Londres y ver cosas egipcias o ir a Nueva York para ver pintores franceses me descoloca un poco. Aun así, no se puede negar la belleza de algunas obras clásicas de las que tienen expuestas. Saliendo nos comimos un hot dog en una paradita que había nada más salir del museo por 2$. Yo salí un poco antes, por lo que me lo pude comer contemplando a un grupo vocal que cantaba en la calle a cambio de alguna moneda. Era ya mediodía, y volvimos a cruzar el Central Park, esta vez por la parte de ese lago gigante que forma parte de la reserva natural de Jacqueline Kennedy Onassis. En el Upper West Side había unos cuantos estudiantes que volvían a casa, viendo la hora que era, supongo que para comer. Nos subimos al metro para ir hasta el Harlem. El Harlem, a diferencia de muchas áreas de Brooklyn (al que fuimos el día siguiente), sigue siendo un barrio habitado casi exclusivamente por negros. Aunque, supongo que en contraste con algunas zonas del Bronx (South Bronx) o de Queens (Queensbridge), uno no se sumerge en un panorama de pobreza desoladora, ni siquiera de inseguridad. El barrio tiene unas callejuelas con casas de ladrillo de estilo victoriano encantadoras (esas típicas casas adosadas de tres pisos en las que tienes que subir algunos peldaños para acceder desde la calle hasta el portal). En las avenidas y bulevares principales (Malcom X, Martin Luther King…) se amontonan paradas de gente que vende productos africanos o hace propaganda de alguna causa de ese continente (había una de apoyo a Mugabe), de la lucha afroamericana (tipo Panteras Negras) e incluso de temas más jamaicanos. Hay esos bloques inmensos y algún que otro ghetto un poco dejado de la mano de Dios (los típicos projects), pero la mayoría del barrio no está en mal estado. Obviamente, también se pueden apreciar las típicas estampas de la comunidad negra que todos hemos visto en las pelis como jóvenes jugando al streetball (baloncesto callejero), abuelos conversando en la puerta de una barbería, etc. Descendimos por esta parte de la ciudad hasta llegar otra vez a la zona del Central Park, más o menos. Otra vez metidos en el metro, bajamos hasta Columbus Circle (en el extremo suroeste del parque). Ahí nos dimos un paseo para ver el Lincoln Center (un centro comercial y de oficinas bastante pijo) y compramos algunas cosillas de comida en un supermercado sofisticado lleno de marcas inusuales y productos orgánicos. Caro de cojones en la mayoría de los casos comparado con los supermercados normales. A mi madre le pidieron el DNI para poder comprar unas cervezas y no nos las dejaron tomar en una zona de mesas donde puedes consumir los productos que has comprado. Lamentable. Saliendo del super, nos fuimos a ver la ópera. Un edificio muy moderno y muy bonito, la verdad. Acto seguido, mientras el sol iba desapareciendo del cielo de Manhattan, fuimos descendiendo por la Octava Avenida. Esta avenida está llena de restaurantes y bares más o menos hasta la altura de la calle 42 (luego se vuelve bastante cutre hasta que llegas a la zona gay de Chelsea). En general, en lo que podemos llamar el Midtown de Manhattan, si quieres ir a algún restaurante o bar para ver un partido, tienes que moverte a lo largo de las avenidas menos céntricas (es decir, la segunda, la tercera, la octava…). Las del centro de la isla suelen tener oficinas y tiendas. Echando un vistazo a los restaurantes de esta calle, nos decidimos por una hamburguesería. Pero no una hamburguesería cualquiera, una donde las hamburguesas valían 16$ la más barata. Está ambientado como si fuera un matadero, pero la decoración es muy bonita y está todo nuevo como si la hubieran abierto ayer. Carne riquísima y muy bien cocida, pan tostadito de calidad… Cara, claro, pero seguramente la mejor hamburguesa que jamás haya comido. Lo regué con una cerveza americana, una Sierra Nevada, muy rica también. Definitivamente no es cierto que los americanos no saben hacer cerveza, sólo que hay que pedir las de los pequeños productores (que no son mucho más caras que las famosas) en lugar de aberraciones del estilo Budweiser, Bud Light o Amstel Light (que es lo que todos suelen beber). Ya en el hotel, hacia las nueve y media, me vinieron a picar mis amigas norteamericanas. Me llevaron en coche hasta Williamsburg, barrio de Brooklyn conocido por albergar todo lo alternativo y relacionado con los hipsters (modernillos que llevan pantalones de pitillo de colores y sudaderas de American Apparel). Primero fuimos al apartamento de una chica, con su novio (novio, exnovio, rollo… no me quedó muy claro), un chaval que toca en una banda local que estuvo hace nada en Razzmatazz (los Islands). El sitio era una especie de antigua fábrica o taller, en medio de la nada y rodeado de descampados. Un loft que hacía de salón-cocina, con un entrepiso con un baño y dos habitaciones. Luego nos movimos hasta un bar-restaurante de comida vegana. Obviamente, la mayoría de los hipsters, además de escuchar folk finlandés, Animal Collective y noise rock, son veganos. Yo no comí nada, aunque me tomé un extraño refresco de kiwi con no sé que y fui a comprarme un paquete de Marlboro. El Marlboro americano sabe bastante mejor que el español (o europeo), el cual sabe a armario, pero vale 8,50$ el paquete (6€ con el cambio que había cuando fui yo). Una auténtica clavada. Más tarde dimos una vuelta por Bedford Ave., viendo tiendas y garitos de comida y bebidas naturales, orgánicas y demás cosas raras (y caras) como por ejemplo unas galletas de queso con nueces de macadamia que no habían sido cocidas ni nada… La noche la terminamos en el Lower East Side, otra vez en Manhattan, tomando unos refrescos de agua de coco, mientras una de las chicas me contó toda su vida sentimental por lo que respectaba a los dos últimos años. Hablando rapidísimo, como rápida es la vida en Nueva York, pero sin dejarse ningún detalle. Lo que hemos visto en pelis de Woody Allen como “Manhattan” o “Husbands and Wives” es verdad. Ese neoyorquino que tiene una vida sentimental y sexual agitada existe. Esa persona que nunca acaba de estar satisfecho con ninguna relación o que todo lo ve provisional, que ha compartido su vida con otra persona en miles de estatus diferentes (novio, exnovio con derecho a roce, amigo con el que tienes sexo ocasionalmente, relación abierta en la que te puedes follar a otros…). Además, si les preguntas si las relaciones que han mantenido eran todas de amor o al menos trascendentes para sus vidas, ellos te dicen que sí. “I don’t date guys who I don’t really like. But there are lots of cool guys”. Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
Pandus 2 Reportar mensaje Publicado 8 de Octubre del 2008 Buen capítulo...ay que jodido está beber cerveza para algunos xDDD Gran frase la última!, que personaja debía ser. Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
Grey 0 Reportar mensaje Publicado 8 de Octubre del 2008 No sé que he hecho que he duplicado el mensaje anterior. Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
elmessi 0 Reportar mensaje Publicado 8 de Octubre del 2008 (editado) 16 dolares una hamburguesa??? como diria Matias Prats: PERO ESTO QUE ES??? y por cierto, hace tiempo vi una peli en la q salia un bicho q se parecia a esa hamburguesa. "La cosa" creo q se llamaba. Por cierto, lo del metropolitan me flipa, q pasa,q la taquillera se forra a espaldas de las finanzas del museo? acaso tiene ascendencia arabe o hindu? Editado 8 de Octubre del 2008 por elmessi Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
Grey 0 Reportar mensaje Publicado 8 de Octubre del 2008 Es algo raro sí. El tema es que no te lo plantean como una 'entrada' si no como una 'donación'. Pero claro, algo tienes que donar, si no, no entras. Ellos te recomiendan un importe y si quieres lo negocias. Obviamente aquí veo margen de la cajera para embolsarse pasta, pero no sé como lo tendrán controlado, la verdad. Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web
jimmy_jazz 0 Reportar mensaje Publicado 25 de Octubre del 2008 JAJAJA, me está molando mucho tu diario. Sigue por favor!! Citar Compartir este mensaje Enlace al mensaje Compartir en otros sitios web